Ibsen Mart¨ªnez: ¡°La sociedad venezolana no tiene sentido tr¨¢gico¡±
El escritor venezolano publica ¡®Oil Story¡¯, un relato policial inmediatamente posterior a la llegada de Hugo Ch¨¢vez al poder
Laureado libretista de teatro y televisi¨®n, respetado por el p¨²blico culto y el del espect¨¢culo, el penetrante ensayista Ibsen Mart¨ªnez fue el intelectual p¨²blico por excelencia, el articulista que todo el mundo acud¨ªa a leer en la prensa escrita cada domingo en la Venezuela entre 1995 y 2005. Ahora es columnista de EL PA?S y lleva unos a?os viviendo en Bogot¨¢, observando el devenir latinoamericano y venezolano para darle continuidad a una ya amplia obra en la narrativa, el ensayo y el teatro. Mart¨ªnez es el autor de ...
Laureado libretista de teatro y televisi¨®n, respetado por el p¨²blico culto y el del espect¨¢culo, el penetrante ensayista Ibsen Mart¨ªnez fue el intelectual p¨²blico por excelencia, el articulista que todo el mundo acud¨ªa a leer en la prensa escrita cada domingo en la Venezuela entre 1995 y 2005. Ahora es columnista de EL PA?S y lleva unos a?os viviendo en Bogot¨¢, observando el devenir latinoamericano y venezolano para darle continuidad a una ya amplia obra en la narrativa, el ensayo y el teatro. Mart¨ªnez es el autor de Por estas calles, un cr¨ªtico soup opera de enorme ¨¦xito comercial que, desde 1992 hasta 1994, caracteriz¨® con mordacidad los modales de aquella sociedad en crisis en los tiempos de gloria de la televisi¨®n comercial. R¨¦cord en sinton¨ªa televisiva, para muchos fue responsable de alentar un estado de indignaci¨®n algo desproporcionado sobre el comportamiento de la democracia y su rastro interpretativo, ahora fermento del chavismo. Con Oil Story (Tusquest, Andanzas, 2023) Mart¨ªnez presenta un apasionante relato policial enmarcado en aquella Venezuela del a?o inmediatamente anterior a la llegada de Hugo Ch¨¢vez al poder.
Pregunta. Ha fotografiado un momento decisivo de la historia reciente del pa¨ªs. ?Qu¨¦ quiere expresar?
Respuesta. La peque?a historia del libro tiene menos heroicidad. Pens¨¦ siempre que el denominado bloqueo del escritor era una supercher¨ªa snob, con la cual algunos intelectuales justificaban su baja productividad. Pero no, existe, es una dolencia complicada de entender para quien no tenga esto como un oficio. Coincidi¨®, adem¨¢s, con mi mudanza a Bogot¨¢, cosa que anhelaba: alejarme de la locura venezolana y mudarme una ciudad de habla hispana que tuviese una gran biblioteca p¨²blica.
P. ?C¨®mo lleg¨® este relato?
R. En 2010 escrib¨ª una obra teatral, Petroleros Suicidas, sobre el activismo pol¨ªtico petrolero antichavista, el papel de la gerencia de PDVSA en el intento de la oposici¨®n por derrocar a Hugo Ch¨¢vez en 2002. Algunos de ellos se lo tomaron a mal. Le met¨ª mucho a esa pieza en lo que ata?e a ¡°urdir el argumento¡±. Me olvid¨¦ de ella y me vine a Colombia. Me desesperaba estar lleno de ideas y de temas con an¨¦cdotas, y tener ese bloqueo. Pero una vez, tuve un encuentro en Cartagena con Juan Forn, gran amistad literaria que influy¨® mucho en mi obra. ?l se dio cuenta que ese tema hab¨ªa que resolverlo, que era necesario escribir ese libro que ten¨ªa adentro. Me propuse, en serio, terminar de conseguirle sujeto a la historia. Buscar una palanca para contar una novela con un pretexto que me supiera muy bien. Y ah¨ª estaba Petroleros Suicidas. Decid¨ª escribirlo como un policial.
