Muere Ron Galella, el paparazi que sac¨® de quicio a Marlon Brando y Jackie Kennedy
El fot¨®grafo que persigui¨® sin descanso a los famosos y retrat¨® el Nueva York m¨¢s mundano fallece a los los 91 a?os
A diferencia de otros colegas ansiosos por obtener el ¨¢ngulo menos favorecedor de las estrellas, el fotoperiodista y pionero de los paparazzi Ron Galella, muerto el s¨¢bado de un fallo cardiaco a los 91 a?os en Nueva Jersey, s¨®lo buscaba naturalidad, la humanidad inherente, tantas veces blindada por la fama, de unos seres a menudo irreales, envueltos en el aura de los sue?os y la servidumbre del espect¨¢culo. Pero para conseguir la cercan¨ªa, hab¨ªa que arrimarse, y Galella lo hizo tanto que una noche de ...
A diferencia de otros colegas ansiosos por obtener el ¨¢ngulo menos favorecedor de las estrellas, el fotoperiodista y pionero de los paparazzi Ron Galella, muerto el s¨¢bado de un fallo cardiaco a los 91 a?os en Nueva Jersey, s¨®lo buscaba naturalidad, la humanidad inherente, tantas veces blindada por la fama, de unos seres a menudo irreales, envueltos en el aura de los sue?os y la servidumbre del espect¨¢culo. Pero para conseguir la cercan¨ªa, hab¨ªa que arrimarse, y Galella lo hizo tanto que una noche de 1973 Marlon Brando, ya en el ocaso de su enorme carrera, le arranc¨® cinco dientes de un pu?etazo, molesto por el seguimiento al que Galella le estaba sometiendo por las calles de Chinatown. Con una tirita en el labio, sangrando a chorros, condujo hasta un hospital, recibi¨® unos cuantos puntos y se march¨® a cubrir otro evento. Otra noche recibi¨® el recadito del actor Richard Burton, que le mand¨® a un grupo de guardaespaldas para amedrentarlo.
Tanto apur¨® Galella las distancias que la viuda de Am¨¦rica, Jackie Kennedy, consigui¨® en 1981, tras una ardua batalla en los tribunales, una orden de alejamiento para ella y sus hijos, harta del acoso del fot¨®grafo. Las im¨¢genes de Jackie en 1971 huyendo de su objetivo por Central Park -jeans, su¨¦ter y bailarinas, con la media melena al viento- son el reverso de su instant¨¢nea m¨¢s famosa, que ¨¦l llam¨® su particular Mona Lisa, en la que la reina de Camelot, de medio perfil, le mira a los ojos, con una leve sonrisa que para el fot¨®grafo fue un triunfo. El premio gordo, la fotograf¨ªa m¨¢s reconocida de su carrera: Windblown Jackie (algo as¨ª como Jackie, soplada por el viento). En 2016, la revista Time defini¨® la instant¨¢nea como ¡°una de las fotos m¨¢s influyentes de la historia¡±.
¡°A m¨ª las estrellas me llaman por mi nombre. Eso es un honor¡±. Para lograr esa camarader¨ªa lleg¨® a colarse en los sitios donde no era invitado, disfrazarse de campesino griego para acercarse a su musa en la isla de M¨ªkonos, o incluso falsear acreditaciones, m¨¦todos que hoy parecen simples travesuras y que alguna noche le llevaron al calabozo, pero necesarios para conseguir otro de sus objetivos de estilo: que los personajes no supieran en ning¨²n momento que estaban siendo fotografiados y se mostrasen s¨®lo como personas. La foto ic¨®nica de Jackie en Manhattan, o la m¨¢s ¨ªntima de John Lennon y Mick Jagger en un discreto concili¨¢bulo durante una fiesta, son dos ejemplos. Ba?ados en una hermosa luz difusa, la imagen de los dos m¨²sicos es tambi¨¦n un documento postrero: fue una de las ¨²ltimas antes del asesinato del ex-Beatle.
