Antonio Vega, el consentido
Pocos artistas gozaron de la tolerancia otorgada al m¨²sico madrile?o, entre el p¨²blico, los medios y la industria
Me lo han planteado en Latinoam¨¦rica: ¡°?Qui¨¦n es su consentido?¡±. Logr¨¦ entender que se refer¨ªan a mi artista favorito (o favorita), la figura a la que perdonar¨ªa todo. No me discutir¨¢n que suena m¨¢s bonito que nuestro t¨ªpico: ¡°?De qui¨¦n eres fan?¡±. Naturalmente, uno se pon¨ªa campanudo y respond¨ªa que un cr¨ªtico musical, por principio, debe ser imparcial, sin artistas mimados ni, ya puestos, detestados.
La realidad, sabemos, es mucho m¨¢s compleja: se ama y se odia, a menudo por razones extramusicales. Lo he recordado al escuchar la reedici¨®n ampliada de Escapadas (Warner). En su ...
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Me lo han planteado en Latinoam¨¦rica: ¡°?Qui¨¦n es su consentido?¡±. Logr¨¦ entender que se refer¨ªan a mi artista favorito (o favorita), la figura a la que perdonar¨ªa todo. No me discutir¨¢n que suena m¨¢s bonito que nuestro t¨ªpico: ¡°?De qui¨¦n eres fan?¡±. Naturalmente, uno se pon¨ªa campanudo y respond¨ªa que un cr¨ªtico musical, por principio, debe ser imparcial, sin artistas mimados ni, ya puestos, detestados.
La realidad, sabemos, es mucho m¨¢s compleja: se ama y se odia, a menudo por razones extramusicales. Lo he recordado al escuchar la reedici¨®n ampliada de Escapadas (Warner). En su versi¨®n original, publicada en 2004, ten¨ªa mucho sentido: juntaba once interpretaciones dispersas de Antonio Vega, entre duetos y versiones de temas de diverso origen. Inclu¨ªa cimas como su lectura del Romance de Curro el Palmo serratiano o la iluminaci¨®n del evasivo Se dejaba llevar por ti, a medias con Ketama. Sab¨ªa meterse bajo la piel de composiciones ajenas, sin recurrir al truco habitual de los homenajes actuales: la ralentizaci¨®n que ahora pasa por gravitas.
Ten¨ªa un ego saludable y una percepci¨®n aguda de su propio valor
La nueva edici¨®n cuenta con un emotivo texto de Carlos Vega, hermano del difunto: ¡°Las escapadas de Antonio lo fueron siempre desde la generosidad y la humildad y nunca desde un inter¨¦s de promoci¨®n personal. Siempre estuvo ah¨ª donde cualquier m¨²sico o artista lo solicitara. Y digo cualquier porque no tuvo nunca ning¨²n filtro en cuanto a la relevancia del artista que se lo ped¨ªa. Nunca escuch¨¦ a Antonio decir que no a una colaboraci¨®n¡±.
Bueno, s¨ª. Pero yo tambi¨¦n vi a Antonio subirse por las paredes ante algunas de las propuestas externas que le llegaban. Ten¨ªa un ego saludable y una percepci¨®n aguda de su propio valor. Le indignaba que algunos famosos colegas, que seguramente vend¨ªan cifras que ¨¦l nunca alcanzar¨ªa, le requirieran para terminar una canci¨®n o meter una voz, casi como un capricho estelar.
Claro que este Antonio Vega furioso resid¨ªa entonces en un c¨®modo chalet, situado en una urbanizaci¨®n tranquila de la capital. Se pod¨ªa permitir elegir. Pero luego, seg¨²n se degrad¨® su calidad de vida, se mostr¨®, uh, m¨¢s flexible ante las propuestas de contribuir a los discos de otros: como los conciertos en pubs, supon¨ªan dinero fresco para sus urgencias.
Y eso se nota en la edici¨®n deluxe de Escapadas. Se han a?adido diez canciones al disco original y, me temo, la calidad media se despe?a. Cierto, cierto: hay dos o tres duetos valiosos, pero abundan las piezas ¡°a lo Antonio Vega¡± que, incluso con su presencia, carecen de pellizco. Hubiera mejorado de enfocarse como una recopilaci¨®n exhaustiva: duele la ausencia de Ansiedad, el bolero venezolano encargado para Boom boom, la pel¨ªcula de Rosa Verg¨¦s. Tambi¨¦n se palpa la, supongo, escasez presupuestaria para este tipo de proyectos: en los cr¨¦ditos de la mayor¨ªa de grabaciones no encuentras la lista de m¨²sicos participantes, ya ni hablar de fotos o testimonios.
Tampoco hay que asombrarse. Incluso cuando estaba entre nosotros, se practicaba el blanqueamiento con Antonio Vega. Atenci¨®n, no hablo de la parte truculenta de su existencia, seguramente m¨¢s cruda de lo que imagin¨¢bamos. Me refiero a valoraciones musicales, apreciables por cualquiera con los o¨ªdos limpios. El adelgazamiento de sus discos, cada vez con m¨¢s relleno y menos chicha. El deterioro de sus facultades. Los conciertos pat¨¦ticos.
?Hubiera cambiado algo? Quiero creer que s¨ª: Antonio era extremadamente inteligente y modulaba su comportamiento de acuerdo con lo que ten¨ªa delante. Pero todos tend¨ªamos a callar, ocultar, disculpar. Despu¨¦s de todo, era nuestro consentido.