?cida par¨¢bola de ricos y pobres
Cuenta la inmersi¨®n de una familia tan lumpen como lista, que habita un espacio destartalado, en la feliz existencia de otra familia que chorrea dinero
Un amigo me ense?a en Internet, ese invento que contiene todo el universo seg¨²n aseguran los que pasan su envidiable vida en ¨¦l, diversas b¨²squedas sobre cine oriental con t¨ªtulos tan irresistibles como ¡°Todos los maestros del cine asi¨¢tico¡± y ¡°Diez directores asi¨¢ticos esenciales¡±. Y temo encontrarme con un enunciado como este: ¡°Cien imprescindibles pel¨ªculas asi¨¢ticas que hay que ver antes de morir¡±, pero no existe. Sospecho que he sido espectador de todas ellas, o casi todas. En los festivales, en esos templos que presuntamente guardan las esencias y el arte del cine. Lo aseguran sus organizadores, los que compiten, m¨²ltiples historiadores y esforzados cr¨ªticos. Normal. Y no dudo de la inmensa calidad, que seg¨²n ellos, atesoran esas cinematograf¨ªas. Solo dudo de mi incompatibilidad para disfrutarla en la mayor¨ªa de los casos, de mi falta de sensibilidad, o de humor, o de entendimiento, o de paciencia, para conectar con sus valores. Pero s¨ª recuerdo mi amodorramiento, el bostezo, el sue?o directo, revolverme abusivamente en la butaca, suplicar mentalmente la llegada del final, en las infinitas horas que he contemplado aclamado cine oriental en los festivales.
PAR?SITOS
Direcci¨®n: Bong Joon-ho.
Int¨¦rpretes: Song Kang-ho, Jo Yeo-jeong, Choi Woo-sik, Park So-dam, Jung Ji-so.
G¨¦nero: drama. Corea del Sur, 2019.
Duraci¨®n: 132 minutos.
Y, por supuesto, existen directores o pel¨ªculas concretas del cine asi¨¢tico que me gustan mucho o un poco. Me fascina el iran¨ª Asghar Farhadi, autor de la magistral Nader y Simin, una separaci¨®n. Intento no perderme nada que lleve la firma del japon¨¦s Kore-eda. Me interes¨® durante largo tiempo el chino Zhang Yimou. Poco m¨¢s. Yo me lo pierdo, me dicen enamorados ancestrales del cine oriental o adoradores de las modas. Bueno, estoy resignado.
El cine coreano atraviesa tiempos de gloria. Dicen. Reconozco que Kim Ki-duk es tan retorcido como truculento. Del resto, muy reconocidos en los festivales, paso. Y tampoco me apasionaba ni poco ni mucho el cine de Bong Joon-ho, el m¨¢s aclamado por los expertos en cine coreano. Vi su ¨²ltima entrega, Par¨¢sitos en el festival de Cannes. Me pareci¨® curiosa y aceptable, aunque tambi¨¦n excesivo que le otorgaran la Palma de Oro. La reviso en Madrid, sin cansancio ni agobio y no solo me entretiene. Tambi¨¦n me inquieta. La historia es muy original (y no me olvido del guion de Harold Pinter, la direcci¨®n de Losey y la interpretaci¨®n de Bogarde en la turbia y magn¨ªfica El sirviente, ni del corrosivo Bu?uel de Diario de una camarera), crees durante mucho tiempo estar ante una comedia rara y al final descubres que se ha tornado en una par¨¢bola amarga.
Cuenta la inmersi¨®n de una familia tan lumpen como lista, que habita un espacio destartalado, en la hipermoderna mansi¨®n y en la feliz existencia de otra familia que chorrea dinero y adem¨¢s son tan educados como generosos. Consiguen sucesivamente empleo en ella ocultando sus lazos familiares, utilizando magistralmente la farsa y el enga?o, derrochando psicolog¨ªa, haci¨¦ndose imprescindibles para los ricos. Y creyendo que eso se puede perpetuar, descubriendo lo grato que es dejar de vivir en la penuria, en la invisibilidad, abajo. Y ocurrir¨¢n inevitablemente cosas que har¨¢n fugaz su para¨ªso. Los acomodados encuentran encantadores a sus sirvientes, le otorgan su confianza, pero tambi¨¦n descubren que todos ellos desprenden un olor com¨²n, el de la gente que pasa su vida en el metro, el del trapo sucio. Su percepci¨®n olfativa no pretende ser cruel, hablan de algo natural y constatable, aunque es muy turbadora no solo para los sirvientes, sino tambi¨¦n para los espectadores. Y todav¨ªa hay c¨ªnicos que niegan la lucha de clases. Ya solo quedan dos.
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