Tom Hanks: ¡°Los actores somos insufribles, ego¨ªstas y paranoicos¡±
El actor visita Espa?a para presentar su nuevo trabajo, ¡®El peor vecino del mundo¡¯, en la que da vida a un jubilado taciturno y solitario. ¡°Vivimos una crisis de fe en el futuro¡±, explica
En el Hollywood del siglo XXI, el ep¨ªtome del estadounidense es Tom Hanks (Concord, California, 66 a?os). Alto y delgado desde que pasara una mala covid en Australia en el rodaje de Elvis, el actor habla por los codos; cuando charla s...
En el Hollywood del siglo XXI, el ep¨ªtome del estadounidense es Tom Hanks (Concord, California, 66 a?os). Alto y delgado desde que pasara una mala covid en Australia en el rodaje de Elvis, el actor habla por los codos; cuando charla sobre sus recuerdos de infancia y adolescencia, o sobre si conoce a sus vecinos, suena a portavoz del americano medio, al James Stewart del cine moderno. Irradia buen rollo, cierto, y en sus respuestas a veces no queda claro si est¨¢ de vacile o tras el chiste esconde la verdad.
Puede que incluso represente a un tipo de cine en extinci¨®n y que, por ello, Hanks, que no suele publicitar mucho sus trabajos, dedicara la ma?ana de este lunes a promocionar El peor vecino del mundo, adaptaci¨®n estadounidense de la sueca Un hombre llamado Ove, que en 2016 fue candidata a dos premios Oscar y que se estrena en Espa?a el pr¨®ximo 28 de diciembre. Una comedia amable, menos incisiva que la original, en la que el actor da vida a Otto, un vecino gru?¨®n reci¨¦n jubilado al que una familia latina reci¨¦n mudada a su peque?o barrio despertar¨¢ de su letargo vital. A Madrid Hanks lleg¨® el s¨¢bado, y el domingo pase¨® con su esposa, la actriz y directora Rita Wilson, y su hijo peque?o, Truman (que da vida al personaje de Otto de veintea?ero), por el parque del Retiro ¡ªsolo les reconocieron a la salida del hotel¡ª, y m¨¢s tarde visit¨® el Prado. ¡°Hoy toca trabajar¡±, asegura mientras choca un pu?o. De americana oscura y camisa blanca, con gafas de pasta transparentes, bromea sobre qui¨¦n de los dos se va a sentar en una silla con aires de trono dispuesta para la conversaci¨®n y qui¨¦n en un sof¨¢ marr¨®n m¨¢s prosaico. As¨ª, entre risas, arranca la charla.
Pregunta. ?Ha ido a ver a su novio espa?ol, Antonio Banderas [encarnaron a una pareja en Philadelphia]?
Respuesta. Me acabo de enterar de que est¨¢ en Madrid con el musical Company. Me habr¨ªa gustado saberlo antes. Solo voy a estar 36 horas aqu¨ª, y vine con una agenda cerrada. De verdad, habr¨ªa aterrizado un d¨ªa antes... Bueno, ya tengo una excusa para volver.
P. Obviamente, usted se definir¨¢ como buen vecino, pero ?qu¨¦ me puede decir de los suyos?
R. Aaggg. Estados Unidos es interesante en ese aspecto, no solemos hablar mucho con nuestros vecinos. Europa es muy distinta en eso. Y centr¨¢ndome en Los ?ngeles, donde resido, pocos de sus habitantes han nacido all¨ª. Es la t¨ªpica ciudad a la que te mudas, por lo que casi no hay angelinos de pura cepa. Y, por tanto, no existen comunidades al uso. Te saludas cuando paseas el perro, te preocupas si ves bomberos en la casa de al lado... poco m¨¢s. Adem¨¢s, en mi caso, nunca he vivido en un vecindario donde la gente se conociera.
Vivimos una crisis de fe en el futuro¡±
P. Hablando de esa falta de comunicaci¨®n, La peor persona del mundo incluso afronta la polarizaci¨®n actual.
R. Es terrible. Ha ido aumentando con los a?os. Es cierto que en mi pa¨ªs viven comunidades con diferentes creencias religiosas, distintas fiestas vacacionales... Estamos llenos de divisiones que se acent¨²an seg¨²n cu¨¢l sea tu fuente de informaci¨®n, el canal de noticias que ves en la tele... Curiosamente, solemos disfrutar de esas diferencias culturales, e invitar a los amigos a las celebraciones festivas propias y caracter¨ªsticas, porque la diferencia en s¨ª no es mala. Otra cosa son las diferencias pol¨ªticas.
