Los ni?os tristones

La mayor¨ªa de las pel¨ªculas son hijas de su tiempo. De sus convenciones de estilo, de tono, de sensibilidad. Hijas de los profesionales que las hacen, pero tambi¨¦n hijas de las sociedades que las reciben. Las tres versiones cinematogr¨¢ficas m¨¢s relevantes del libro de Frances Hodgson Burnett El jard¨ªn secreto, publicado por entregas a partir de 1910, as¨ª lo revelan. La dirigida por Fred M. Wilcox en 1949, producida por Metro-Goldwyn-Mayer, entraba en la senda del g¨®tico, del misterio a trav¨¦s de los claroscuros de la luz y presentaba a unos cr¨ªos m¨¢s redichos que espont¨¢neos. La de 1993...

La mayor¨ªa de las pel¨ªculas son hijas de su tiempo. De sus convenciones de estilo, de tono, de sensibilidad. Hijas de los profesionales que las hacen, pero tambi¨¦n hijas de las sociedades que las reciben. Las tres versiones cinematogr¨¢ficas m¨¢s relevantes del libro de Frances Hodgson Burnett El jard¨ªn secreto, publicado por entregas a partir de 1910, as¨ª lo revelan. La dirigida por Fred M. Wilcox en 1949, producida por Metro-Goldwyn-Mayer, entraba en la senda del g¨®tico, del misterio a trav¨¦s de los claroscuros de la luz y presentaba a unos cr¨ªos m¨¢s redichos que espont¨¢neos. La de 1993, producida por Francis Ford Coppola para la Warner a trav¨¦s de su American Zoetrope, y dirigida por una entonces en la cima Agnieszka Holland tras los ¨¦xitos consecutivos de Europa, Europa y Olivier, Olivier, alcanzaba el encanto de su sobrenatural enclave por medio de la pureza de la puesta en escena y por las tomas aceleradas de los procesos inherentes de crecimiento de plantas y flores, con fragmentos propios del documental de naturaleza de aquellos a?os.

La fantas¨ªa en digital tiene poco o nulo misterio en la versi¨®n de Munden

La de 2020, comandada por Marc Munden, su segundo trabajo para cine tras una amplia experiencia en miniseries para la televisi¨®n brit¨¢nica, se ampara en la dudosa magia de los efectos digitales, que parecen resolver cualquier reto visual pero que tantas veces hunden la verdadera creatividad bajo una impostura antiest¨¦tica, y tiene ese tono afligido que por desgracia ha caracterizado al cine infantil de la ¨²ltima d¨¦cada y media.

La fantas¨ªa en digital tiene poco o nulo misterio en la versi¨®n de Munden, y la casa maldita que mat¨® a la madre y casi lo consigue con el hijo carece de capacidad para el horror. De modo que el ¨²nico pasaje en provocar una pizca de inquietud, tambi¨¦n lamentable signo de los tiempos, aunque esto por pura casualidad, es el inicial, cuando el c¨®lera mataba seres humanos a riadas en el a?o 1947, ¨¦poca a la que se ha trasladado la historia original de Hodgson Burnett, en v¨ªsperas de la separaci¨®n entre India y Pakist¨¢n.

Historia de adultos afligidos y ni?os mustios, esta traslaci¨®n de El jard¨ªn secreto es m¨¢s tristona que dolorosa. Sin el componente de nobleza serena que puede tener la amargura, y que nunca posee la tristura.