Libros como pan caliente
Los libreros asisten ¡°con pavor¡± al devastador efecto en su negocio por la crisis del coronavirus
Librer¨ªas confinadas. Lola Larumbe (Alberti, Madrid) entiende que manda la salud, la obligaci¨®n de la lejan¨ªa. Pod¨ªa haber habido una ventanilla a la que se acercara la gente. Pero la gravedad del contagio se impuso. ¡°No hay m¨¢s remedio¡±. Pero, ?por qu¨¦ las librer¨ªas no son como las fruter¨ªas, o las panader¨ªas, por qu¨¦ los libros no se consideran como pan caliente? En la escuela y en la vida hay libros que se imponen como un deseo tan urgente como el pan. ¡°Los alumnos quieren ver a la profesora,...
Librer¨ªas confinadas. Lola Larumbe (Alberti, Madrid) entiende que manda la salud, la obligaci¨®n de la lejan¨ªa. Pod¨ªa haber habido una ventanilla a la que se acercara la gente. Pero la gravedad del contagio se impuso. ¡°No hay m¨¢s remedio¡±. Pero, ?por qu¨¦ las librer¨ªas no son como las fruter¨ªas, o las panader¨ªas, por qu¨¦ los libros no se consideran como pan caliente? En la escuela y en la vida hay libros que se imponen como un deseo tan urgente como el pan. ¡°Los alumnos quieren ver a la profesora, los lectores quieren ver al librero¡±.
Juan Cerezo (editor, Tusquets) entiende la alarma, pero la librer¨ªa ¡°es el menor entre los riesgos¡±. Para su sector ¡°es una cat¨¢strofe¡± porque durante un mes las novedades no se exponen, no se ojean, no se compran. El par¨®n deja ¡°en zona inc¨®gnita¡± libros que ya no van a hablarle a la gente. El Gobierno tendr¨¢ que facilitar v¨ªas de restituci¨®n econ¨®mica ¡°para que los da?os no sean irreparables¡±. Cerca de 3.600 librer¨ªas (o asimilados) est¨¢n en peligro, ¡°son creadoras de comunidad, con una intensidad y continuidad que ya quisieran otros centros¡±.
Lluis Morral (Laie, Barcelona, con librer¨ªas en museos importantes de Espa?a) ve ante s¨ª la gravedad: el Sant Jordi se cae, y es el 7% de sus ventas, el gran acontecimiento del que depende el a?o de muchos. ¡°El cierre nos mata¡±. Por este desfiladero que abre el confinamiento ¨¦l vislumbra ¡°problemas para muchos¡±. Las editoriales tambi¨¦n tendr¨¢n que plantearse ¡°el volumen de sus novedades¡±.
Los distribuidores, en medio de la cadena de la novedad editorial, entre editores y libreros, ven los dientes del monstruo: pedidos exiguos, moratorias, pagos retrasados. Lo dice Ver¨®nica Garc¨ªa (Machado Grupo de Distribuci¨®n). Los editores necesitan cobrar, que los libros permanezcan en las librer¨ªas. ¡°Es una locura y una incertidumbre¡±. El padre, Miguel Garc¨ªa Visor, leyenda en el sector, dice Ver¨®nica, ¡°est¨¢ asustado, nunca hab¨ªa visto nada igual¡±.
Esther G¨®mez (Moito Conto, A Coru?a): ¡°Congoja en la garganta, emociones dif¨ªciles, nadie en la librer¨ªa. Pero a la vuelta estar¨¢ la gente¡¡±.Esther G¨®mez (Moito Conto, A Coru?a): ¡°Congoja en la garganta, emociones dif¨ªciles, nadie en la librer¨ªa. Pero a la vuelta estar¨¢ la gente¡¡±.
Un mundo confinado. Los libreros Antonio M¨¦ndez y su mujer, Inmaculada Gonz¨¢lez (M¨¦ndez, Madrid) comparten el pavor, ¡°aut¨¦ntico pavor¡±, ante el futuro. ¡°Que intenten aplazar los vencimientos editores y distribuidores¡±. Es un sector que vive ¡°d¨ªa a d¨ªa¡±, y que ahora (¡°los que queden¡±) plantear¨¢ a los editores que limiten ¡°el dislate de las novedades¡±. La crisis del virus es como ¡°una expo triste¡± del mundo del libro, concede Enrique Pascual (Marcial Pons, presidente del gremio de Madrid). ¡°El vac¨ªo es indescriptible; cuando la librer¨ªa est¨¢ abierta los libros hablan, son como plantas¡±. Pero ¨¦l tiene algunas noticias. Podr¨ªa ponerse en marcha ¡°una especie de Plan Marshall¡± en virtud del cual las autoridades har¨ªan compras masivas a los libreros para aliviar la zozobra. ¡°Volver¨¢n los libros¡±. Pilar Reyes (editora, Alfaguara) ve este como ¡°un momento crucial¡±. Abril es el gran mes de los libros, y miren el desierto alrededor. Como una panader¨ªa vac¨ªa. ¡°El virus le ha dado a la cadena del libro en toda la columna vertebral. Sigue la conversaci¨®n con los libros, en las redes, en los medios, pero no hay d¨®nde comprarlos¡±.
La calle del libro tiene la luz apagada. Esther G¨®mez (Moito Conto, A Coru?a): ¡°Congoja en la garganta, emociones dif¨ªciles, nadie en la librer¨ªa. Pero a la vuelta estar¨¢ la gente¡¡±. Ahora los libros padecen tambi¨¦n el confinamiento. Lola, Lluis, Esther, Antonio, Inmaculada, entienden que el cierre ¡°es responsable¡±, pero, como todo lo que sucede, ¡°es tan triste, tan triste¡±. Luis Landero, autor, les regala esta definici¨®n como un alivio: ¡°Una librer¨ªa es como una catedral para los creyentes, el centro del mundo¡±.