Eran ¡®Las inseparables¡¯: la novela in¨¦dita m¨¢s ¨ªntima de Simone de Beauvoir sale a la luz
La fil¨®sofa y escritora recogi¨® en el texto la tr¨¢gica historia de su amistad juvenil con ?lisabeth ¡®Zaza¡¯ Lacoin, aunque nunca se decidi¨® a publicarlo en vida
?Habr¨ªa habido una Simone de Beauvoir sin una ?lisabeth Zaza Lacoin? La responsable del despertar feminista de millones de mujeres durante generaciones debe buena parte de su propia toma de conciencia sobre los cors¨¦s que impone la sociedad a una amistad de juventud que la marcar¨ªa de por vida. La de Zaza, que conoci¨® a los nueve a?os y de la que fue pr¨¢cticamente inseparable hasta su repentina muerte poco antes de cumplir los 22, en 1929. Su rastro aparece en varias obras de ...
?Habr¨ªa habido una Simone de Beauvoir sin una ?lisabeth Zaza Lacoin? La responsable del despertar feminista de millones de mujeres durante generaciones debe buena parte de su propia toma de conciencia sobre los cors¨¦s que impone la sociedad a una amistad de juventud que la marcar¨ªa de por vida. La de Zaza, que conoci¨® a los nueve a?os y de la que fue pr¨¢cticamente inseparable hasta su repentina muerte poco antes de cumplir los 22, en 1929. Su rastro aparece en varias obras de De Beauvoir. Pero nunca como en Las inseparables, la novela ¨ªntegramente dedicada a esta amistad corta que nunca se decidi¨® a publicar en vida.
Su hija adoptiva y albacea literaria, Sylvie Le Bon de Beauvoir, ha decidido que se conozca ahora, convirti¨¦ndola en la primera obra de ficci¨®n de la autora de El segundo sexo que se podr¨¢ leer tras su muerte hace 34 a?os, y a la que EL PA?S ha tenido acceso.
Quiz¨¢s la mejor muestra de la trascendencia de Lacoin en la vida de De Beauvoir ¡ªseg¨²n su hija, la escritora ¡°quer¨ªa resucitar a su amiga de juventud¡±¡ª es el hecho de que antes de terminar Las inseparables, en 1954, hiciera cuatro intentos previos de escribir sobre aquello. ¡°Dudaba entre la ficci¨®n y la autobiograf¨ªa¡±, explica en un correo electr¨®nico Sylvie Le Bon de Beauvoir, que escogi¨® el t¨ªtulo de la novela, que la fil¨®sofa dej¨® lista, pero sin nombre.
Para la editora del inesperado libro, que deber¨ªa haber salido a la venta en Francia en mayo pero que el coronavirus ha retrasado hasta octubre (en Espa?a y otros pa¨ªses no estar¨¢ disponible hasta 2021), la ficci¨®n por la que acab¨® decant¨¢ndose fue un acierto. ¡°Como novela tiene una fuerza completamente diferente para el lector, porque hay una forma de identificaci¨®n, se pueden relatar unos sentimientos y una puesta en escena¡± que no dan otros formatos, dice por tel¨¦fono Laurence T?cu, de Ediciones L¡¯Herne.
Una joven formal
Zaza no es una desconocida para los lectores de Simone de Beauvoir. Es la Elisabeth Mabille que marca tambi¨¦n Memorias de una joven formal, primer tomo autobiogr¨¢fico en el que en 1958, cuatro a?os despu¨¦s de acabar Las inseparables, De Beauvoir contaba y reflexionaba precisamente sobre esa vida burguesa y encorsetada que le esperaba como joven nacida de ¡°buena familia¡± y contra la que acabar¨ªa rebel¨¢ndose.
