Creed noquea a las nuevas audiencias con los viejos guantes de Rocky
Cada entrega de la nueva saga de boxeo ha recaudado m¨¢s dinero gracias a su actualizaci¨®n del cl¨¢sico de Sylvester Stallone en clave afroamericana
28 de marzo de 1977. Ceremonia de los premios Oscar en el Dorothy Chandler Pavillion. Rocky, una peque?a producci¨®n de apenas un mill¨®n de d¨®lares de presupuesto, acaba de ganar el galard¨®n a la mejor pel¨ªcula ante cuatro contrincantes formidables: Taxi Driver, Network, Todos los hombres del presidente y Esta tierra es mi tierra. En el escenario, sus dos productores, Irwin Winkler y Robert Chartoff, trajes negros, pajaritas, ocupan los dos lados del atril y de los micr¨®fonos, y agradecen el premio. En el centro, callado, camisa blanca abierta de picos largos, pecho al desc...
28 de marzo de 1977. Ceremonia de los premios Oscar en el Dorothy Chandler Pavillion. Rocky, una peque?a producci¨®n de apenas un mill¨®n de d¨®lares de presupuesto, acaba de ganar el galard¨®n a la mejor pel¨ªcula ante cuatro contrincantes formidables: Taxi Driver, Network, Todos los hombres del presidente y Esta tierra es mi tierra. En el escenario, sus dos productores, Irwin Winkler y Robert Chartoff, trajes negros, pajaritas, ocupan los dos lados del atril y de los micr¨®fonos, y agradecen el premio. En el centro, callado, camisa blanca abierta de picos largos, pecho al descubierto y despeinado, est¨¢ el ide¨®logo de todo esto: Sylvester Stallone, guionista, protagonista e impulsor de una obra sobre el coraje que, aunque entonces no lo sepa a¨²n, pasar¨¢ a la historia como el paradigma del mejor cine popular. Al actor no le corresponde estar all¨ª, pues solo los productores salen a recoger el Oscar principal, pero Winkler lo ha agarrado de la cintura en el pasillo del patio de butacas y lo ha obligado a acompa?arlos.
Lo que ninguno de ellos imagina es que 46 a?os despu¨¦s de aquella noche triunfal, la pel¨ªcula, convertida en franquicia de nueve t¨ªtulos, con muertes, resurrecciones y derivas, estar¨ªa m¨¢s viva que nunca. Todav¨ªa menos, que Winkler y Stallone andar¨ªan a la gresca por el legado de lo que supuso y sigue suponiendo una obra as¨ª, tanto en lo econ¨®mico como en lo sentimental. Y a¨²n menos, que la esencialidad del personaje protagonista y de los ambientes en los que se desarrolla virara desde el prototipo de hombre blanco de clase trabajadora, s¨ªmbolo del resentimiento de la clase obrera de los a?os setenta tras la guerra de Vietnam, hasta la cultura afroamericana del siglo XXI en toda su extensi¨®n: social, pol¨ªtica, econ¨®mica, cultural, deportiva y musical.
Creed III, tercera entrega del spin-off dedicado al hijo del m¨¢s famoso rival de Rocky, Apollo Creed, compuesta tras cinco entregas protagonizadas, guiadas y, en alg¨²n caso, incluso dirigidas por Stallone, y un loable renacimiento, Rocky Balboa, 16 a?os despu¨¦s de Rocky V, estableci¨® el fin de semana de su estreno en EE UU el r¨¦cord de taquilla de la saga al obtener 58 millones de d¨®lares. Creed hab¨ªa recaudado 29,6 millones en 2016, y Creed II, 35,5, en 2018. En Espa?a, exactamente igual: algo m¨¢s de medio mill¨®n de espectadores con la primera; casi 800.000 con la segunda, mientras la tercera, n¨²mero uno de recaudaci¨®n en la primera semana de su estreno, lleva, tras tres fines de semana, 4,2 millones de euros y m¨¢s de 600.000 entradas vendidas. Adelantar¨¢ a las precedentes. Son cifras crecientes, y poco habituales, que hablan de la salud popular de una serie que, de momento, no parece tener fin pese a las trifulcas de Stallone y Winkler, de 93 a?os, fuera del cuadril¨¢tero: en las redes sociales y en los medios de comunicaci¨®n, aunque no en los despachos de abogados porque ah¨ª poco puede hacer el actor. Sly nunca tuvo el control econ¨®mico del personaje; se le fue pagando crecientemente por cada uno de sus trabajos, ya fueran en la interpretaci¨®n, el guion o la direcci¨®n, como protagonista o como secundario. Pero lo cierto es que, debido a esas desavenencias, Creed III es el primer t¨ªtulo en el que no aparece, aunque se cita con reverencia a su personaje en un par de di¨¢logos.
