Ai Weiwei: ¡°Deber¨ªa volver a China. Nada puede sustituir las emociones humanas m¨¢s b¨¢sicas¡±
El artista y activista chino reflexiona sobre su libro de memorias en el Hay Festival de Segovia
Ai Weiwei (Pek¨ªn, 64 a?os) nunca descarta regresar a China, aunque en el fondo lo vea poco probable. La posibilidad de volver a su pa¨ªs, que lleva sopesando desde que se exili¨® de all¨ª hace siete a?os, la ha comentado al cierre de una entrevista en el Hay Festival de Segovia este s¨¢bado: ¡°Deber¨ªa volver. Nada puede sustituir las emociones humanas m¨¢s b¨¢sicas¡±. El artista y activista chino m¨¢s conocido del mundo ha conversado con Anne McElvoy, directora ejecutiva de la revista The Economist sobre su libro de memorias, ...
Ai Weiwei (Pek¨ªn, 64 a?os) nunca descarta regresar a China, aunque en el fondo lo vea poco probable. La posibilidad de volver a su pa¨ªs, que lleva sopesando desde que se exili¨® de all¨ª hace siete a?os, la ha comentado al cierre de una entrevista en el Hay Festival de Segovia este s¨¢bado: ¡°Deber¨ªa volver. Nada puede sustituir las emociones humanas m¨¢s b¨¢sicas¡±. El artista y activista chino m¨¢s conocido del mundo ha conversado con Anne McElvoy, directora ejecutiva de la revista The Economist sobre su libro de memorias, Mil a?os de alegr¨ªas y penas (Debate). Unas 200 personas asistieron al encuentro que se realiz¨® telem¨¢ticamente en la sede del IE University de la ciudad. La charla, una de las m¨¢s esperadas del programa, se ha centrado en la falta de libertades.
Ai Weiwei lleva casi toda una vida fusionando arte y protesta. Su discurso humanista y sobre la libertad de expresi¨®n, muy centrado en los refugiados ¨²ltimamente, traspasa fronteras, especialmente desde que dej¨® China en 2015 tras ser acusado de opresi¨®n al sistema y tras pasar una temporada en la c¨¢rcel. La publicaci¨®n especializada The Art Newspaper le nombr¨® el artista m¨¢s popular del mundo en 2020. Y Ai Weiwei se prodiga en charlas, encuentros y entrevistas con las que acompa?a las exposiciones de su trabajo por medio mundo.
Hoy no puede entenderse su relevancia e influencia sin revisar su pasado, su infancia y, especialmente, la vida de su padre, al que el artista dice haber comprendido despu¨¦s de muchos a?os. La periodista se interes¨® por las similitudes de las vidas de ambos. El padre de Weiwei, Ai Qing fue el poeta chino m¨¢s influyente de su generaci¨®n, que se opuso a la tradici¨®n, fue una voz cr¨ªtica con el statu quo, tildado de derechista y condenado a trabajos forzosos. Weiwei lo acompa?¨® durante su exilio hasta pr¨¢cticamente su adolescencia, y lo record¨® hoy en la entrevista: ¡°Tuve que atravesar esa vida tan tr¨¢gica que tuvo mi padre. Fue un viaje muy dif¨ªcil para m¨ª, siempre negaba su historia, pero cuando estuve detenido alcanc¨¦ una verdadera comprensi¨®n de por qu¨¦ me hab¨ªan encarcelado y pude comprenderle¡±.
La conversaci¨®n gir¨® entonces a la etapa del artista como joven aprendiz en Estados Unidos, donde inici¨® su carrera art¨ªstica. No fue sencillo, record¨®. ¡°Era 1993 y all¨ª parec¨ªas tener la libertad garantizada. ?Por qu¨¦ volver a China entonces?¡±, inquiri¨® la periodista. ¡°Me di cuenta de que no iba a ser posible realizarme como artista profesional y vivir de mi arte all¨ª. Llegu¨¦ a mudarme hasta 10 veces y pas¨¦ una temporada en el hospital. As¨ª que se me acabaron las excusas para no volver¡±.