En Las inseparables, Zaza es Andr¨¦e Gallard, una ¡°peque?a desconocida de pelo casta?o, mejillas hundidas con ojos oscuros y brillantes que miran con intensidad¡± y cuya ¡°seguridad y habla r¨¢pida y precisa¡± desconciertan y fascinan de inmediato a Sylvie Lepage, alias de Simone de Beauvoir, hasta el punto de transformarse en un amor adolescente, el primero quiz¨¢s. ¡°Comprendo de pronto, con estupor y alegr¨ªa, que el vac¨ªo de mi coraz¨®n, que el sabor triste de mis d¨ªas solo ten¨ªan una causa: la ausencia de Andr¨¦e. Vivir sin ella no era vivir¡±, escribe alguien que, sin embargo, sabe que su amiga ¡°ignora absolutamente¡± lo que siente por ella. Tampoco la corresponder¨ªa. ¡°?Cu¨¢l es el sentimiento innominado que, bajo la etiqueta convencional de la amistad abraza su coraz¨®n nuevo, entre el asombro y los trances, sino el amor?¡±, descodifica Le Bon en el pr¨®logo. ¡°Ella comprende r¨¢pidamente que Zaza no siente un apego similar, y que ni sospecha de la intensidad del suyo, ?pero qu¨¦ importa eso ante el deslumbramiento que significa amar?¡±.
Otros nombres y detalles de la vida real de ambas han sido cambiados en la novela. ¡°Su educaci¨®n las encorseta, no hay familiaridades, no se tutean, pero a pesar de esa reserva, se hablan como Simone no habl¨® jam¨¢s con nadie¡±, afirma su hija en el pr¨®logo.
Para T?cu, ¡°lo magn¨ªfico del libro es que Simone lo escribe cuando ya es una persona reconocida (cinco a?os antes hab¨ªa publicado El segundo sexo) y, aun as¨ª, se presenta en un plano secundario, un poco como la sombra de esa jovencita que admira y que es una rebelde mucho antes que ella¡±.
Pero conforme pasan los a?os, acota Sylvie Le Bon, ¡°intelectualmente es Simone quien influy¨® a Zaza, quien la anim¨® con fuerza a que fuera ella misma¡±. La importancia de la amiga, afirma, ¡°se sit¨²a en otro plano: la presencia de Zaza a su lado cuando ella realizaba un dif¨ªcil combate para su emancipaci¨®n fue valiosa. Las dos lucharon juntas contra el ¡®destino cenagoso¡¯ que les esperaba como mujeres en esa ¨¦poca, y en esa lucha Zaza sucumbi¨®. Esa tragedia atorment¨® a De Beauvoir¡±. Pero tambi¨¦n la convirti¨® en lo que llegar¨ªa a ser, insiste T?cu, que recuerda las palabras de la propia fil¨®sofa en sus memorias: ¡°Creo que pagu¨¦ mi libertad con su muerte¡±.
?Por qu¨¦ permaneci¨® en un caj¨®n tantos a?os una obra que narra un episodio tan fundamental? De un lado, hay un aspecto protocolario. Tras la muerte de la fil¨®sofa en 1986, Sylvie Le Bon se convirti¨® en su albacea literaria. ¡°Tuve que publicar primero su correspondencia, porque ella hab¨ªa comenzado ya a hacerlo: cartas a Sartre, a Nelson Algren, a Jacques-Laurent Bost (¡) Ahora voy a poder dedicarme a las novelas y novelas cortas¡±, adelanta. Luego est¨¢ el hecho de que la propia De Beauvoir no se decidi¨® a publicarla, sobre todo despu¨¦s de que su compa?ero Jean-Paul Sartre la desestimara. ¡°Creo que era muy severa consigo misma. Y Sartre era muy severo con Simone. Puede que tampoco quisiera verla como una escritora, sino m¨¢s como una fil¨®sofa¡±, relativiza T?cu que, como Le Bon, subraya el hecho de que la propia De Beauvoir nunca destruy¨® esta obra. ¡°Si solo hubiera sido un borrador, no la habr¨ªa mecanografiado. Creo que era algo tan ¨ªntimo que le resultaba dif¨ªcil sacarlo a la luz en vida. Es un libro acabado. Es un buen libro¡±.