La ¨²nica vecina de La Pedrera, m¨¢s solitaria que nunca
La escritora Ana Viladomiu pasa la cuarentena en el edificio de Gaud¨ª, cerrado a visitas
¡°La Pedrera cierra sus puertas y yo me quedo dentro, como guardiana¡±, escribi¨® Ana Viladomiu el 13 de marzo en su cuenta de Instagram, el primer d¨ªa que este edificio, construido por Antoni Gaud¨ª en el paseo de Gr¨¤cia de Barcelona, cerr¨® al p¨²blico, como el resto de los equipamientos culturales de toda Espa?a, como una de las primeras medidas para combatir el avance del coronavirus....
¡°La Pedrera cierra sus puertas y yo me quedo dentro, como guardiana¡±, escribi¨® Ana Viladomiu el 13 de marzo en su cuenta de Instagram, el primer d¨ªa que este edificio, construido por Antoni Gaud¨ª en el paseo de Gr¨¤cia de Barcelona, cerr¨® al p¨²blico, como el resto de los equipamientos culturales de toda Espa?a, como una de las primeras medidas para combatir el avance del coronavirus.
Desde ese momento, esta historiadora y escritora ha ilustrado con fotograf¨ªas y stories en esa red social su d¨ªa a d¨ªa, sola y confinada, en este enorme edificio construido en 1906 en el que parecen estar prohibidas las l¨ªneas rectas. Un edificio que, en condiciones normales, recibe unos 3.000 visitantes diarios (1,3 millones en 2019), pero que, ahora, est¨¢ vac¨ªo y cerrado a cal y canto. En las im¨¢genes de Viladomiu aparece su enorme piso, situado en una cuarta planta, lleno de luz y de un blanco impoluto; las baldosas hexagonales con motivos marinos del suelo, las mismas (estas son las originales) que pueden verse en las aceras de todo el paseo de Gr¨¤cia; los techos ondulados de escayola; las ventanas y puertas de madera maciza que cre¨® Gaud¨ª, adem¨¢s de unas vistas privilegiadas del c¨¦ntrico paseo totalmente vac¨ªo.
Pero Viladomiu tambi¨¦n aparece en la azotea, tan solo acompa?ada por las chimeneas en forma de guerrero que cre¨® el genial arquitecto; bajando la basura en camis¨®n sabiendo que nadie la va a ver y, con permiso de la Fundaci¨®n Catalunya-La Pedrera, due?a de todo el edificio, recorriendo el piso-museo de ¨¦poca que muestra a los visitantes c¨®mo viv¨ªa la alta burgues¨ªa barcelonesa de comienzos del siglo XX y la impresionante buhardilla que reproduce el interior de una enorme pez que acoge el Espai Gaud¨ª; siempre dando una visi¨®n diferente de esta casa a la que se est¨¢ acostumbrado a ver, que sus seguidores comentan y premian con un like cada vez que publica una nueva foto.
¡°La Pedrera en realidad son dos edificios, con dos entradas diferentes y dos escaleras, con la peculiaridad que Gaud¨ª cre¨® una fachada cortina que un¨ªa los dos. En el de la esquina de paseo de Gr¨¤cia vivo yo y en el otro; al que se entra por la calle Proven?a, vive otra vecina. Los primeros d¨ªas nos ve¨ªamos, pero ahora, tal y como est¨¢n las cosas, ya no. Estoy totalmente sola. Bueno, con los vigilantes jurados que se turnan las 24 horas del d¨ªa, pero no tengo contacto con ellos¡±, aclara Viladomiu al otro lado del tel¨¦fono.
Ella conoce muy bien la historia de este edificio centenario y Patrimonio de la Humanidad desde 1984. No solo porque vive en ¨¦l desde hace 32 a?os, sino porque en su tercena novela, La ¨²ltima vecina (Roca Editorial, 2019) narra la historia personal de Martina Meseguer, alter ego de Viladomiu, sumida en una crisis de pareja, junto con los trabajos de restauraci¨®n del edificio y las historias, an¨¦cdotas y confidencias que le cuentan antiguos inquilinos de la finca.
¡°Me vine a vivir aqu¨ª por amor a mi marido [Fernando Amat, uno de los due?os de la desaparecida Vin?on], pero al principio la idea no me gust¨® nada. No me sent¨ªa bien. Lo que nunca pens¨¦ es que despu¨¦s de que ¨¦l se fuera a vivir fuera de Barcelona y mis hijas, de 30 y 28 a?os, se marcharan con sus parejas, ser¨ªa la ¨²nica de la familia en continuar aqu¨ª. Tampoco, que me quedar¨ªa sola en el bloque y mucho menos que estuviera encerrada tanto tiempo, sin nadie m¨¢s¡±, explica Viladomiu.
En estos d¨ªas, lo que m¨¢s le sorprende, asegura, es el silencio. ¡°En La Pedrera hay mucho ruido siempre. Por el d¨ªa los visitantes recorren el edificio, incluso llaman a mi puerta para visitar mi casa y me hacen fotos cuando me asomo por la ventana. Y durante los meses de verano hay visitas nocturnas con proyecciones de luz y sonido en la azotea. Ahora, nada de nada. El silencio es tal, que cuando camino y oigo mis pasos casi me asusto. Es bestial. Lo que m¨¢s ha cambiado estos d¨ªas es el sonido¡±.
Pero eso no significa que eche de menos a los turistas. ¡°Nunca han sido un problema para m¨ª, me siento acompa?ada, pero, la verdad, es que para nada los echo de menos¡±.
El confinamiento a Viladomiu le ha pillado en plena escritura de su cuarta novela; una continuaci¨®n de la anterior en la que La Pedrera seguir¨¢ siendo central. ¡°La experiencia y situaci¨®n que estoy viviendo estos d¨ªas se ver¨¢ reflejada en lo que estoy escribiendo. En esta nueva novela se hablar¨¢ de una Pedrera con coronavirus¡±, explica. ¡°Por mi trabajo, estoy acostumbrada a pasar muchas horas sola y me siento c¨®moda sola, al menos estos primeros d¨ªas; quiz¨¢ dentro de unas semanas, cambiar¨¦, pero, me est¨¢ costando mucho escribir. Las noticias son terribles y hacen dif¨ªcil escribir seg¨²n qu¨¦ cosas. Lo intento, pero no consigo concentrarme. Es una autoficci¨®n, en la que hay cosas que no son reales, pero siempre con un sentimiento de verdad y explicar¨¦ mi soledad de estos d¨ªas. Tengo muchas horas libres, pero estoy m¨¢s pendiente de las noticias, de las series y de las redes sociales. Me est¨¢ costando mucho concentrarme, pero estoy en ello, es mi trabajo¡±.
Cuando se le pregunta a Viladomiu qu¨¦ har¨¢ en el primer momento en que pueda salir de su casa, no lo duda ni un momento: ¡°Ir a ver a mis dos hijas. Cualquiera dir¨ªa lo mismo. Salir y darles un abrazo muy fuerte a las dos. Y a mi marido tambi¨¦n¡±.