Tras la dign¨ªsima revitalizaci¨®n de la saga que supuso el pu?etazo nost¨¢lgico de Rocky Balboa en 2006, la nueva saga Creed tiene el valor de haber llegado a otras culturas, razas, generaciones y ¨¢mbitos sociales manteniendo el discurso de la nobleza, el sue?o, la redenci¨®n, la dignidad y el coraje de su hacedor. Respeto quiz¨¢ sea la palabra que m¨¢s se repite en la serie: respeto por uno mismo y por lo logrado en la vida; y respeto por lo que nos legaron los dem¨¢s. Y en ese sentido se funden lo puramente ficticio, las historias y sus personajes, y lo extracinematogr¨¢fico: lo conseguido por Stallone, principalmente, y tambi¨¦n por Winkler, pese a sus disputas. El relato inspirador del hombre insignificante que alcanza la gloria sigue pululando alrededor de Creed III, en una trama punteada por el oscuro pasado del protagonista, que regresa para ajustar cuentas con el millonario triunfador ya retirado que hoy es. Y adem¨¢s, ligando algunos subtextos y parte de sus conflictos con los de la pel¨ªcula original de 1976, el del boxeador en el barro de la vida que tiene una ¨²nica y seguramente imposible oportunidad de ser el campe¨®n, en el deporte y en la existencia, y a?adi¨¦ndole un sencillo aunque estimable toque cl¨¢sico con matices de la f¨¢bula de El pr¨ªncipe y el mendigo, y las vidas intercambiadas de los personajes de Michael B. Jordan, protagonista absoluto, y Jonathan Majors, el amigo de la ni?ez y verdadero aspirante al triunfo que acab¨® en la c¨¢rcel durante 18 a?os.
Cultura y comunidad negra
Dirigida por su carism¨¢tico actor en un debut tras la c¨¢mara con notable pulso, Creed III es, como sus dos antecesoras, pura cultura y comunidad negra. Y ese giro, manteniendo las esencias, desde el potro italiano de barrio, tan cercano en algunos aspectos a El padrino y a la posterior Los Soprano por sus rozaduras con la mafia, hasta el mito afroamericano del deporte, casado con una estrella de la m¨²sica negra, resulta fascinante. Con el personaje interpretado por Tessa Thompson, el de la esposa, la serie ha sabido convertirse en transmedia, al sumar unas bandas sonoras integradas en las historias y plagadas de grandes nombres del rap y los sonidos m¨¢s asociados a la m¨²sica negra, tales como Childish Gambino (Donald Glover), Meek Mill, Jhen¨¦ Aiko y el productor y cantante Mike Mill Made It. Una narrativa transmedia que tambi¨¦n ha llegado por medio del estilo en la filmaci¨®n de los combates de las tres pel¨ªculas, tan semejantes a las retransmisiones televisivas de las cadenas HBO Sports y, en esta ¨²ltima entrega, a las de Dazn, con expl¨ªcita presencia gr¨¢fica de ambas plataformas en la serie. Sumar influencias y sellos de impacto para incorporar nuevos p¨²blicos. Y que, de este modo, sucesivas generaciones se re¨²nan alrededor del mito de Rocky. La senda del cine popular.
En aquellos premios Oscar a las mejores pel¨ªculas del a?o 1976, cuando John G. Avildsen recogi¨® el premio a la mejor direcci¨®n, ganando nada menos que a Alan J. Pakula, Sidney Lumet e Ingmar Bergman, dijo en el escenario que mucha gente le hab¨ªa dado cosas en la vida, pero que Stallone le hab¨ªa dado ¡°su coraje, su coraz¨®n y su mejor oportunidad¡±. Chartoff, uno los productores, le agradeci¨® ¡°poder compartir sue?o sobre Rocky¡±. Y ante las alabanzas de todos, y despu¨¦s de su silencio en los agradecimientos, Sly, convencido de que hab¨ªa hecho una pel¨ªcula para el pueblo, concluy¨® en la ¨²ltima frase de la ceremonia: ¡°Y a todos los Rockys del mundo, os quiero¡±.