Alexandre Desplat, el compositor m¨¢s deseado del cine de autor
Ganador del Oscar por ¡®El gran hotel Budapest¡¯ y ¡®La forma del agua¡¯, el m¨²sico franc¨¦s estrena ¡®La cr¨®nica francesa¡¯, de nuevo con Wes Anderson. ¡°Soy un colaborador m¨¢s para sacar adelante un filme, pero defiendo mi integridad como artista¡±, explica
Pocos creadores f¨ªlmicos tienen el respeto de sus compa?eros de profesi¨®n como el obtenido por el m¨²sico Alexandre Desplat (Par¨ªs, 60 a?os). Compositor de un estilo org¨¢nico, en contraposici¨®n a otros m¨²sicos que usan el ordenador para multiplicar la duraci¨®n de sus obras, Desplat ha orquestado casi 200 pel¨ªculas. Y reina tanto en el cine indie estadounidense ¡ªsus dos Oscar (de 11 candidaturas) los obtuvo por El gran hotel Budapest, de Wes Anderson, y La forma del agua, de Guillermo del Toro, directores que, comenta, adora¡ª y como el de autor europeo. Todo lo ha logrado encerrado en su estudio en Par¨ªs, desde el que atendi¨® este jueves a EL PA?S por videollamada... 24 horas m¨¢s tarde de lo planeado: el maestro se despist¨®.
Desplat aparece en pantalla comentando su partitura para La cr¨®nica francesa, de Wes Anderson, su ¨²ltimo estreno en Espa?a. ¡°Trabajo con ¨¦l de manera muy distinta al resto. Y en el caso de La cr¨®nica francesa, a¨²n m¨¢s. No empec¨¦ a componer hasta ver la pel¨ªcula acabada, cuando habitualmente empiezo antes, guion en mano, o a mitad del rodaje. Creo ideas, demos en el ordenador, y se las envi¨® a ¨¦l. Wes elige las que m¨¢s le atraen, las orquesto y vuelvo con ellas, ahora ya a la sala de montaje. All¨ª las interpreto con m¨²sicos delante de Wes y ajustamos con las im¨¢genes, como si fuera una pieza precisa de un reloj suizo. Retorno a mi estudio y afino. Habitualmente no hago tantos pasos¡±, desmenuza. De paso, confirma, en estos momentos est¨¢ componiendo la partitura que acompa?ar¨¢ a Asteroid City, el neow¨¦stern que ha filmado hasta el pasado viernes Anderson en Chinch¨®n, a las afueras de Madrid. ¡°No pude acercarme al rodaje, y eso que trabaj¨¦ en Mallorca, aunque andaba desbordado. L¨¢stima, porque los decorados ten¨ªan un aspecto...¡±. Para acabar con La cr¨®nica francesa, Desplat recuerda su primera sensaci¨®n libreto en mano. ¡°Cuando le¨ª el guion le dije eso a Wes: ¡®Has escrito algo absolutamente dada¨ªsta¡¯. Por provocador, por inesperado... Me pareci¨® dad¨¢. E intent¨¦ reflejarlo con los instrumentos que he utilizado en cada pieza, que todo suene insospechado para el espectador¡±.
Entre bromas y veras, Alberto Iglesias ¡ªsu trabajo se escucha ahora en las salas gracias a Madres paralelas y Maixabel¡ª dec¨ªa que a veces un m¨²sico es tambi¨¦n due?o de los silencios en las pel¨ªculas para las que compone. ¡°Me encanta esta frase¡±, comenta Desplat. ¡°Alberto es un grande. Un d¨ªa Almod¨®var me dijo que si no estuviera Alberto me habr¨ªa llamado probablemente, y los dos coincidimos en que ten¨ªa que conservar a Alberto [risas]. Me gusta ver a creadores como Pedro, leales a sus colaboradores. Para m¨ª, un m¨²sico debe entender la fuerza de las melod¨ªas y de los silencios. Y combinarlos. Yo lo veo en el trabajo con Roman Polanski. La m¨²sica puede preparar al espectador antes de una secuencia, o acompa?arle a trav¨¦s de ella. La m¨²sica y el silencio marcan el estilo. Pocos directores, como s¨ª lo hacen Roman o Wes, entienden este equilibrio¡±.
Alma europea
Estas reflexiones acent¨²an la diferencia entre Desplat y la corriente principal de compositores, especialmente los estadounidenses. Desplat, de maneras diplom¨¢ticas e ingl¨¦s pausado, intercede: ¡°Me siento muy europeo. Pero mis padres [franc¨¦s y griega] se casaron en Estados Unidos. Me pas¨¦ mi juventud escuchando jazz, viendo pel¨ªculas americanas¡±. Y coleccionando discos de bandas sonoras de Bernard Herrmann para Hitchcock. ¡°Sin embargo, me crie en Francia, estudi¨¦ aqu¨ª. Desde que empec¨¦ a componer para el cine estadounidense hacia 2004 [con Reencarnaci¨®n, de Jonathan Glazer] nunca he dejado de aceptar encargos europeos. Mis ra¨ªces y mi inspiraci¨®n siguen aqu¨ª. ?Y con qui¨¦n trabajo? Sobre todo, con cineastas como Win Wenders, Jacques Audiard, Stephen Frears, Matteo Garrone... Me gusta combinar en ambos lados¡±. ?Eso no le convierte en un descendiente de Michel Legrand? ¡°No pienso tanto en ¨¦l como en una combinaci¨®n de creadores como Henry Mancini, Maurice Jarre o Georges Delerue, influidos por el jazz y la world music¡±. ?Y no le importa d¨®nde escucha el p¨²blico sus piezas: en el cine, en casa, en la tablet? ¡°Claro que me preocupa, aunque lo fundamental es que me escuchen [r¨ªe]. Todav¨ªa me sorprende que alguien lo haga, y me emociona¡±.
Desplat, una estrella en su campo, no deja de subrayar, en cambio, que lo fundamental es siempre la pel¨ªcula. ¡°Cuando me siento ante un cineasta, somos dos seres humanos iguales. Pero como compositor soy un colaborador m¨¢s para sacar adelante el filme, soy una pieza m¨¢s de la maquinaria del reloj. Desde luego, defiendo mi integridad como artista, y recuerdo que Jarre explicaba que su trabajo era construir puentes entre ¨¦l y el director. Me apunto a eso¡±. Hasta que llega alguien tan explosivo como Del Toro [carcajada de Desplat]. ¡°Es un genio, sus pel¨ªculas son pura emoci¨®n porque nacen de su inmenso coraz¨®n. Cuidado, no sentimental. Ni Guillermo ni Wes caen en ello¡±.
Por culpa de desajustes de calendario, Desplat no pudo componer dos encargos: la superproducci¨®n Black Widow y El callej¨®n de las almas perdidas, de Del Toro. ¡°Si estoy en un proyecto, me vuelco en ¨¦l. Sea un ballet, una pieza para orquesta, una partitura para la pantalla. Y no mezclo. Eso y la covid me han impedido seguir en esos encargos¡±. En cambio, como colabora en Pinocchio, el filme de stop-motion del mexicano, Desplat ha recuperado una de sus primigenias pasiones: la composici¨®n de canciones, abandonada desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas: ¡°Pues s¨ª, he escrito el tema principal. Es muy emocionante... Recuerdo que con 23, 24 a?os, compuse un tema que fue un exitazo en Francia. Y una ma?ana fui al taller donde estaban arreglando mi coche, y el mec¨¢nico estaba cantando mi canci¨®n. Qu¨¦ momento. No hay nada igualable a ese sentimiento¡±.
Babelia
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