¡®El sol del futuro¡¯: Nanni Moretti, ese se?or tan raro como necesario

Sus pel¨ªculas le pueden salir mejor o peor, pero para m¨ª reencontrarme o revisitar el cine de ese se?or tan singular llamado Nanni Moretti siempre posee algo grato. Me garantiza frecuentemente una sonrisa, imaginaci¨®n con el sello de la casa, un estilo agridulce para ofrecerte su ins¨®lita visi¨®n de las personas y las cosas. Bueno, en alguna ocasi¨®n era imposible que te alegrara el ¨¢nimo. Todo era sombr¨ªo y desolado, ...

Sus pel¨ªculas le pueden salir mejor o peor, pero para m¨ª reencontrarme o revisitar el cine de ese se?or tan singular llamado Nanni Moretti siempre posee algo grato. Me garantiza frecuentemente una sonrisa, imaginaci¨®n con el sello de la casa, un estilo agridulce para ofrecerte su ins¨®lita visi¨®n de las personas y las cosas. Bueno, en alguna ocasi¨®n era imposible que te alegrara el ¨¢nimo. Todo era sombr¨ªo y desolado, consecuentemente, cuando habl¨® en la impresionante La habitaci¨®n del hijo de la ruina an¨ªmica que invade a una familia venturosa a la que le ocurre algo tan salvaje e inconsolable como la muerte de uno de sus hijos. Moretti es cre¨ªble y cercano en la comedia y en la tragedia. Sabe que la vida contiene ambas cosas y es due?o de una personalidad tan inteligente como identificable para retratar las luces y las sombras de esa cosa tan compleja llamada vida.

Siempre asocio a Nanni Moretti con la entra?able imagen de un tipo en vespa recorriendo Roma y hablando con gracia tan identificable como peculiar de lo que ve, lo que escucha, lo que piensa y siente. En El sol del futuro retorna frecuentemente a esos parlamentos caracter¨ªsticos con el pretexto de la historia que est¨¢ contando. Interpreta a un director de cine con una misi¨®n que cada d¨ªa se complica m¨¢s. Est¨¢ rodando una pel¨ªcula ambientada en el pasado, cuando un circo h¨²ngaro viaja a Italia y en su pa¨ªs la apertura y la libertad que este reclama se ve aplastada con la invasi¨®n del ej¨¦rcito sovi¨¦tico, algo que volver¨¢ a repetirse a?os despu¨¦s ante la pretendida y corta primavera de Praga. Moretti cuenta la actuaci¨®n del floreciente partido comunista de Italia, con dos millones de afiliados, ante la salvajada que han cometido los sagrados poderes de Mosc¨². En nombre de la revoluci¨®n y del proletariado, por supuesto. Y la escandalizada, valiente y conmovedora reacci¨®n de algunos disidentes, que no pueden aceptar que en nombre del comunismo y del siempre implacable poder se cometa esa barbarie.

Todo ello se narra paralelamente a la muy complicada y afligida existencia del creador de esa pel¨ªcula, interpretado por un Nanni Moretti en su salsa. No para de hablar ni de quejarse. Duda, se contradice, se exalta, se lamenta sin tregua del estado de las cosas, se turba al descubrir que su hija veintea?era se ha liado con un se?or mayor que ¨¦l mismo. Y, sobre todo, no intuye lo m¨¢s grave: que la comprensiva y dulce esposa, que tambi¨¦n ejerce como productora en su cine, est¨¢ a punto de abandonarle porque ya no le aguanta m¨¢s, porque est¨¢ harta de su egolatr¨ªa y de sus permanentes quejas observ¨¢ndose permanentemente el ombligo.

Moretti combina muy bien la comedia y el drama, sigue creyendo en la supervivencia de una izquierda racional y que no sea deudora de las cansinas y mentirosas consignas, no sectaria, subversiva en nombre de la verdad, aunque esta pueda ser inc¨®moda. Y si en Caro diario lograba crear una imagen perdurable de sus motorizados paseos, aqu¨ª se permite el lujo de deslizarse en patinete o pasarse unos minutos d¨¢ndole patadas a un bal¨®n. Cositas que en otro personaje te resultar¨ªan complacientes y prescindibles, y que en ¨¦l te resultan naturales y graciosas. Tambi¨¦n canta y baila acompa?ado de su ex¨®tico reparto. Yo, incluso, me emociono un poco, cuando veo la interpretaci¨®n que hacen de Voglio vederti danzare, aquella canci¨®n que se invent¨® el maravilloso Franco Battiato. Y salgo contento del cine, con esa sensaci¨®n tan infrecuente.