El maravilloso soul blando
Generalmente, eran tr¨ªos. Cantaban al amor (y al desamor) con melod¨ªas suntuosas
En Filadelfia, la semana pasada mor¨ªa William Poogie Hart, el exquisito cantante y compositor principal del grupo los Delfonics. ?Los qu¨¦? Los Delfonics, espl¨¦ndidos paradigmas del llamado soft soul o sweet soul. Y no, no creo que su muerte haya tenido eco fuera de su tierra. El soul blando o dulce no encaja con nuestra idea de la m¨²sica negra: en vez de furia apasionada, encontramos agridulce tem¨¢tica rom¨¢ntica, finos arreglos orquestales, una voz solista cantando generalment...
En Filadelfia, la semana pasada mor¨ªa William Poogie Hart, el exquisito cantante y compositor principal del grupo los Delfonics. ?Los qu¨¦? Los Delfonics, espl¨¦ndidos paradigmas del llamado soft soul o sweet soul. Y no, no creo que su muerte haya tenido eco fuera de su tierra. El soul blando o dulce no encaja con nuestra idea de la m¨²sica negra: en vez de furia apasionada, encontramos agridulce tem¨¢tica rom¨¢ntica, finos arreglos orquestales, una voz solista cantando generalmente en falsete. Entre nosotros, y disculpen la simpleza, esencialmente la industria lo consideraba m¨²sica para ingenuas chicas negras. Aunque ese sea un t¨®pico que, luego lo cuento, fue reventado por Quentin Tarantino.
Buscando los or¨ªgenes del soft soul, surge la figura monumental de Curtis Mayfield, en Chicago. En realidad, se hac¨ªa sweet soul un poco por todos los lados: desde la California chicana al Harlem hispano (?saludos a Joe Bataan!). Pero se convirti¨® en la especialidad de Filadelfia, sobre todo gracias a las habilidades del productor y arreglador jamaicano Thom Bell, luego implicado en el popular Sonido de Filadelfia, aunque esa marca tend¨ªa a un mayor ritmo y letras sociales.
Los a?os dorados de Thom Bell comenzaron en 1967 con los Delfonics y crecieron a¨²n m¨¢s con los sublimes Stylistics y los Spinners (durante su etapa con Atlantic Records). Ya en los setenta, grab¨® a estos ¨²ltimos con solistas de primera divisi¨®n, como Dionne Warwick o Elton John. Problema de fondo: la econom¨ªa de los grupos vocales era incierta, sobre todo si no hab¨ªan penetrado en el mercado de los consumidores blancos, que ¡ªay¡ª no los consideraban lo bastante aut¨¦nticos. Y los Delfonics pagaban las facturas con un agotador calendario de directos, partiendo incluso el grupo en dos tr¨ªos que tomaban la precauci¨®n de actuar en ciudades distantes.
Y aunque no conozcan a los Delfonics, es posible que hayan disfrutado de sus canciones en versiones posteriores. Prince grab¨® su La-la Means I Love You en 1996. Aretha Franklin cant¨® Didn¡¯t I (Blow Your Mind This Time) en 1970. Mismo a?o que los Jackson 5 interpretaron Ready or not here I Come (Can¡¯t Hide From Love). Y mejor no entrar en el apartado de sampleados en el universo rapero: alguien se ha hecho rico con ese repertorio.
Claro que el mayor empuje a la leyenda de los Delfonics vino del realizador Quentin Tarantino y Jackie Brown, su homenaje al cine de blaxploitation. La protagonista, una azafata encarnada por Pam Grier, se relaja en su piso en compa?¨ªa del fiador Max Cherry, un antiguo polic¨ªa al que da vida Robert Foster. Jackie busca entre sus elep¨¦s y pincha Didn¡¯t I (Blow Your Mind This Time); Cherry admira su capacidad para perderse en la m¨²sica. Poco despu¨¦s, el hombre se compra una casete de los Delfonics, que deja en el reproductor del coche. Cuando se sube el jefe de la banda, Ordell Robie, comienzan a sonar los Delfonics y el malo (Samuel L. Jackson) se queda asombrado. En el fondo de su paranoia, esa m¨²sica le hace sospechar que el palurdo blanco y la azafata negra han intimado. Acierta.