Antonio Banderas: ¡°Me jode mucho tener que morirme¡±
El actor y director, de 62 a?os, reabre el teatro Alb¨¦niz de Madrid con ¡®Company¡¯, un musical que estren¨® en M¨¢laga. ¡°El cine ha sido un accidente de 120 pel¨ªculas para poder hacer lo que quiero y como quiero¡±, dice
Al teatro Alb¨¦niz de Madrid lo est¨¢n peinando para el bautizo. Bueno, el rebautizo. Varios enjambres de operarios de las obras de reforma, y del montaje de Company, la obra musical con la que reabre tras 17 a?os cerrado y amenazado de demolici¨®n, dan los ¨²ltimos toques para que todo, y todos, brillen en el estreno. Huele a serr¨ªn, a pintura, a nuevo, nuev¨ªsimo. A v¨ªsperas de algo grande. En esas, llega el jefe, Antonio Banderas (M¨¢laga, 62 a?os) se quita las consabidas gorra y gafas de estrella de inc¨®gnito, y se pone a las ¨®rdenes del fot¨®grafo, con el que departe de sus cosas. Luego, suspira, resopla, se derrenga en una silla frente a la grabadora y se entrega a una charla divertida y torrencial salpicada de gui?os y risotadas. Lo que sigue es solo un intento de acotarla.
Parece cansado. ?Nervios por el estreno?
No. El cansancio es mi estado natural. Trabajo mucho. Soy hiperactivo: he intentado reducir el volumen desde el infarto que sufr¨ª en 2017, pero, al final, termino haciendo de todo y, con 62 a?os, que pase lo que tenga que pasar.
?Ya se le ha pasado el ¡®yuyu¡¯?
S¨ª. Si ya sabemos todos que aqu¨ª venimos a morir, lo que hago ahora es hacer menos tonter¨ªas y solo exactamente lo que quiero. La gente me pregunta que por qu¨¦ vengo a Madrid con el mismo espect¨¢culo de M¨¢laga. Pues porque me gusta. Soy adicto a trabajar como quiero trabajar. Mi vida empieza cuando se levanta el tel¨®n y oigo ¡°acci¨®n¡± y acaba cuando oigo ¡°corten¡±. Durante muchos a?os, mis representantes no quer¨ªan que hiciera teatro, porque no es rentable. De hecho, aqu¨ª vengo a perder. El ¨¦xito es un bicho rar¨ªsimo, pero lo que s¨ª busco es la excelencia. Puedo permitirme ese lujo, no tengo que presentar cuentas a nadie.
Pero, adem¨¢s, tiene que dar de comer a 300 empleados.
Y lo hago, tirando de mi bolsillo, en este caso. Pero, ?y el gustazo que me estoy dando? Eso no tiene precio.
Bernardo P¨¦rez, el fot¨®grafo que lo ha retratado, tambi¨¦n tuvo un infarto y jur¨® que, si sal¨ªa, se compraba una Harley, el sue?o de su vida...
Es que es exactamente eso. El teatro es mi Harley, mi avi¨®n privado, mi barco. Mi pasi¨®n. Cuando pas¨® aquello me desprend¨ª de muchos juguetes caros e in¨²tiles, y volv¨ª a mi esencia. La gente se olvida de que yo soy actor por el teatro, independientemente de que luego haya tenido una carrera digamos frondosa en lo econ¨®mico, y divertida, en cuanto a lo de la fama. El cine ha sido un accidente de 120 pel¨ªculas que me ha permitido hacer el teatro que yo quiero como yo quiero.
Durante muchos a?os, mis representantes no quer¨ªan que hiciera teatro, porque no es rentable. De hecho, aqu¨ª vengo a perder. El ¨¦xito es un bicho rar¨ªsimo¡±
Es la segunda vez que estrena uno. El Alb¨¦niz, que reabre, y el Soho de M¨¢laga, que inaugur¨® usted mismo.
