De la pobreza a la conquista global: as¨ª se convirti¨® Corea del Sur en una potencia cultural
Una exposici¨®n en Londres recorre el esplendor internacional de la m¨²sica, el cine, la televisi¨®n, el arte, la tecnolog¨ªa y la moda procedentes del pa¨ªs. Devastado por la guerra en los cincuenta, logr¨® renacer de sus cenizas gracias a un uso ejemplar del ¡®soft power¡¯
¡°Oppa Gangnam Style¡±. El estribillo, uno de los m¨¢s machacones de la historia reciente, suena una y otra vez hasta rozar lo insoportable, como atestigua la cara de hast¨ªo de uno de los vigilantes de la sala, que parece llevar horas sometido a una tortura musical. En una pantalla gigante, el cuerpo de baile simula montar a caballo, ejecutando una coreograf¨ªa que dio la vuelta al mundo en 2012. Al frente de ese v¨ªdeo en tecnicolor se encuentra uno de los culpables de que Corea del Sur est¨¦ en todas las bocas una d¨¦cada m¨¢s tarde: ...
¡°Oppa Gangnam Style¡±. El estribillo, uno de los m¨¢s machacones de la historia reciente, suena una y otra vez hasta rozar lo insoportable, como atestigua la cara de hast¨ªo de uno de los vigilantes de la sala, que parece llevar horas sometido a una tortura musical. En una pantalla gigante, el cuerpo de baile simula montar a caballo, ejecutando una coreograf¨ªa que dio la vuelta al mundo en 2012. Al frente de ese v¨ªdeo en tecnicolor se encuentra uno de los culpables de que Corea del Sur est¨¦ en todas las bocas una d¨¦cada m¨¢s tarde: el rapero Psy, autor de la Macarena de su tiempo. Hay que leer la letra peque?a para entender que la canci¨®n no es solo una melod¨ªa latosa, sino tambi¨¦n un comentario sobre los cambios acelerados que ha vivido su pa¨ªs natal, una parodia contra los nuevos ricos que deambulan por las calles de Gangnam, el acaudalado barrio de Se¨²l que da t¨ªtulo a este tema, el primero que alcanz¨® 1.000 millones de visitas en YouTube.
En la sala siguiente, una fotograf¨ªa cuenta una historia distinta. Un campesino abre surcos en la tierra con una vaca, mientras a lo lejos brotan varios bloques de edificios residenciales, futuros rascacielos para la ¨¦lite social en este enclave al sur del r¨ªo Han, donde hasta hace muy pocas d¨¦cadas solo hab¨ªa campos de arroz. La imagen es del a?o 1976. En solo medio siglo, Corea del Sur habr¨¢ pasado de ser uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, con un PIB inferior al de varios pa¨ªses africanos, a una potencia cultural de primer orden. Esta improbable transici¨®n queda reflejada en Hallyu! La ola coreana, una nueva exposici¨®n en el Victoria & Albert Museum de Londres, que relata el ascenso global de un pa¨ªs devastado y acostumbrado a perder, bajo control japon¨¦s hasta 1945, dividido en dos mitades fijadas por el paralelo 38 y v¨ªctima de los antagonismos de la Guerra Fr¨ªa, que desembocaron en una guerra que dej¨® millones de muertos y una econom¨ªa en ruinas.
¡°En solo dos generaciones, gran parte de la Corea rural ha quedado suplantada por edificios de cemento en ciudades orientadas a la tecnolog¨ªa, lo que refleja la r¨¢pida evoluci¨®n de un pa¨ªs que era dependiente de la agricultura y la pesca hacia una econom¨ªa digital y basada en los servicios¡±, explica Rosalie Kim, conservadora de arte coreano en el museo londinense y comisaria de una exposici¨®n que repasa el esplendor de la m¨²sica, el cine, la televisi¨®n, el arte, la moda, la gastronom¨ªa, la tecnolog¨ªa y la cosm¨¦tica procedentes del pa¨ªs. La muestra, que relata un fen¨®meno sobradamente conocido con una profundidad y un didactismo poco habituales, podr¨¢ visitarse en Londres hasta junio de 2023.
En los ¨²ltimos a?os ha habido thrillers escandinavos, Borgen y la moda danesa del hygge, la cumbia colombiana, los culebrones turcos, los directores mexicanos, las series espa?olas y la voz de Rosal¨ªa. Pero nada es comparable con la dominaci¨®n que la cultura coreana ha ejercido en tiempo r¨¦cord sobre el resto del mundo, de Par¨¢sitos a El juego del calamar, del pop de BTS a la tecnolog¨ªa punta, del kimchi al pollo frito al estilo Gochujang. Sobre todo, en el mercado estadounidense, al que muy pocos pa¨ªses han logrado importar sus productos a esta escala, exceptuando las sucesivas invasiones brit¨¢nicas de las pasadas d¨¦cadas.