P. ?Son los pol¨ªticos los culpables de la polarizaci¨®n y radicalizaci¨®n en EE UU, por encima de la gente de la calle?
R. Bueno, dentro del ser humano anida el impulso de defender tu statu quo. Muchas veces sentimos que otros vienen a destruirlo. Con todo, cuando en mi pa¨ªs algo destroza las vidas de una comunidad, por ejemplo, un tornado, todo el mundo acude a ayudar y nadie pregunta por sus creencias o etnias. Mira, es de lo poco que nos une. En la pel¨ªcula, el tornado es Marisol, la madre de familia latina, porque act¨²a de manera inesperada, como una fuerza de la naturaleza.
P. Hace unos d¨ªas brome¨® sobre c¨®mo hab¨ªa conseguido este trabajo [¡°Durante 365 d¨ªas, dorm¨ª con la productora para que me diera el papel¡±]. ?C¨®mo ha sido su relaci¨®n laboral con Rita Wilson, su esposa y productora del filme?
R. [Risas]. Cierto, cierto. Tengo que decir que llev¨¢bamos tiempo hablando de ello y, mientras, hemos fundado una familia. En este caso en concreto, confieso mi culpa: soy competitivo y ego¨ªsta. Cuando veo un protagonista masculino interesante encarnado por otro, me duele y pienso en si puedo hacer algo parecido. Vi Un hombre llamado Ove, me entusiasm¨® Rolf Lassg?rd, y me atrajo la parte m¨¢s c¨ªnica del personaje. ?Pod¨ªamos llevarlo a EE UU? Rita me dijo: ¡°Cuidado, no trasladarlo, porque son sociedades distintas, sino reformularlo, y t¨² deber¨ªas encarnarlo¡±. Y ah¨ª salt¨¦ y le dije que ten¨ªa raz¨®n. As¨ª empez¨® la producci¨®n. Buscamos un director aliado, y fuimos a por Marc Forster porque me fascina su visi¨®n. Ahondamos en la crisis de fe en el futuro que vivimos en mi pa¨ªs. El otro d¨ªa cenamos con Fredrik Backman, el autor de la novela original, y me resalt¨® lo distinta que le parec¨ªa nuestra pel¨ªcula del libro sin abandonar su esp¨ªritu. Ah¨ª est¨¢ la clave. La ense?anza es que no puedes hacer una pel¨ªcula por segunda vez, sino que debes lanzarte a una nueva visi¨®n como artista. Mi esposa, la productora... perd¨®n, Rita Wilson, la productora, lo vio claro y avanzamos.
Confieso mi culpa: soy competitivo y ego¨ªsta. Cuando veo un protagonista masculino interesante encarnado por otro, me duele y pienso en si puedo hacer algo parecido¡±
P. ?Cree de verdad que existe una crisis de fe en el futuro como explica la pel¨ªcula?
R. Por supuesto, se da en todo el mundo. Y es una batalla individual que hay que encarar. Como seres humanos, debemos entender que la tragedia de la soledad es siniestra. Otto ya no tiene familia, ni trabajo, ni contacto cercano con otras personas. Y eso es mortal. Puedes datar esta historia en cualquier sociedad y sigue funcionando. ?Te acuerdas lo que te dije del tornado y del objetivo com¨²n de reconstrucci¨®n? Bueno, es que lo mismo no es necesario un hurac¨¢n para que pensemos en unirnos. Y hoy en d¨ªa apartamos a nuestros cong¨¦neres por demasiadas razones injustas, como la edad.
