Muere a los 96 a?os Etel Adnan, la maestra de la abstracci¨®n sencilla
La artista francolibanesa ha muerto en Par¨ªs, tras alcanzar el reconocimiento p¨²blico hace una d¨¦cada
La creadora Etel Adnan (Beirut, 1925) tuvo que esperar a la vejez para liberarse de las manidas y a menudo sesgadas etiquetas del exotismo con las que muchos intentaron definir su fecunda carrera. Escritora, periodista, poeta, pintora, activista aun sin pretenderlo, Adnan obtuvo el reconocimiento del mundo del arte bien avanzados los ochenta, cuando por fin dej¨® de ser una anomal¨ªa mestiza que no encajaba en ninguna clasificaci¨®n al uso y pas¨® a ser considerada una represent...
La creadora Etel Adnan (Beirut, 1925) tuvo que esperar a la vejez para liberarse de las manidas y a menudo sesgadas etiquetas del exotismo con las que muchos intentaron definir su fecunda carrera. Escritora, periodista, poeta, pintora, activista aun sin pretenderlo, Adnan obtuvo el reconocimiento del mundo del arte bien avanzados los ochenta, cuando por fin dej¨® de ser una anomal¨ªa mestiza que no encajaba en ninguna clasificaci¨®n al uso y pas¨® a ser considerada una representante destacada, si bien obstinadamente ignorada, de las escuelas tard¨ªas de la abstracci¨®n. Sin embargo, el verdadero reconocimiento no le lleg¨® hasta esta ¨²ltima d¨¦cada, cuando se multiplicaron los homenajes tras ser incluida en la Documenta de 2012. La en¨¦sima consagraci¨®n, ya la definitiva, fue la exposici¨®n que el museo Guggenheim de Nueva York le dedica, al lado de otra de Vasili Kandinsky, hasta el pr¨®ximo 10 de enero. Una muestra que le servir¨¢ de epitafio: Adnan ha muerto en Par¨ªs, a¨²n activa, a los 96 a?os, ha anunciado este domingo su pareja, la escultora libano-estadounidense Simone Fattal.
El tornasol poli¨¦drico que fue la trayectoria de Adnan fue aquilat¨¢ndose hasta reducir su opulencia ¡ªllena de peripecias como un periplo hom¨¦rico¡ª a la sencillez m¨¢s extrema, rayana en el minimalismo. Adnan dio con la nueva medida de la luz, parafraseando el t¨ªtulo de la muestra del Guggenheim: la suya es una paleta redescubierta, b¨¢sica y sumaria, exenta de todo aditivo, porque los artificios fueron siempre ajenos a ella. Vivi¨® toda su vida despoj¨¢ndose: de estilo, de formatos, incluso de ra¨ªces. Alguien que fue capaz de renunciar a una de sus lenguas maternas, el franc¨¦s, por su rechazo al papel de Francia en la guerra de Argelia demostraba con el gesto lo contingente y accesorio de las razones del ser.
Arab¨®fona de nacimiento, Adnan, que estudi¨® y se form¨® en franc¨¦s, comenz¨® a escribir poemas en ingl¨¦s ¡ªmuchos de ellos, rabiosos gritos contra la guerra de Vietnam¡ª despu¨¦s de echar ra¨ªces en California, en una de sus tantas idas y venidas vitales y art¨ªsticas, de L¨ªbano a EE UU, de Am¨¦rica a Francia. Su peregrinaje fue una forma de mestizaje que sustituy¨® al geneal¨®gico: sus padres fueron un alto funcionario damasceno venido a menos del imperio Otomano y una griega ortodoxa nacida en Esmirna (actual Turqu¨ªa). M¨¢s hibridaci¨®n, imposible.
Puede que el hecho de ser mujer, y de situarse voluntariamente en la retaguardia, la haya privado de figurar en el olimpo de la intelectualidad ¨¢rabe, pero sus reflexiones acerca de la influencia del colonialismo -y por extensi¨®n, de las cadenas del orientalismo- est¨¢n a la altura de conspicuos contempor¨¢neos y coterr¨¢neos como el insigne Edward Said. Porque, como el conocido intelectual, Adnan enunci¨® la otredad cultural con el contrapunto de la mundanidad cr¨ªtica. Su testamento literario se halla en la novela Sitt Marie Rose, de 1977, un cruel relato de la intolerancia religiosa en su pa¨ªs natal y del efecto de esta en las mujeres; un grito de rabia contra la discriminaci¨®n sectaria y de g¨¦nero, como una fina lluvia que cala los huesos: todos los modos del desd¨¦n para oscurecer y maniatar a las mujeres. En castellano tiene traducido el libro Amoroso uno se transforma en p¨¢jaro (La Cama Sol), una perfecta muestra de su voz po¨¦tica, que discurre, cual remansos de un r¨ªo, en los tres idiomas que transit¨®: el ingl¨¦s, el ¨¢rabe y el franc¨¦s.
Adnan debut¨® en la creaci¨®n como escritora, pero no tard¨® en coger los pinceles. Nunca abandonar¨ªa del todo ninguna de las disciplinas, aunque se ubicar¨ªa m¨¢s decididamente en la menos ideol¨®gica a priori: la pl¨¢stica. Empez¨® a pintar en 1958, ya asentada en California, adonde hab¨ªa llegado para realizar un posgrado y donde acab¨® trabajando como profesora universitaria durante d¨¦cadas. Como fuente de inspiraci¨®n, eligi¨® el monte Tamalpais, cercano a San Francisco. El accidente geogr¨¢fico recorre su obra pict¨®rica, en reiteradas reencarnaciones; durante a?os pint¨® el monte en vivo; luego desde Par¨ªs, adonde volvi¨® desde L¨ªbano, una etapa intermedia en su vida que coincidi¨® con el inicio de la guerra civil (1975-1990) y con una nueva incursi¨®n en el periodismo en sus dos idiomas maternos, el ¨¢rabe y el franc¨¦s. Finalmente radicada en Par¨ªs, sigui¨® recreando el Tamalpais, siempre supeditado a un sol rotundo y metaf¨ªsico.
La comisaria de la Documenta 13, Carolyn Christov-Bakargiev, vio su obra en una galer¨ªa de Beirut en 2010 y decidi¨® exponerla en Kassel. Adnan mostr¨® all¨ª ¨®leos abstractos y una selecci¨®n de leporellos, libritos de formato acorde¨®n, plegables, ilustrados con sus dibujos y poemas, media docena de los cuales pueden verse ahora en la muestra neoyorquina. Kassel fue su consagraci¨®n, y desde entonces las principales galer¨ªas, como la parisiense LeLong, y los mayores museos del mundo le abrieron sus puertas, ya no como ex¨®tica representante de una cultura nacional y maltrecha como la libanesa, ni siquiera de otra m¨¢s regional como la ¨¢rabe, sino como artista internacional sin cors¨¦s. Nonagenaria, expuso en el Whitney de Nueva York, en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Massachusetts o en las Serpentine Galleries de Londres, hasta llegar a la muestra del Guggenheim, punto y final de una carrera mucho m¨¢s grande incluso que su obra.