Nancy Huston: ¡°Las mujeres deber¨ªamos hacer algo m¨¢s que llorar en el imaginario b¨¦lico¡±
La relevante pensadora y escritora canadiense afincada en Francia indaga en su nueva novela en c¨®mo los abusos y la dominaci¨®n masculina han marcado la construcci¨®n de lo femenino
La escritora Nancy Huston (Calgary, 1953) no cree en la debatida hip¨®tesis de que si las mujeres gobernaran el mundo, no habr¨ªa guerras como la que estamos viviendo en Ucrania. ¡°Es imposible pensar que las mujeres gobernaremos el mundo. Para hacerlo tendr¨ªamos que ser despiadadas, fuertes y caminar sobre las cabezas de los dem¨¢s. Si estamos condenados como especie a sufrir esta violencia tambi¨¦n es por culpa de las mujeres: durante miles de a?os hemos escogido a hombres implacables para protegernos¡±, afirma.
La autora de Marcas de nacimiento o ...
La escritora Nancy Huston (Calgary, 1953) no cree en la debatida hip¨®tesis de que si las mujeres gobernaran el mundo, no habr¨ªa guerras como la que estamos viviendo en Ucrania. ¡°Es imposible pensar que las mujeres gobernaremos el mundo. Para hacerlo tendr¨ªamos que ser despiadadas, fuertes y caminar sobre las cabezas de los dem¨¢s. Si estamos condenados como especie a sufrir esta violencia tambi¨¦n es por culpa de las mujeres: durante miles de a?os hemos escogido a hombres implacables para protegernos¡±, afirma.
La autora de Marcas de nacimiento o Reflejos en el ojo de un hombre, relevante pensadora canadiense afincada en Francia desde los a?os setenta y no exenta de pol¨¦micas por defender cierto esencialismo biol¨®gico en las encrucijadas del feminismo y el progreso contempor¨¢neos, recibe este mi¨¦rcoles a este diario en una cafeter¨ªa de Barcelona para charlar sobre su nueva novela, ?rbol del olvido, traducida al castellano por Antonio Soler en Galaxia Gutenberg y al catal¨¢n por Marta Marfany en L¡¯Altra. El libro disecciona una saga familiar en la que la felicidad es una quimera porque sus integrantes, generaci¨®n a generaci¨®n, han sido incapaces de resolver los traumas, violencias y opresiones propias o de sus antepasados.
¡°Aunque intentamos reprimir o negar los malos recuerdos porque queremos construir una mejor imagen de nosotros mismos, la violencia estuvo y estar¨¢ presente en la historia¡±, apunta. As¨ª pasa con los personajes de su novela: Shayna, la m¨¢s joven, es una afroamericana concebida a trav¨¦s de un vientre de alquiler que no perdonar¨¢ a sus padres blancos haber contribuido a la explotaci¨®n capitalista del cuerpo de su madre biol¨®gica, un enigma sin resolver durante su ni?ez y adolescencia. El padre, Joel, hijo de jud¨ªos checos que huyeron del nazismo a EE UU, no entiende la rebeli¨®n de su hija, porque como antrop¨®logo que no cree en los genes ni la razas ¡ªpero s¨ª en el poder de la voluntad humana¡ª imaginaba que con amor y educaci¨®n todo saldr¨ªa bien en su familia.
Y tambi¨¦n est¨¢ la madre adoptiva y esposa de Joel, Lily Rose, una inteligente te¨®rica feminista hija de una familia protestante acomodada que ha construido toda su existencia con base en la mirada de los hombres que la maltrataron y cuya incapacidad de gestar una vida casi la lleva a la locura. ¡°Yo no busco juzgar a nadie, si quisiera opinar habr¨ªa sido pol¨ªtica o activista del g¨¦nero. Soy novelista porque la ficci¨®n es el laboratorio moral m¨¢s interesante¡±, defiende sobre los distintos puntos de vista y reproches generacionales de su libro. ¡°Si solo hubiese explicado el punto de vista de Shayna, nos enfadar¨ªamos con sus padres. Por eso necesitaba que tambi¨¦n fu¨¦semos ellos. Es una novela polif¨®nica porque quiero entender qu¨¦ es lo que nos lleva a hacer determinadas cosas. Mi objetivo es mostrar la ambivalencia humana¡±.
Aunque Huston est¨¢ convencida de que estamos condenados a arrastrar nuestros traumas, eso no significa que no tengamos que hacer nada al respecto. ¡°El escritor James Baldwin dijo que siempre habr¨¢ dos cosas que son verdad, aunque parezcan contradictorias. Una es que siempre habr¨¢ injusticias, la otra es que siempre merecer¨¢ la pena luchar contra ellas. Y no solo habr¨¢ que reivindicar esa batalla, tambi¨¦n el amor y todas las cosas preciosas que son dignas de compartir para hacerlas posibles. Lo que no puedo es ser tan ilusa como para creer que todos estos buenos sentimientos acabar¨¢n con las guerras en el futuro. De hecho, creo que nos encaminamos a una guerra nuclear¡±, afirma tajante.