Ostras, no lo hab¨ªa pensado, pero s¨ª. Debo de ser de las pocas personas en el mundo que lo han hecho. Y es un milagro en estos tiempos en que los teatros cierran y se convierten en grandes almacenes, bingos o discotecas. Cada vez que uno abre, hay un rayo de esperanza, porque creo que los problemas de las sociedades modernas est¨¢n derivados de una falta de cultura y de ideas. Hay casi una exaltaci¨®n de la ignorancia. El otro d¨ªa vi un meme que me hizo gracia: ¡°Van a hacer tan, tan bien el 3D que van a inventar el teatro¡±, dec¨ªa. El teatro est¨¢ inventado desde hace 3.000 a?os, solo hay que cuidarlo.
Es tan querido en M¨¢laga que solo falta que lo canonicen: San Antonio Banderas del Pimpi (el bar m¨¢s famoso de M¨¢laga, debajo de su casa, del que es socio).
Mentir¨ªa si no dijera que me gustar¨ªa colaborar a que M¨¢laga se parezca a lo que una vez so?¨¦. Y, la verdad, es que cada vez se va pareciendo m¨¢s. Pero pasan cosas curios¨ªsimas. Una vez, en la platea del teatro del Soho, una se?ora se levant¨® y dijo a grito pelao: ¡°?Eres Antonio de verdad?, ?Antonio Banderas, Banderas?¡±. No dije nada, pero me dieron ganas de contestarle: ¡°S¨ª, se?ora, y la tierra no es plana¡± [risas].
Los turistas fotograf¨ªan su ¨¢tico desde la Alcazaba por si lo trincan tomando el sol en su terraza.
Estoy por poner un recortable a tama?o natural para que se vayan contentos. No me molesta. ?Qu¨¦ me cuesta? Asumo las incomodidades por vivir donde y como quiero.
Cuando iba a cumplir 50 a?os, en una entrevista, me dijo que la adrenalina sub¨ªa y la testosterona bajaba. ?C¨®mo va de ambas a los 62?
La testosterona est¨¢ muy bien: en su sitio. Es curioso, pero no he notado grandes cambios. Los habr¨¢, supongo, pero me encuentro muy, muy, muy bien.
Entonces, no ha tenido la crisis de la mediana edad, como Bobby, su personaje en Company.
No de esa manera. La crisis de Bobby es terrible porque, durante toda su vida ha tenido una soledad elegida, por no querer comprometerse y, a esas alturas, se da cuenta de que no tiene a nadie que le diga te quiero, y le invade un miedo feroz a quedarse solo.
La soledad es dura para todos.
La obra es dura, porque habla de cosas muy simples que todos podemos reconocer. Ese querer y no tener a alguien que te robe el sof¨¢.
Qu¨¦ curioso. Luis Garc¨ªa Montero habla del ¡°sof¨¢ como una barca a la deriva¡± en su sal¨®n tras la muerte de su esposa, Almudena Grandes.
Pues si Luis viene a vernos se va a morir. Una vez, en M¨¢laga, despu¨¦s de la funci¨®n, volv¨ªa yo a casa andando, como siempre, se me acerc¨® una chica de unos treinta y tantos a?os, sola, y me dijo que se hab¨ªa pasado el show llorando. Se acababa de divorciar.
Me llevo mal con la lisonja, porque a veces la carga el diablo. Prefiero a alguien que me toque los cojones, con verdad y con raz¨®n, a un pelota¡±
?Y usted, se ha sentido solo?
S¨ª, pero de momento, siempre han sido soledades elegidas, porque las necesitaba. Me pasa al rev¨¦s, a veces estoy demasiado acompa?ado, con muchas cosas, ruido y mucha gente alrededor.
A los hombres de 60 les gustan las mujeres de 22 ?Lo entiende?
F¨ªjate que yo, casi siempre, he salido con mujeres mayores que yo. Mi mujer, Melanie [Griffith]. Pero claro que lo entiendo, a la que no entiendo es a la de 22.
?Se ha sentido desclasado?