P. Otto usa el trabajo para esconderse de la vida. ?Usted lo ha hecho alguna vez?
R. Claro. ?Soy un actor! ?Lo hago todo el rato! En cuanto se acerca una responsabilidad, la regateo soltando un ¡®Lo siento, estoy trabajando, tengo que estar concentrado en mi papel¡¯. Por eso trabajo en esto. En serio, te sientes fr¨¢gil actuando, y a la vez es muy f¨¢cil desconectarse de quienes te rodean. El truco, si es que lo puedes llamar truco, es que no olvides que es un trabajo para vivir, no una vida en s¨ª mismo. Haber tenido una familia es una experiencia magn¨ªfica en la vida, te resit¨²a. Tambi¨¦n es maravilloso estar por ah¨ª dos o tres meses en un sitio completamente distinto, y volver a casa... Bueno, los actores somos insufribles, ego¨ªstas, paranoicos... [carcajada] ?Somos as¨ª! No sabemos hacer nada, necesitamos ayuda para todo, y las conversaciones deben girar alrededor del ¡°m¨ª, m¨ª, m¨ª¡±.
Tengo suerte porque poseo algunas cualidades que van bien para la interpretaci¨®n: soy ruidoso porque hablo alto, poseo algo de encanto y una falta absoluta de autocontrol, decididamente soy divertido...¡±
P. ?Alguna vez pens¨® en no ser actor?
R. Nunca jam¨¢s. En la universidad aprend¨ª que actuar es un arte colaborativo, y si ya me gustaba, ah¨ª disfrut¨¦ el flechazo. Es una labor que crece en conversaciones con otros actores, el director, guionistas, los escen¨®grafos, la gente de vestuario, de fotograf¨ªa, de sonido... Tengo suerte porque poseo algunas cualidades que van bien para la interpretaci¨®n: soy ruidoso porque hablo alto, poseo algo de encanto y una falta absoluta de autocontrol, decididamente soy divertido... Mi primer trabajo profesional lo obtuve hacia mis 20 a?os. Y no me ha ido mal ni me he tenido que plantear otros caminos. He sido afortunado.
P. Antes, este tipo de pel¨ªculas para adultos como las que usted interpreta eran las habituales en Hollywood. Me refiero a La hoguera de las vanidades, Philadelphia, Forrest Gump, Apolo 13, N¨¢ufrago, Algo para recordar, La milla verde o sus colaboraciones con Steven Spielberg. Hoy, El peor vecino del mundo suena a excepci¨®n en la industria.
R. No solo en Hollywood, pasa en todo el mundo. La tendencia se acentu¨® por el confinamiento de la covid, y hay una clase de pel¨ªculas que est¨¢n desapareciendo de las salas, porque el p¨²blico no va all¨ª. Mira, en cada pa¨ªs hay un autor venerado que seguir¨¢ llegando a la gran pantalla. Aqu¨ª Pedro Almod¨®var, aunque siga haciendo sus pel¨ªculas con el mismo reparto todo el rato [bracea]. Ahora bien, han cambiado los g¨¦neros que triunfan en los cines. La narraci¨®n ha evolucionado y la gente disfruta de historias para adultos de hasta 10 horas, pero en su casa, en un medio ambiente distinto. Esas pel¨ªculas lo tienen m¨¢s complicado. Sin embargo, el argumento de que al p¨²blico adulto ya no le interesa un cine para ellos es falso. Enciende la televisi¨®n o busca en una plataforma de streaming y ver¨¢s talento todos los d¨ªas.
P. ?Qu¨¦ recuerda de su rodaje el a?o pasado en Chinch¨®n, con Wes Anderson?
R. ?Qu¨¦ maravilla! Ahora bien, sufrimos y a la vez disfrutamos de las restricciones obligadas por la covid. Legalmente, no pod¨ªamos abandonar el rodaje. As¨ª que ni siquiera me acerqu¨¦ a Madrid. Anderson encara sus rodajes de una manera curiosa ¡ªbueno, as¨ª salen de incre¨ªbles, al estilo Wes Anderson¡ª, con todo el equipo haciendo vida en com¨²n. En Asteroid City no sal¨ªamos ni del rodaje ni del parador en el que nos alojamos. Desayun¨¢bamos ya vestidos como los personajes, y si el rodaje acababa a las ocho de la tarde, a las ocho y diez est¨¢bamos cenando juntos. Ha sido la atm¨®sfera m¨¢s placentera que he disfrutado en una filmaci¨®n. Me record¨® a mi ¨¦poca universitaria, cuando conviv¨ªa con los compa?eros en la residencia de estudiantes. Chinch¨®n me pareci¨® un lugar precioso.