¡®Decision to Leave¡¯: el deslumbrante ¡®amour fou¡¯ de Park Chan-wook

Con su incomparable inteligencia y gracia Fernando Fern¨¢n-G¨®mez sol¨ªa decir que se hab¨ªa pasado la vida buscando lo que de joven hab¨ªa mamado en el cine: una femme fatale capaz de destrozarle la vida. Buena parte del cine negro cl¨¢sico gravita sobre este arquetipo que tan bien prefigur¨® en El ¨¢ngel azul Marlene Dietrich y que casi un siglo despu¨¦s milagrosamente a¨²n sigue vivo. Decision to Leave, la ¨²ltima pel¨ªcula del cineasta coreano Park Chan-wook ¡ªdirector de pel¨ªculas...

Con su incomparable inteligencia y gracia Fernando Fern¨¢n-G¨®mez sol¨ªa decir que se hab¨ªa pasado la vida buscando lo que de joven hab¨ªa mamado en el cine: una femme fatale capaz de destrozarle la vida. Buena parte del cine negro cl¨¢sico gravita sobre este arquetipo que tan bien prefigur¨® en El ¨¢ngel azul Marlene Dietrich y que casi un siglo despu¨¦s milagrosamente a¨²n sigue vivo. Decision to Leave, la ¨²ltima pel¨ªcula del cineasta coreano Park Chan-wook ¡ªdirector de pel¨ªculas fundamentales, como Oldboy o La doncella, para comprender el boom de la industria cinematogr¨¢fica surcoreana¡ª, es un neonoir deslumbrante capaz de moverse con enorme virtuosismo por un lenguaje visual que apela a los c¨®digos del siglo XXI, regidos por sus piruetas y capas digitales, sin perder el arraigo con la tradici¨®n del cine negro cl¨¢sico y sus eternos estereotipos: una femme fatale de libro y un detective capaz de perder los papeles, o lo que sea, por ella.

La actriz china Tang Wei interpreta a la viuda misteriosa y Park Hae-Il al hombre encargado de investigar el asesinato de su marido. Dos personajes que le sirven a Park para componer una historia de amour fou de toda la vida desde un lenguaje minucioso y brillante que se retuerce, a veces en exceso, entre lo pulcro y lo ir¨®nico. Decision to Leave conjuga el humor con la tragedia o los di¨¢logos afilados con la viscontiniana Quinta sinfon¨ªa de Mahler para desembocar en un apote¨®sico final, de un romanticismo loco, l¨²gubre y desesperado, que eleva el resultado final a lo m¨¢s alto.

Hasta llegar a ese imborrable desenlace hemos asistido a un despliegue que honra a la escuela a la que pertenece, la de Hitchcock y algunos de sus alumnos m¨¢s aventajados, de Brian de Palma a, sobre todo, Pedro Almod¨®var, y que justifica el premio a la mejor direcci¨®n en el ¨²ltimo festival de Cannes. Estamos ante una pel¨ªcula para saborear con tanto mimo como los platos que degustan sus dos personajes, sofisticada y brillante en muchas de sus decisiones de puesta en escena, y que introduce con elegancia los efectos de la incomunicaci¨®n en tiempos de sexo y pasi¨®n subidos a la nube digital. Park introduce algunos hilos conductores tan fascinantes como el que se establece a lo largo de todo el filme a trav¨¦s del interior de los ojos.

La obsesi¨®n con los globos oculares no resulta caprichosa. Es el ¨®rgano que conecta al espectador con la pantalla y Park Chan-wook nos lo recuerda, ya sea a trav¨¦s del ojo inerte de la v¨ªctima o los de un pez muerto en un mercado. Globos oculares aquejados de una inevitable fatiga visual que, como los del detective que investiga el asesinato, siempre con sus gotas para los ojos a mano, son el espejo ¨²ltimo de una pel¨ªcula llena de suspense, romanticismo y fatalidad.