Hubo algo esencial que se pregunt¨® a s¨ª mismo entonces y que supuso un punto de inflexi¨®n: ¡°?Tengo miedo a que me metan en la c¨¢rcel? Me respond¨ª que era lo suficientemente maduro como para entenderme a m¨ª mismo y no ten¨ªa miedo, as¨ª que decid¨ª volver¡±. El resto es de sobra conocido. Puso en marcha un popular blog y que le cerr¨® el Gobierno. Despu¨¦s destruyeron su estudio, cuando empezaba a triunfar internacionalmente, y m¨¢s tarde lo secuestraron y encarcelaron al salir un d¨ªa del aeropuerto. ¡°No se puede razonar con gobiernos autoritarios porque no tienen br¨²jula moral, no tienen intenci¨®n de comunicarse contigo. China era mi idioma, mi privilegio, mi lengua. Comenc¨¦ a ser popular y me di cuenta de que si puedo escribir tengo que hacerlo para influir en las j¨®venes generaciones, para los mayores no hay esperanza¡±.
Pero hasta en la narraci¨®n del horror durante su encierro, ¡ªcuando soportaba a los guardas apunt¨¢ndole con un arma durante las 24 horas al d¨ªa, a solo un metro de su cuerpo¡ª Weiwei saca su lado humanista: ¡°Tampoco me molest¨® tanto¡±. Pens¨® en los soldados j¨®venes que le custodiaban, que probablemente ven¨ªan de una zona muy pobre, con los que lleg¨® a comunicarse m¨ªnimamente a trav¨¦s de gestos. ¡°En ese lugar tan tenebroso, lo que m¨¢s me preocupaba era recordar que todas las personas que me custodiaban eran tambi¨¦n seres humanos y tienen capacidad para entender. La comunicaci¨®n es la ¨²nica manera de solucionar los problemas¡±.
Lo que s¨ª celebra el artista es su etapa en Occidente. Le enorgullece que le hayan recibido de manera apasionada, casi como un h¨¦roe, pero quiso recordar su defensa por los refugiados: ¡°Donde quiera que haya seres humanos, existe la posibilidad de abusar de ellos y limitar su libertad de expresi¨®n. Tenemos que luchar contra cualquiera que coarte la libertad de otro en cualquier parte del mundo¡±.
La superioridad moral de Alemania
McElvoy pregunt¨® al artista por su marcha de Alemania despu¨¦s de cuatro a?os. Fue el pa¨ªs que le acogi¨® y le dio el visado tras salir de China, y en el que todav¨ªa el artista tiene un estudio. ¡°Mi problema es que no puedo quedarme a vivir en una sociedad que piense que son moralmente superiores o que tienen m¨¢s raz¨®n que los dem¨¢s. Esa actitud me parece reprochable, eso de tratar de educar a los dem¨¢s... Evidentemente, no lo dicen formalmente, pero hay detalles y una actitud. As¨ª que me pregunt¨¦, ?tengo que quedarme en una sociedad as¨ª, donde la gente tiene ocultas sus emociones y las esconde con buenos modales?¡±.
Hoy, Ai Weiwei combina sus viajes entre Reino Unido, donde estudia su hijo, y el pueblo del Alentejo portugu¨¦s, donde vive y desde donde se conect¨® con Segovia. Dice que se ha buscado una parcela que le recuerda a sus ra¨ªces: a la agricultura, a su infancia, al destierro de su padre mientras este hac¨ªa trabajos forzados.
Anne McElvoy le pregunt¨® sobre un posible regreso a China, junto a su madre, algo que Ai Weiwei nunca ha descartado del todo: ¡°Tengo derecho a volver, soy ciudadano chino y no puedo sacar a mi madre, que ya es mayor¡±. De nuevo hoy le surge aquella pregunta esencial que se hizo alguna vez en su vida, ?tiene realmente miedo de volver y perder esa libertad que tanto defiende? Se dijo a s¨ª mismo que no. ¡°Lo m¨¢ximo ser¨ªa que me hicieran desaparecer, que mi voz no se escuchara. Aun as¨ª existo, exist¨ª. No s¨¦ si ser¨ªa m¨¢s feliz o estar¨ªa frustrado e inc¨®modo en China. Pero hablo chino y hay muchas personas all¨ª que conozco¡±.