S¨ª, me he sentido fuera de sitio. En mi primera etapa en los Estados Unidos era todo muy mareante, incluso las cosas buenas, porque yo no lo ve¨ªa normal. Me insist¨ªan en que yo era una cosa que ni yo mismo me sent¨ªa.
?Por exceso o por defecto?
Por exceso. Me llevo mal con la lisonja, porque a veces la carga el diablo. Prefiero a alguien que me toque los cojones, con verdad y con raz¨®n, a un pelota.
Pues hay estrellas, y jefes, a quienes les encanta rodearse de ellos.
F¨ªjate, en el teatro, ahora que soy el jefe, se podr¨ªa dar. Pero me he tra¨ªdo a profesionales muy machacados, con el culo pelao, que no me permiten tonter¨ªas, si se me ocurrieran. Habla con ellos.
?Y usted, qu¨¦ admira en otros?
Joder, tantas cosas. La inteligencia, por supuesto, el talento y, sobre todo, la capacidad de trabajo. Yo he basado mucho mi carrera en ser perseverante y concienzudo.
?Su ¨¦xito es m¨¢s trabajo o m¨¢s talento?
Te dir¨ªa que, a estas alturas, el 50%, pero despu¨¦s me arrepiento. No soy una persona brillante ni ingeniosa. Temo a las entrevistas esas tipo psicol¨®gico que te dicen una palabra: ¡°Espa?a¡± y t¨² tienes que responder con otra, yo qu¨¦ s¨¦: ¡°Paella¡±. Necesito tiempo para pensar, para encontrar la verdad. Hace tiempo que escribo.
Ahora que parece que la ciencia dice que podremos vivir 150 o 200 a?os, hay quien dice que no quiere vivir tanto. Pues yo s¨ª¡±
?Qu¨¦ escribe?
Poes¨ªa, pensamientos, ensayos personales sobre la esencialidad del arte en momentos de crisis. Me ayuda a reflexionar y a encontrar respuestas.
?Qu¨¦ ve en el espejo?
Esta es la pregunta que m¨¢s me han hecho en mi vida.
Tr¨¢game, tierra.
Te lo dir¨¦: veo a una persona muy enamorada de la vida. Me jode much¨ªsimo tener que morirme. Ahora que parece que la ciencia dice que podremos vivir 150 o 200 a?os, hay quien dice que no quiere vivir tanto. Pues yo s¨ª.
Para eso tendr¨ªa que ayunar buena parte del d¨ªa, privarse de ciertos placeres. ?Merece la pena esa vida?
Bueno, yo a¨²n no he comido y son las tres de la tarde [r¨ªe].
Ah¨ª, ah¨ª, haciendo m¨¦ritos.
Solo tomo t¨¦ blanco por la ma?ana y luego como mucho y bien. La verdad es que ahora me viene fenomenal para las cuerdas vocales, pero as¨ª me siento muy bien y lleno de energ¨ªa y, oye, por m¨ª que no quede.
BANDERAS Y 'COMPANY' EN EL ALB?NIZ
Antonio Banderas lo ha hecho casi todo en su oficio desde que empezó a actuar y se plantó en Madrid con una mano delante y otra detrás a los 20 años. De vuelta de Hollywood sin haberse ido del todo, y radicado en su ciudad natal por puro gusto tras haber sufrido un serio susto de salud en 2017, Banderas no tiene que demostrar nada a nadie. Por eso, porque puede y porque quiere, ejerce su derecho a hacer solo lo que le da la gana. El 17 de noviembre reestrena el musical Company, de Sondheim, en el reestrenado teatro Albéniz de Madrid. Su personaje, Bobby, un vivales que le ve las orejas al lobo de la soledad tras haber huido del compromiso toda su vida, tiene 50 años. Él, 62. El reto le divierte. "Hago creer al público que soy más joven. Desde la platea, yo creo que se la cuelo. Otra cosa es que me miren de cerca el careto", bromea. El respetable tiene la palabra.
Babelia
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