Muere Richard Teitelbaum, pionero de la electr¨®nica y de la m¨²sica del subconsciente
El compositor, m¨²sico y profesor, fallecido a los 80 a?os, era tan respetado en los c¨ªrculos de la m¨²sica experimental como en los del jazz de vanguardia
Se dice que Richard Teitelbaum, fallecido de un derrame cerebral con 80 a?os, fue la primera persona en traer un sintetizador Moog a Europa. Corr¨ªan los sesenta y este neoyorquino, pianista de formaci¨®n cl¨¢sica procedente de una familia acomodada, hab¨ªa aprovechado su estancia en Roma con una beca Fullbright para fundar Musica Elettronica Viva, un colectivo que investigaba las posibilidades de la electr¨®nica y la improvisaci¨®n.
Contaba que todo hab¨ªa partido de una experiencia alucinatoria que tuvo en Roma...
Se dice que Richard Teitelbaum, fallecido de un derrame cerebral con 80 a?os, fue la primera persona en traer un sintetizador Moog a Europa. Corr¨ªan los sesenta y este neoyorquino, pianista de formaci¨®n cl¨¢sica procedente de una familia acomodada, hab¨ªa aprovechado su estancia en Roma con una beca Fullbright para fundar Musica Elettronica Viva, un colectivo que investigaba las posibilidades de la electr¨®nica y la improvisaci¨®n.
Contaba que todo hab¨ªa partido de una experiencia alucinatoria que tuvo en Roma en 1966. ¡°Sentado con dos buenos amigos en tres esquinas de una gran cama nos pareci¨® que durante varios minutos nos comunic¨¢bamos telep¨¢ticamente. Nuestras mentes, abiertas y sintonizadas en una misma frecuencia facilitaron la emisi¨®n y la recepci¨®n¡±. A ra¨ªz de aquello decidi¨® investigar la forma de conseguir que eso se convirtiera en sonido. Teitelbaum convenci¨® al inventor Robert Moog para que adaptara su sintetizador modular de tal forma que pudiera usar las oscilaciones neuronales de una persona ajustando electrodos en su cabeza. Al resultado lo llam¨® brainwave music (m¨²sica con ondas cerebrales) y fue el primer paso de una larga serie de experimentos que usaban los ritmos del cuerpo humano como origen del sonido.
En ese periodo, los sintetizadores hab¨ªan dejado de ser enormes monstruos dif¨ªciles de transportar y, por primera vez, la electr¨®nica dejaba de ser patrimonio de estudios de grabaci¨®n y laboratorios para poder interpretarse en directo. Contaba con la curiosidad de cierto tipo de p¨²blico que, especialmente en el norte de Europa, se congregaba en festivales de jazz o encuentros de arte de vanguardia y con el apoyo econ¨®mico de instituciones culturales y universitarias que antes de la crisis del petr¨®leo de 1973 viv¨ªan un periodo de bonanza. Enamorado de la m¨²sica de John Cage, uno de los objetivos de Teitelbaum era seguir el camino emprendido por ¨¦l. ¡°Para definir su idea de indeterminaci¨®n, John Cage dijo que le gustaba encontrarse en una situaci¨®n en la que literalmente no supiera lo que estaba haciendo. Creando una situaci¨®n interactiva en la que el int¨¦rprete no puede predecir conscientemente el resultado de sus actos, su mente sobrepasa los niveles superficiales del pensamiento para alcanzar algo m¨¢s profundo¡±, escribi¨® en 2006.
As¨ª, en 1968, en la primera representaci¨®n en vivo de una de sus grabaciones, Organ music, dos sus colaboradores, Irene Aebi y Steve Lacy, sentados en sillas recog¨ªan con micr¨®fonos y electrodos sus latidos y sus ondas cerebrales que ¨¦l mezclaba con su sintetizador. Unos altavoces instalados en las paredes reproduc¨ªan el resultado para el p¨²blico. Mientras muchos de sus contempor¨¢neos parec¨ªan m¨¢s preocupados por aprovechar la electr¨®nica para sonar muy alto, su concepci¨®n era mucho m¨¢s sutil. ¡°Mi visi¨®n de lo que era la improvisaci¨®n siempre se ha preocupado con el potencial musical del inconsciente¡±, dijo en 1974.
Como adalid de la improvisaci¨®n era natural que Teitelbaum descubriera pronto que sin ser un m¨²sico de jazz su visi¨®n de la experimentaci¨®n ten¨ªa mucho puntos en com¨²n con lo que estaba pasando en el avant jazz. Especialmente con el trabajo de aquellos jazzmen que se resist¨ªan a ser calificados as¨ª, porque en aquellos a?os de b¨²squeda de la absoluta libertad cualquier etiqueta, por amplia que fuera, se les quedaba peque?a. Es el caso saxofonista Anthony Braxton con el que colabor¨® en muchas ocasiones.
A pesar de venir de distintas tradiciones, Braxton, miembro de la Association for the Advancement of Creative Musicians y Teitelbaum se mov¨ªan en un terreno com¨²n. Eran parte de una generaci¨®n comprometida con superar los l¨ªmites.
Teitelbaum fue tambi¨¦n uno de los primeros globalistas m¨²sicales. En 1970, mientras estudiaba etnomusicolog¨ªa en la universidad de Wesleyan, Connecticut, fund¨® la World Band, un colectivo de improvisaci¨®n con m¨²sicos de Oriente Pr¨®ximo, la India, Jap¨®n y Corea. Gracias a una segunda beca Fullbright, en 1976 pas¨® un a?o en Tokio estudiando shakuhachi, la flauta de bamb¨² japonesa, con la que grabar¨ªa en 1977 Blends, en colaboraci¨®n con su maestro, Katsuya Yokoyama. Tambi¨¦n se interes¨® por la tradici¨®n musical jud¨ªa, como reflej¨® en dos ¨®peras multimedia Golem (1989) y Z?vi (2003) .
Adem¨¢s de m¨²sico y compositor, Teitelbaum se dedic¨® a la ense?anza en instituciones y universidades de California, Chicago y Toronto. Casado con la pianista japonesa Hiroko Sakurazawa, en 1988 empez¨® a dirigir el estudio de composici¨®n electr¨®nica de la Universidad de Bard, en el Estado de Nueva York, donde permanecer¨ªa hasta el final de su carrera.