La exposici¨®n refleja la naturaleza h¨ªbrida de la cultura coreana, donde existe tanta imitaci¨®n de los modelos for¨¢neos como respeto a las tradiciones, tantas boy bands como ritos confucianos. Ya en los noventa, un grupo pionero de lo que despu¨¦s se llamar¨ªa K-Pop, Seotaiji and Boys, alternaba el rap, las melod¨ªas nost¨¢lgicas, las coreograf¨ªas vistosas y los estilismos tirando a exc¨¦ntricos con el uso de instrumentos ancestrales de viento. De la misma manera, se ha puesto de moda entre los fans de los grupos actuales regalar a sus ¨ªdolos gigantescos sacos de arroz, como se hac¨ªa siglos atr¨¢s.
Antes que Timoth¨¦e Chalamet o Harry Styles, las estrellas coreanas ya ampliaron la definici¨®n de la masculinidad con sus estilismos andr¨®ginos, sus rostros suaves y su falta de vello corporal
En Corea, la cultura popular fue utilizada para reconstruir un sentimiento nacional al margen de la asimilaci¨®n impuesta durante el periodo japon¨¦s, cuando los libros de historia fueron reescritos, el coreano dej¨® de ense?arse en las escuelas y los aut¨®ctonos tuvieron que adoptar nombres nipones. Pero tambi¨¦n de los estragos de la Guerra Fr¨ªa y de las sucesivas dictaduras que no terminaron hasta 1987. Los Juegos Ol¨ªmpicos de Se¨²l del a?o siguiente fueron un lavado de cara que pudo presenciar todo el mundo, el inicio de una era democr¨¢tica que tampoco fue pl¨¢cida: la grave crisis financiera de los noventa hizo que Corea se endeudara con el FMI. Los ciudadanos aceptaron solventar el apuro a trav¨¦s de una campa?a de donaci¨®n de oro: los coreanos cedieron sus joyas familiares y anillos de compromiso por valor de 2.200 millones de d¨®lares, seg¨²n recuerda esta exposici¨®n.
No es un relato del todo anecd¨®tico: el Victoria & Albert atribuye este bum de la cultura coreana a una ¨¦tica laboral y una cohesi¨®n social a prueba de bomba. Tambi¨¦n a un car¨¢cter pionero que no siempre es conocido. Corea cre¨® un antepasado de las redes sociales en 1999, cinco a?os antes que Facebook, y fabric¨® reproductores de MP3 y m¨®viles con pantalla t¨¢ctil a?os antes de que llegaran el iPod y el iPhone de Apple. Ya a comienzos del siglo XIII, cont¨® con un antepasado de la imprenta de tipos m¨®viles, siglo y medio antes de su extensi¨®n por Europa.
La muestra recorre una serie de peque?os fen¨®menos culturales de las ¨²ltimas d¨¦cadas que le sirven para explicar el esplendor actual, de los webtoons o c¨®mics electr¨®nicos a las sofisticadas coreograf¨ªas del pop coreano ¡ªuna cabina permite demostrar sus dotes a quienes no tengan miedo al rid¨ªculo¡ª, pasando por el giro que la cultura coreana ha impuesto en los roles de g¨¦nero. Mucho antes que Timoth¨¦e Chalamet o Harry Styles, los actores de la series coreanas ¡ªcomo Yonsama, el protagonista de Winter Sonata, un super¨¦xito en Asia en los noventa¡ª ya ampliaron la definici¨®n de la masculinidad con sus estilismos andr¨®ginos, sus rostros suaves y su falta de vello corporal, definiendo un modelo de belleza marcado por la misma elegancia escu¨¢lida.
La exposici¨®n tambi¨¦n explora la fascinante historia de los cosm¨¦ticos en Corea, una herencia de la dinast¨ªa Joseon, que lider¨® el pa¨ªs durante siglos y hasta 1910, y durante la cual el maquillaje no era una cuesti¨®n de vanidad, sino una obligaci¨®n moral. Y luego se detiene en la floreciente industria de la moda, que hoy encabezan nombres como Miss Sohee, que ha vestido a Ariana Grande, entre otras embajadoras occidentales de la est¨¦tica coreana de la ni?a androide.
El soft power coreano ha tenido efecto. El grupo BTS, que colabor¨® con Coldplay en una canci¨®n reciente, se re¨²ne con Joe Biden en la Casa Blanca y asiste a la Asamblea General de la ONU como emisarios de su pa¨ªs, a la espera de que el poder blando se convierta en duro. Aunque la muestra londinense insin¨²a que el pr¨®ximo horizonte de la expansi¨®n coreana tendr¨¢ otro terreno de juego. El grupo virtual Eternity, compuesto por 11 miembros de rasgos hiperrealistas, indica que lo siguiente ser¨¢ la conquista del metaverso, resucitando otra experiencia precursora: el cantante coreano Adam fue creado por ordenador all¨¢ por 1997. La idea no prosper¨®, pero s¨ª anunci¨® un futuro gobernado por los avatares. Y as¨ª fue como la naci¨®n perdedora, por una vez, acab¨® ganando.