El paria que esperaba a Godot
Con un episodio que no ocupa m¨¢s de una p¨¢gina en las biograf¨ªas de Beckett, Erika Tophoven reconstruye la vida del estafador Lembke y con ella la historia de la Europa de aquellos d¨ªas
Se trata de un episodio en la vida de Beckett que no ocupa m¨¢s de una p¨¢gina en sus biograf¨ªas. Finales de 1954, casi dos a?os despu¨¦s del estreno de Esperando a Godot. En esos d¨ªas Beckett ha comenzado a descubrir que hay personas para las cuales su escritura tiene una especie de efecto obsesivo, como si sus textos fueran sagrados y contuvieran la clave de alguna especie de salvaci¨®n. Un d¨ªa, recibe una carta desde el penal de L¨¹ttringhausen, en Alemania, donde un condenado por fraude, Karl F...
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Se trata de un episodio en la vida de Beckett que no ocupa m¨¢s de una p¨¢gina en sus biograf¨ªas. Finales de 1954, casi dos a?os despu¨¦s del estreno de Esperando a Godot. En esos d¨ªas Beckett ha comenzado a descubrir que hay personas para las cuales su escritura tiene una especie de efecto obsesivo, como si sus textos fueran sagrados y contuvieran la clave de alguna especie de salvaci¨®n. Un d¨ªa, recibe una carta desde el penal de L¨¹ttringhausen, en Alemania, donde un condenado por fraude, Karl Franz Lembke (firma ¡°el prisionero¡±) le comunica que ha traducido Esperando a Godot al alem¨¢n y con gran ¨¦xito lo ha representado entre rejas ya quince veces. A Beckett le sorprende gratamente aquello, pero declina la invitaci¨®n a L¨¹ttringhausen, aunque en la posdata le dice cort¨¦smente a Lembke que si en alg¨²n momento alguien de la c¨¢rcel viajara a Par¨ªs no dude en visitarle.
No pasa mucho tiempo y ¡°el prisionero¡±, incumpliendo la libertad condicional, cruza la frontera y se presenta ante Roger Blin en el teatro de Par¨ªs donde representan Esperando a Godot. Llega helado de fr¨ªo y muerto de hambre, as¨ª que Blin termina aloj¨¢ndolo en su casa, donde no tardar¨¢ en descubrir que Lembke es un turbio noct¨¢mbulo pendenciero adem¨¢s de un hombre h¨¢bil para estafar a cualquiera. Cuando Blin comprende que no se ir¨¢ nunca de la casa, pide auxilio a Beckett, que le sugiere que, tras comunicarle a Lembke que ¨¦l no lo podr¨¢ recibir porque estar¨¢ fuera de Par¨ªs por mucho tiempo, le d¨¦ dinero de sobras para que vuelva al penal. ¡°El prisionero¡± acepta los francos y sale en busca, dice, del sol del sur de Francia (donde se perder¨¢ su pista).
La historia del hombre helado de fr¨ªo habr¨ªa podido ser un episodio m¨¢s de la vida de Beckett de no haber sido por la extrema curiosidad de Erika Tophoven
La historia del hombre helado de fr¨ªo habr¨ªa podido ser un episodio m¨¢s de la vida de Beckett de no haber sido por la extrema curiosidad de Erika Tophoven ¡ªtraductora can¨®nica de Beckett al alem¨¢n¡ª, quien, d¨¦cadas despu¨¦s de aquello y habiendo ya rebasado la edad de ochenta a?os, decidi¨® averiguar qui¨¦n estaba detr¨¢s de aquel destemplado Lembke y comenz¨® a descubrir una asombrosa trama de suplantaciones, estafas y alucinantes cambios de identidad en una larga fuga sin fin por toda Europa: unas historias que, para entendernos, superan en ingenio y arrojo a las de cualquier h¨¦roe de ficci¨®n de nuestro tiempo, como Jason Bourne por ejemplo.
La investigaci¨®n llev¨® lejos a la gran Erika Tophoven, de sorpresa en sorpresa, y le permiti¨® reconstruir en su brillante libro Godot entre rejas (Hurtado & Ortega, traducci¨®n de Juan de Sola) la tortuosa vida del estafador y con ella la historia de la Europa de aquellos d¨ªas. La muy minuciosa investigaci¨®n de Erika Tophoven guarda ciertas afinidades con las laber¨ªnticas indagaciones de Modiano en Dora Bruder, ¨® de Mart¨ªnez de Pis¨®n en Filek, y va reencontrando con gracia el clima de impostura general que domin¨® aquella ¨¦poca tan sombr¨ªa de Europa, lo que a la larga nos permite comprender por qu¨¦ en realidad d¨®nde mejor pod¨ªa vivir oculto el estafador Lembke era en un escenario, entre rejas y bambalinas, disfrazado de paria que esperaba a Godot.