La literatura infantil y juvenil nunca arr¨ªa la bandera pirata
Las historias de bucaneros mantienen su vigencia y su ¨¦xito entre los lectores m¨¢s j¨®venes, aunque ahora tambi¨¦n hay mujeres al tim¨®n y tesoros que se pueden compartir
Seraf¨ªn no tiene nada que envidiar a los otros piratas. Luce un parche en el ojo, una bandana y de su cintur¨®n cuelga una espada afilada. Hasta gobierna un gale¨®n y su tripulaci¨®n sigue fielmente sus ¨®rdenes. El ¨²nico problema es que, a veces, no las entienden. Y eso que el capit¨¢n las grita a m¨¢s no poder. No es cuesti¨®n de idiomas, sino de o¨ªdo. Porque la voz del bucanero se parece a su tama?o: ¡°Chiquit¨ªn, chiquit¨ªn¡±. Qu¨¦ dif¨ªcil es hacerse respetar cuando tus hombres casi te aplastan por error. O pelear por los siete mares cuando el enemigo le mete, literalmente, en su bolsillo. Y, sin emba...
Seraf¨ªn no tiene nada que envidiar a los otros piratas. Luce un parche en el ojo, una bandana y de su cintur¨®n cuelga una espada afilada. Hasta gobierna un gale¨®n y su tripulaci¨®n sigue fielmente sus ¨®rdenes. El ¨²nico problema es que, a veces, no las entienden. Y eso que el capit¨¢n las grita a m¨¢s no poder. No es cuesti¨®n de idiomas, sino de o¨ªdo. Porque la voz del bucanero se parece a su tama?o: ¡°Chiquit¨ªn, chiquit¨ªn¡±. Qu¨¦ dif¨ªcil es hacerse respetar cuando tus hombres casi te aplastan por error. O pelear por los siete mares cuando el enemigo le mete, literalmente, en su bolsillo. Y, sin embargo, los lectores de El peque?o pirata Seraf¨ªn descubrir¨¢n que incluso desde una altura min¨²scula se puede aspirar a haza?as grandiosas.
Aunque el libro de Alicia Acosta y M¨®nica Carretero, editado por nubeOCHO, desvela algo tambi¨¦n a los adultos. Y, con ¨¦l, una larga serie de t¨ªtulos que se han lanzado en los ¨²ltimos a?os al abordaje de las librer¨ªas. Machista, alcoh¨®lico, vulgar, salvaje, asesino: el arquetipo del pirata dispara a ca?onazos contra la correcci¨®n pol¨ªtica. Y, sin embargo, resulta que en el oc¨¦ano de la literatura infantil y juvenil se vislumbran cada vez m¨¢s banderas negras con la calavera. ¡°Los ni?os tienen una visi¨®n rom¨¢ntica de los piratas: admiran su vida n¨®mada, su absoluta libertad, el que no se sometan a ninguna ley m¨¢s all¨¢ de las de su capit¨¢n. Adem¨¢s, el que sean malvados tambi¨¦n les atrae¡±, apunta Teresa Tellechea, editora ejecutiva de literatura infantil y juvenil en SM. Aunque, por una vez, los bucaneros s¨ª han decidido acatar una regla de la sociedad: cambiar.
Por supuesto, siguen buscando islas perdidas, doblones y aventuras con sus nav¨ªos. Pero ahora a bordo tambi¨¦n se llora, se r¨ªe, se acepta tener miedo y una mujer puede agarrar con firmeza el tim¨®n. El Capit¨¢n Calabrote (de Alberto Sebasti¨¢n y Carles Arbat, Kalandraka) se da cuenta de que un tesoro compartido puede enriquecer m¨¢s; Daniela Pirata (Susanna Isern y G¨®mez, nubeOCHO) se gana el derecho a liderar a una chusma masculina; en lugar de cofres, el buen Pepe abre jaulas para liberar a unos cuantos animales (serie de Ana Mar¨ªa Romero Yebra y Mikel Valverde, SM); y hasta el temible Jack Salvaje acaba reconociendo que la dura vida en alta mar mejora con un jersey calentito como el que le ha cosido Barbabuela (El Hematocr¨ªtico y Eugenia ?balos, de pr¨®xima publicaci¨®n en N¨®rdica). Que nadie subestime adem¨¢s a la anciana se?ora: cuida de las plantas en los camarotes igual que derrota a un Kraken.