Fiel a sus or¨ªgenes italoamericanos, Galella tambi¨¦n fue un personaje, un histri¨®n capaz de sacar punta a las an¨¦cdotas que generosamente le pon¨ªan en bandeja las estrellas. Tras el encontronazo con Marlon Brando, sigui¨® persigui¨¦ndole por las calles de Nueva York amparado bajo un casco con protecci¨®n maxilar como los que se usan en el f¨²tbol americano (la complicidad de alg¨²n colega le inmortaliz¨® de tal guisa, Nikon en ristre tras el coloso Brando). Tras recibir la orden de alejamiento de Jackie Kennedy, se dej¨® fotografiar cerca de ella, en un evento, esgrimiendo un metro para comprobar que estaba a la distancia requerida por la justicia, 25 metros. El dise?o de su residencia de Montville, donde vivi¨® con Betty, su esposa y ayudante, fallecida en 2017, era tambi¨¦n tan hiperb¨®lico que en su d¨ªa llam¨® la atenci¨®n de HBO como posible localizaci¨®n para la serie Los Soprano. Los tics del Bronx, impulsivo y franco, no le abandonaron nunca. En ese barrio, en el s¨®tano del viejo negocio paterno, mantuvo durante d¨¦cadas su laboratorio de revelado, el puntal de realidad desde el que iba y regresaba, a diario, del olimpo.
Galella ayud¨® a forjar la imagen p¨²blica, hasta la mitolog¨ªa, de astros como Elizabeth Taylor, Sophia Loren, Paul Newman, Marlon Brando, Lizza Minnelli, Barbra Streisand o Andy Warhol, puede que el m¨¢s comprensivo con ¨¦l por aquello de los 15 segundos (un par de clics) de fama. Asiduos ambos a las noches de farra de Studio 54, el artista le llamaba ¡°mi fot¨®grafo favorito¡±. ¡°Tenemos la misma enfermedad social¡±, respond¨ªa Galella acerca del compulsivo inter¨¦s de ambos por las celebridades. Pero fueron muchos m¨¢s los gestos de rechazo que el bautizado como Paparazzo Extraordinario arranc¨® de la pl¨¦yade de famosos de los setenta, a la vez una galer¨ªa documental de Hollywood y del Nueva York m¨¢s mundano: una displicente Bette Davis, Mick y Jerry Hall (ella haci¨¦ndole una peineta desde el interior del taxi); un Al Pacino de mirada desorbitada frente al objetivo, el t¨ªmido Woody Allen intentando detener el clic, o una tard¨ªa Katherine Hepburn, con gafas negras y media mano alzada dentro de un coche, en 1981 en Los Angeles. ¡°Me ocult¨¦ en el garaje y la sorprend¨ª a su llegada¡±, escribi¨® Galella en No Pictures, uno de los libros que recogen su obra.
Desde sus inicios como fot¨®grafo de guerra, enrolado en la Fuerza A¨¦rea estadounidense durante la de Corea, entre 1951 y 1955, a su consagraci¨®n como artista -con libros, exposiciones y obra en las mejores colecciones del mundo, como la permanente del Museo de Arte Moderno (MoMa) de Nueva York y la Tate Modern de Londres-, Galella contribuy¨® a moldear la cultura pop gracias a sus instant¨¢neas robadas. El fot¨®grafo se iba convirtiendo en personaje, y muchas estrellas que anta?o le repudiaban se dejaban ver en las exposiciones de su obra. ¡°Las calles fueron su estudio¡±, recuerda su p¨¢gina web. Los libros recopilatorios de su obra fueron su dorado refugio en los ¨²ltimos a?os. En 2003, el dise?ador y luego cineasta Tom Ford compil¨® su antolog¨ªa, Las fotograf¨ªas de Ron Galella. Disco Years fue elegido por The New York Times el mejor libro de fotograf¨ªa de 2006. En 2010, HBO le dedic¨® el documental Smash his Camera (Aplasta su c¨¢mara), que recibi¨® el gran premio especial del jurado del Festival de Sundance. Un interesante retrato de la vida y carrera del fot¨®grafo que intent¨® devolver la humanidad a los personajes, retrat¨¢ndolos tan solo como personas.