La revuelta obrera que escondi¨® la burbuja del 92
Un filme de Luis L¨®pez Carrasco sobre el incendio del Parlamento de Murcia compite en el Festival de R¨®terdam
El a?o 1992 fue el del quinto centenario del descubrimiento de Am¨¦rica, el de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona, la Expo de Sevilla, el nacimiento del IBEX 35 y la firma del Tratado de Maastrich. Tambi¨¦n fue el a?o en que la Asamblea Regional de Murcia ardi¨® en llamas. Los c¨®cteles molotov de una revuelta obrera contra los cierres de f¨¢bricas durante la reconversi¨®n industrial empa?aban durante unos instantes la imagen de progreso y modernidad de una Espa?a que prefiri¨® mirar hacia otro lado.
Cuando d¨¦cadas despu¨¦s Luis L¨®pez Carrasco (Murcia, 1981) coment¨® a sus padres el conflicto ocurrido en su regi¨®n, descubri¨® que no sab¨ªan de qu¨¦ estaba hablando. ¡°Me dec¨ªan que me lo hab¨ªa inventado. Como el Parlamento est¨¢ en Cartagena y nosotros viv¨ªamos en la capital, no le prestaron demasiada atenci¨®n¡±, recuerda el director a EL PA?S. En su memoria infantil, ajena a centralismos y a las euforias ol¨ªmpicas y europe¨ªstas del momento, el suceso hab¨ªa quedado grabado por pura coincidencia. Poco antes de los disturbios de ese mes de febrero, hab¨ªa tenido que colorear la fachada del edificio en la escuela. Ahora intenta recuperar esta historia olvidada en su segundo largometraje, El a?o del descubrimiento. Su estreno mundial forma parte de la secci¨®n competitiva del festival de R¨®terdam, que se est¨¢ celebrando en estos d¨ªas y hasta el 2 de febrero.
Como ya hiciera en 2013 con su debut El futuro, L¨®pez Carrasco vuelve a jugar con el g¨¦nero documental. Si entonces recre¨® una fiesta en la Espa?a de los 80 en la que se colaba una esc¨¦ptica mirada sobre la efervescencia de la ¨¦poca, esta vez graba un di¨¢logo entre dos generaciones en el bar cartagenero de La Tana. ¡°Ra¨²l Liarte, guionista y ayudante de direcci¨®n de la pel¨ªcula, dice a menudo que probablemente nadie nunca haya puesto una c¨¢mara en este lugar hasta ahora ni vaya a volver a ponerse en los pr¨®ximos cien a?os¡±, comenta el director desde la ciudad neerlandesa.
Entre ca?as y tazas de caf¨¦ transcurren los testimonios reales de m¨¢s de 40 personas procedentes de los barrios perif¨¦ricos de Cartagena y La Uni¨®n. Espoleados por los comentarios de pu?ado de actores y las preguntas del equipo de la pel¨ªcula, hablan durante 200 minutos de crisis econ¨®mica, lucha sindical, depresi¨®n y olvido. ¡°La intenci¨®n es intentar siempre enriquecer el relato que nos hemos dado a nosotros mismos¡±, se defiende el cineasta, ante la posibilidad de convertirse ¡°en el aguafiestas oficial¡± que rompe los mitos sobre los que se construye la Espa?a reciente. Cuenta que hace este tipo de cine porque, tras las consecuencias de la crisis de 2008 y con los 30 a?os ya cumplidos, descubri¨® que ¡°lo que hasta ese momento parec¨ªa s¨®lido en el pa¨ªs ten¨ªa en realidad la profundidad de un papel de peri¨®dico¡±.
Antes de esa inc¨®moda epifan¨ªa, ya hab¨ªa fundado el colectivo Los Hijos, junto a Javier Fern¨¢ndez V¨¢zquez y Natalia Mar¨ªn, compa?eros de la Escuela de Cinematograf¨ªa y del Audiovisual de Madrid (ECAM) en la que se hab¨ªan formado. La intenci¨®n era desaprender lo aprendido, ¡°algo a lo que est¨¢ obligado cualquier estudiante que busca hacerse con una voz propia¡±. Aunque ha pasado el tiempo en todos los sentidos, El a?o del descubrimiento mantiene parte de esa alergia a la ortodoxia.
Las d¨¦cadas se difuminan de forma deliberada en la extensa y coral conversaci¨®n de bar que compone la pel¨ªcula. Rodadas en un formato noventero como el Hi8 y con un ambiguo uso del maquillaje y el vestuario, se intercalan las opiniones de sus protagonistas. Por un lado, las de los veteranos que vivieron las revueltas del 92 -¡°Espa?a estaba en la ostentaci¨®n mientras aqu¨ª nos est¨¢bamos arruinando¡±, dice uno de ellos durante el metraje-. Sus memorias se complementan con las de los j¨®venes de la zona, que solo han conocido la precariedad. ¡°Cargan con una desolaci¨®n impropia de su edad¡±, apunta el cineasta. La est¨¦tica de bar de barrio remata la construcci¨®n de este limbo temporal.
Entre charla y charla sobre asuntos del pasado, el director desliza cuestiones actuales, como el feminismo y la visibilidad de las enfermedades mentales. Pero las palabras de los personajes de su pel¨ªcula le imponen una realidad inesperada. ¡°Una de nuestras sorpresas que nos llevamos fue detectar en directo c¨®mo la ultraderecha y los discursos racistas estaban calando en determinadas partes de la poblaci¨®n¡±, recuerda sobre un rodaje que tuvo lugar muy pocas semanas antes de que Vox lograra representaci¨®n en el Parlamento andaluz en diciembre de 2018. ¡°La otra conclusi¨®n inesperada fue la enorme herencia del franquismo; sigue influyendo en muchas m¨¢s personas de lo que imagin¨¢bamos¡±.
Esa forma poco habitual de hacer cine, explica, est¨¢ ideada para que en plat¨® sucedan cuestiones inesperadas que la imaginaci¨®n de un guionista no es capaz de crear. En este caso, las palabras de los que no son actores terminaron por ocupar mucho m¨¢s tiempo en pantalla del planeado al principio del proyecto. As¨ª es como ha terminado reconstruyendo un hecho olvidado que en estos momentos no pasar¨ªa desapercibido: ¡°Ahora estamos acostumbrados a estar rodeados de un relato medi¨¢tico y pol¨ªtico muy tenso. A cualquier conflicto se le da una dimensi¨®n catastr¨®fica. ?Qu¨¦ ocurrir¨ªa hoy si arde un parlamento regional con el nivel de crispaci¨®n que hay en los partidos y en los medios de comunicaci¨®n?¡±, se pregunta L¨®pez Carrasco.
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