Bob Dylan y la leyenda del fontanero
La misteriosa vida del cantautor ha alimentado abundantes mitos urbanos. Uno de los m¨¢s difundidos es sobre un encuentro que nunca se produjo con el cantante de Eurythmics
Es bien sabido que Bob Dylan tiene fama de mis¨¢ntropo. Puede explicarse, cierto, por la descomunal devoci¨®n que despertaba en los a?os sesenta, como gur¨² generacional. Aquellos eran malos tiempos para los l¨ªderes sociales: recuerden los asesinatos de los Kennedy, Malcolm X o Martin Luther King. Bob decidi¨® desaparecer en las monta?as, all¨¢ por Woodstock.
De vuelt...
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Es bien sabido que Bob Dylan tiene fama de mis¨¢ntropo. Puede explicarse, cierto, por la descomunal devoci¨®n que despertaba en los a?os sesenta, como gur¨² generacional. Aquellos eran malos tiempos para los l¨ªderes sociales: recuerden los asesinatos de los Kennedy, Malcolm X o Martin Luther King. Bob decidi¨® desaparecer en las monta?as, all¨¢ por Woodstock.
De vuelta a la vida p¨²blica, para atajar el endiosamiento, Dylan fue perfeccionando un estilo particular de comunicaci¨®n verbal: ir¨®nico, cortante, tangencial. Su management toma medidas para evitar conversaciones con extra?os durante las giras, pero Bob raciona las palabras incluso cuando convoca a m¨²sicos para ensayos o grabaciones.
Un librito titulado Encounters with Bob Dylan recoge unas cincuenta colisiones entre el artista y sus seguidores. El resultado tiende a lo hilarante, sean personajes relativamente famosos o ciudadanos de a pie. Falta, eso s¨ª, el m¨¢s legendario de los encuentros. Su protagonista es conocido como Dave El Fontanero. De fondo, la amistad de Dylan con Dave Stewart, mitad de Eurythmics y m¨²sico muy activo por su cuenta. Stewart y Bob se conocieron en Los ?ngeles a mediados de los ochenta y congeniaron. El ingl¨¦s le invit¨® a que visitara su estudio de grabaci¨®n la pr¨®xima vez que estuviera por Londres.
En Londres comienza la historia. Dylan pide a un taxista que le lleve a la direcci¨®n que le dio Stewart. Cuando llega a la puerta, le atiende una mujer amable: ¡°?Est¨¢ Dave?¡±. ¡°No, pero vuelve enseguida. Pasa a esperarle¡±. Por error, ha llamado a la casa de un fontanero que se llama¡ Dave. Que aparece un rato m¨¢s tarde. Y pregunta: ¡°?Alg¨²n aviso?¡±. Ella responde: ¡°No, pero en la salita est¨¢ esperando Bob Dylan, tomando un t¨¦¡±.
Perfecta combinaci¨®n: el laconismo de Dylan y la imperturbabilidad inglesa. Tan apetitosa que inspir¨® un cortometraje, Bob Dylan: Knockin¡¯ on Dave¡¯s door, que fue emitido por el canal Sky Arts.
Sus autores se curaban en salud: formaba parte de una serie titulada Mitos urbanos. Los defensores de la veracidad del relato tienen una explicaci¨®n. The Church, el estudio de Dave Stewart, es un edificio inconfundible, una iglesia desacralizada, en el 145 de Crouch Hill. Seguramente, alegan los creyentes, el taxista le llev¨® a Crouch End Hill o Crouch Hall, calles cercanas. Hmmm. Para conseguir la licencia, a los futuros taxistas se les exig¨ªa un conocimiento enciclop¨¦dico del callejero londinense; dif¨ªcilmente cometer¨ªan ese error. M¨¢s a¨²n, ni en Crouch End Hill ni en Crouch Hall existe el n¨²mero 145.
Aparte, nadie confirma la an¨¦cdota: nunca se han materializado Dave El Fontanero o su esposa. Y no hablan Dylan o Stewart. Ciertamente, hubo colaboraciones entre ambos: Stewart ha grabado canciones hechas a medias que suenan eminentemente dylanianas. El ingl¨¦s tambi¨¦n se empe?¨® en que Dylan perdiera el miedo a hacer v¨ªdeos promocionales y lo sac¨® a las calles londinenses.
Si conocen el clip de Blood In My Eyes, ya saben que contiene cosas extraordinarias. Y no me refiero a la indumentaria de Dylan, con guantes y sombrero de copa. Lo llamativo es que Bob firma aut¨®grafos, se hace fotos con viandantes, charla en caf¨¦s. Como si intentara demostrar que no es precisamente hura?o. Teatro, puro teatro.