P. ?No es usted muy duro en sus l¨ªneas con la gerencia de aquel entonces de Petr¨®leos de Venezuela?
R. Tuve algunas reacciones luego de escribir el texto, amigos consultados a los que no les ha gustado. En retrospectiva, advierto que esa clase dirigente, en esa crisis, la de la huelga petrolera del a?o 2002, ¨Cconcebido para forzar la renuncia de Hugo Ch¨¢vez a la Presidencia en aquel entones-, se comport¨® como un estamento feudal. Unos supergerentes con ideas zombis sobre la pol¨ªtica ¨Cel concepto es de Mois¨¦s Naim; una idea que camina muerta¨C. Esto de que, al parar la industria, el hombre se cae. A un caudillo del siglo XIX como Hugo Ch¨¢vez lo vieron como un militarcito controlable. No creo que me exceda, sinceramente. Lo pens¨¦ muy bien. Med¨ª y rele¨ª cada palabra.
P. Tiene usted como autor una clara vocaci¨®n por el tema petrolero como nudo conceptual.
R. Desde adolescente descubr¨ª muy r¨¢pido que lo m¨¢s nutritivo sobre lo que de verdad ocurr¨ªa en el mundo petrolero, incluso venezolano, era en idioma ingl¨¦s, fuentes ajenas al simplismo de ciertos soci¨®logos nacionales con sesgo marxista. En los a?os 90, lo que cambi¨® mi vida fue leer el libro de Terry Lyn Karl, El Origen de los Petroestados, que ella escribi¨® teniendo a Venezuela como base de operaciones. La paradoja de la abundancia. Siempre pens¨¦ que ah¨ª hab¨ªa una buena historia. Mi padre hizo carrera como administrativo, fue un eterno adjunto de gente en la actividad petrolera del oriente del pa¨ªs. En ese ¨¢mbito, me incit¨® mucho a leer de estos temas, que siempre me han resultado muy naturales. Necesitaba el se?uelo, la coartada, para retratar aquella Venezuela de finales de los 90.
P. ?Por qu¨¦ criticar a la meritocracia de la vieja PDVSA? ?No la echamos en falta? ?No expresa el chavismo, culturalmente, con la destrucci¨®n final de la empresa, el fin de la meritocracia?
R. Como concepto, la del funcionario p¨²blico en general, s¨ª. La meritocracia arrogante de aquella PDVSA previa a la llegada de Ch¨¢vez al poder, si a m¨ª me apurasen, y tuviera que se?alar que caus¨® esta debacle donde estamos hoy, dir¨ªa que el Paro Petrolero de 2002, el p¨¦simo manejo de esa huelga que involucr¨® a esa gerencia y consolid¨® al chavismo en el poder.
P. La novela plantea una valoraci¨®n negativa de la cotidianidad nacional de aquel entonces. Para muchas personas, la ca¨ªda de la democracia en Venezuela tiene que ver con ese sesgo hipercr¨ªtico.
R. Yo discrepo. Sigo creyendo que, como naci¨®n, tenemos un problema grave: Venezuela no tiene sentido tr¨¢gico. El venezolano se describe a s¨ª mismo como un euf¨®rico, un compulsivo de la alegr¨ªa. En la ca¨ªda de la democracia venezolana pesa, sobre todo, la desaprensi¨®n de la clase pol¨ªtica de entonces frente a lo que ven¨ªa. Aquella era una clase dirigente sabrosona en un pa¨ªs sabros¨®n.
P. Se ha ido extendiendo entre muchos venezolanos una actitud negacionista con el pa¨ªs frente a su crisis, un rechazo a pertenecer a su ¨¢mbito. ?C¨®mo lleva usted el fracaso de Venezuela?
R. A la distancia he vuelto a leer mucho sobre mi pa¨ªs, cosas ya le¨ªdas y cosas nuevas. Para mi sorpresa, aqu¨ª en Colombia descubr¨ª, por ejemplo, a Teresa de la Parra, gran narradora venezolana. Sus reflexiones me abrieron los ojos en muchos temas, su forma de asumir el exilio. En su correspondencia aprecias una inteligencia femenina muy penetrante del tipo de pa¨ªs en el que le toc¨® nacer. Un pa¨ªs al que ama y odia, como quiz¨¢s sea mi caso. Yo no puedo ser sino venezolano.
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