Es imposible pensar que las mujeres gobernaremos el mundo. Tendr¨ªamos que ser despiadadas. Si estamos condenados como especie tambi¨¦n es porque durante miles de a?os escogimos a hombres implacables para protegernos
Para la autora, la guerra en Ucrania confirma las ¡°peores y m¨¢s maniqueas tendencias del enfrentamiento humano¡±, en las cuales las mujeres siguen siendo estereotipadas y silenciadas. ¡°Aunque haya sido positivo ver a figuras como Ursula von der Leyen u otras mujeres acceder al poder, b¨¢sicamente lo que est¨¢ pasando es lo de siempre: dos grupos de hombres sobreentrenados enfrentados. Hombres viejos dando ¨®rdenes a hombres j¨®venes, que a su vez acaban gastando toda su energ¨ªa f¨ªsica y mental en exterminar a los del otro bando¡±. Por eso no considera que esas fotos virales de j¨®venes ucranias armadas con Kal¨¢shnikov supongan alg¨²n s¨ªntoma de igualdad productiva. ¡°Eso no es progreso. Avanzar ser¨ªa que las mujeres convenzan a los hombres de encontrar otro camino distinto al de matarse unos a otros. Las mujeres deber¨ªan hacer algo m¨¢s que llorar en el imaginario b¨¦lico. Ese es el ¨²nico papel que nos dieron desde la Il¨ªada y hasta ahora ha sido el mismo: el sufrimiento. En las fotos que est¨¢n narrando en su mayor¨ªa este conflicto, las que predominan en los medios, son las de la mujer sufriendo la guerra¡±, destaca.
¡°La vagina ha sido la casa de los horrores de la filosof¨ªa occidental¡±
La construcci¨®n femenina a trav¨¦s de los abusos y la dominaci¨®n masculina tambi¨¦n marca el tono de la ¨²ltima novela de esta disc¨ªpula de Roland Barthes. La madre adoptiva trabaja en una tesis que defiende que las grandes pensadoras contempor¨¢neas que se suicidaron o lo intentaron, como Sylvia Plath, Unica Z¨¹rn, Simone Weil o Virginia Woolf, lo hicieron porque viv¨ªan torturadas por las agresiones sexuales que padecieron. ¡°Todas las chicas manoseadas no se convierten en genios, pero la mayor parte de las geniales han sido v¨ªctimas de abusos¡±, reflexiona su protagonista. Y Huston, que est¨¢ convencida de que ¡°el 100% de las mujeres, no el 90% ni el 70%, han sufrido alg¨²n tipo de abuso o agresi¨®n sexual durante su vida¡±, no desmiente. ¡°Es una teor¨ªa de la que no estoy del todo segura como para afirmarla en un ensayo, por eso me parec¨ªa interesante escribirla aqu¨ª. Durante a?os he comprobado que un buen n¨²mero de grandes artistas hab¨ªan sufrido abusos sexuales y cargado con ese shock tremendo durante su vida, algo que casi las mata o las lleva al suicidio. Muchas feministas se enfurecer¨¢n al leer esta teor¨ªa, pero por eso mismo necesitaba escribirla¡±, apunta.
Para Huston, ¡°la vagina ha sido la casa de los horrores de la filosof¨ªa occidental¡±. Quien mejor lo simboliza en su cabeza es Gris¨¦lidis R¨¦al, una prostituta y poeta suiza a la que ella misma odi¨® durante a?os, pero a la que ha acabado etiquetando como ¡°reina de la realidad¡± y hasta ha dedicado un libro entero, que se public¨® en ingl¨¦s el pasado mes de enero. ¡°Probablemente, hizo el amor con m¨¢s de 10.000 hombres, se qued¨® embarazada 11 veces, tuvo cuatro hijos de tres padres distintos y m¨²ltiples abortos espont¨¢neos. Conoci¨® todas y cada una de las profesiones de este planeta a trav¨¦s de los hombres con los que se acost¨® y sab¨ªa qu¨¦ pasaba en la crianza de los ni?os. Eso no lo saben los hombres¡±. Por eso la reivindica. ¡°Ella representa la sabidur¨ªa. Parece que para la filosof¨ªa nacemos adulto, hombre y siempre joven. Ni los ni?os ni envejecer entran en la ecuaci¨®n. La idea del sujeto en la filosof¨ªa occidental es rid¨ªcula. De eso, precisamente, no va la vida¡±.