¡°A d¨ªa de hoy, se ha ido perdiendo el estereotipo malvado y sanguinario: hay h¨¦roes, y las chicas tambi¨¦n pueden ser piratas¡±, se?ala la escritora Susanna Isern, que en otro libro de la serie de Daniela aprovech¨® para rescatar a las bucaneras reales olvidadas por la historia, desde Awilda hasta Mary Read o Anne Bonny. ¡°Las novelas de piratas de hoy de la literatura infantil son m¨¢s sencillas y sus personajes m¨¢s infantiles que los de las cl¨¢sicas. Resultan simp¨¢ticos porque, pese a que son feroces y fuera de la ley, pueden ser torpes e inseguros¡±, agrega Tellechea. As¨ª, al Pirata de la pata de pato (Jos¨¦ Carlos Andr¨¦s y Myriam Cameros Sierra, nubeOCHO) le vuelven loco a fuerza de cambiarle su pierna falsa por un muelle o hasta un l¨¢piz. Y el peque?o protagonista de El pirata valiente (Ricardo Alc¨¢ntara y Gusti, Kalandraka) deja todas sus fechor¨ªas en cuanto su mam¨¢ anuncia que est¨¢ listo el chocolate caliente: Juanito no lo cambiar¨ªa ni por el ron m¨¢s a?ejo.
En general, violencia, misoginia y alcohol ya no apasionan tanto a los bucaneros. E incluso cuando lo hacen, parece preocupar menos que en otros ¨¢mbitos. ¡°La actitud mayoritaria hacia lo pol¨ªticamente correcto es un poco rid¨ªcula y supone un problema. Pero este es un personaje que no tiene implicaciones sociales, representa lo que puede buscar un ser humano cuando emprende un viaje hacia lo desconocido¡±, reflexiona Xos¨¦ Manuel Gonz¨¢lez Oli, maestro de primarias, traductor y escritor de El pirata pata de lata (Kalandraka, ilustrado por Ram¨®n Trigo). ¡°La princesa y el caballero pueden representar unos arquetipos que muchos relacionan con la educaci¨®n sentimental de los ni?os y por eso los rechazan. Los piratas son estereotipos literarios, pero no est¨¢n en el ¨¢mbito de las relaciones afectivas: su mundo es ajeno al nuestro y resulta muy ex¨®tico¡±, a?ade Tellechea.
Depende tambi¨¦n de la edad. Isern hace hincapi¨¦ en que las tramas de su Daniela van dirigidas a un p¨²blico a partir de tres a?os. Subraya que ha conservado misterio y transgresi¨®n, pero todo est¨¢ te?ido de humor. Y destaca: ¡°Cuando escribo el fin no es transmitir un mensaje, sino una buena historia¡±. Lectores algo m¨¢s maduros, en todo caso, s¨ª pueden encontrarse con galeones que evocan a los del pasado. Bajo las muchas solapas de A bordo de un barco pirata (Jean-Michel Billioud y Olivier Latyk, SM) se esconde una reconstrucci¨®n hist¨®rica: duelos de espadachines, ahorcamientos y borracheras estaban a la orden del d¨ªa. Y el c¨®digo de casi todos los nav¨ªos prohib¨ªa acoger a mujeres. Y El tesoro de Barracuda (Llanos Campos y Marta Alt¨¦s, SM) busca mezclar el aroma y el gamberrismo de las viejas leyendas con la caza de un punto de vista m¨¢s moderno.
Y, adem¨¢s, los mitos originales no tienen la menor intenci¨®n de colgar el garfio. Nada impide volver a navegar con Sandok¨¢n, de Emilio Salgari, Peter Pan, de J. M. Barrie, el capit¨¢n Jack Sparrow o cualquier otra pel¨ªcula sobre bucaneros. Y, desde luego, no hace falta ning¨²n mapa para hallar todav¨ªa en una librer¨ªa La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson. En 2001, el sello Edelvives lo rescat¨® incluso en una versi¨®n ilustrada por ?tienne Friess. En los dibujos, los c¨¦lebres personajes se han convertido en animales. Pero, en las p¨¢ginas, la magia contin¨²a intacta. El quincea?ero Jim Hawkins est¨¢ igual que en 1883: siempre dispuesto a zarpar hacia un nuevo viaje. Solo necesita un lector que quiera acompa?arle.