Luis Bayl¨®n, el gato
El gran fot¨®grafo madrile?o, que retrat¨® su ciudad en decenas de im¨¢genes, ha muerto a los 65 a?os
Ha muerto un gato en Madrid. Ha muerto el rey de los gatos. Ten¨ªa bigote de gato, mirada de gato, risa de gato. Ten¨ªa sabidur¨ªa de gato. Y cuando caminaba por las calles de Madrid con su Roleyflex sab¨ªa ser tambi¨¦n silencioso como un gato, y cazar como un gato. A diferencia de los artistas perros (narcisistas, ruidosos, egoc¨¦ntricos, m¨¢s enamorados de su propia mirada que de los objetos que fotograf¨ªan) el artista que fue Luis Bayl¨®n ten¨ªa el ¡°ba...
Ha muerto un gato en Madrid. Ha muerto el rey de los gatos. Ten¨ªa bigote de gato, mirada de gato, risa de gato. Ten¨ªa sabidur¨ªa de gato. Y cuando caminaba por las calles de Madrid con su Roleyflex sab¨ªa ser tambi¨¦n silencioso como un gato, y cazar como un gato. A diferencia de los artistas perros (narcisistas, ruidosos, egoc¨¦ntricos, m¨¢s enamorados de su propia mirada que de los objetos que fotograf¨ªan) el artista que fue Luis Bayl¨®n ten¨ªa el ¡°bajo perfil¡± de los gatos, y tambi¨¦n la extra?a inclinaci¨®n de los gatos por lo lumpen, lo brillante, lo doble, lo golpeado, lo elegante. El artista gato ¨Da diferencia del artista perro (siempre pomposo, siempre cauto, siempre con un ¡°programa¡±)¨D es un improvisador, un superviviente, demasiado consciente de que basta un mal golpe de suerte para dejarte en la calle. Ha probado la calle el gato. Sabe de qu¨¦ va. Ha dormido al raso alguna noche. Sabe que no hay en ello ning¨²n romanticismo. Preguntadle por sus malas noches al artista gato, como le preguntaban a Bayl¨®n por la hero¨ªna en los tiempos de la Movida, no os las contar¨¢, pero se ver¨¢n esas noches, filtradas y transfiguradas, elegantes, domesticadas y amadas y bien lloradas, como solo saben hacer magia los gatos y los grandes artistas, en la fotograf¨ªa de un ni?o, en la de una mujer que mira los toros, en la de un ¨¢rbol. Bayl¨®n falleci¨® este s¨¢bado a los 65 a?os.
No hay un solo recuerdo de Luis Bayl¨®n en el que no me est¨¦ riendo con ¨¦l. Le conoc¨ª hace m¨¢s de diez a?os a trav¨¦s del pintor Pablo Angulo, porque hab¨ªa visto una foto suya y me hab¨ªa enamorado de ella y la quer¨ªa usar para una portada y media hora despu¨¦s ya le estaba diciendo que ten¨ªamos que hacer un libro juntos. Me maravillaba no haber o¨ªdo hablar antes de aquel tipo bajito, de voz canalla que re¨ªa como un Cheshire castizo, me maravillaba (no dir¨¦ que me escandalizaba porque para estas cosas ya soy resabiado) que no estuviese exponiendo con los mejores, en las mejores galer¨ªas. ?Qu¨¦ le pasaba al mundo? Le pasaba lo de siempre: el artista gato no miente, gestiona mal su imagen, se pierde en la vida, insulta al que no corresponde, alaba al que le apetece, hace fotograf¨ªas fuera de la moda y con la l¨®gica de la diversi¨®n, no con la l¨®gica de la promoci¨®n.
Est¨¢ de m¨¢s decir que Luis Bayl¨®n es uno de los cinco fot¨®grafos m¨¢s aut¨¦nticos del cambio de siglo en Espa?a. Aut¨¦ntico en el sentido mas radical de la palabra: anclado en lo real, comprometido con un v¨ªnculo de fascinaci¨®n y amor por lo que hac¨ªa. Un fot¨®grafo que fotografiaba con pudor. Delicado, humano, humor¨ªstico, bebedor, tan madrile?o que sus virtudes y defectos son casi coincidentes con los del esp¨ªritu de la ciudad que nunca se cans¨® de retratar: su enorme destreza t¨¦cnica, su c¨¢lidad art¨ªstica de primer orden colisionaba en no pocas ocasiones con un nulo sentido comercial y una gesti¨®n de su obra que rozaba la improvisaci¨®n. Ahora se llenar¨¢ todo el mundo la boca diciendo que Bayl¨®n era de los mejores, pero ¨Da diferencia de la suerte que tuvieron otros compa?eros de a generaci¨®n¨D no fueron tantos los que lo dijeron mientras el artista gato hac¨ªa sus mejores fotos. El gato pag¨® tambi¨¦n su precio por la autenticidad, pero no se elige ser gato, y si hay alguien que lo sab¨ªa, ¨¦se era Luis Bayl¨®n.
Tal vez el artista gato esperaba secretamente lo que esperan todos los gatos: que una se?ora rica lo sacara de la calle y se lo llevara a un apartamento del barrio de Salamanca. Cosa que tambi¨¦n ocurri¨®, como demuestra el trato de justicia que se le ha hecho en sus ¨²ltimos a?os; los premios (muchos menos de los que deber¨ªa haber tenido) y la gran compra de su obra que hizo el archivo Lafuente. Los excelentes libros de fotograf¨ªas que nos deja, desde las primeras series a manos de Mauricio d?Ors hasta las ¨²ltimas en la editorial This Side Up, a cargo de Cecilia Gandarias y Bruno Lara, son su verdadero legado.
Bayl¨®n est¨¢ en esos libros que tan ansiosa, escrupulosa y obsesivamente edit¨®. ¡°Hay que hacer libros, Barbita¡±, me dec¨ªa cada vez que nos ve¨ªamos. Y cada vez que le llamaba o me llamaba: ¡°Tenemos que hacer un libro juntos, Barbita¡±. ?Quieren saber qui¨¦n era Bayl¨®n? B¨²squenlo en sus libros: est¨¢ en las calles y borrachos y paseantes y yonquis de Madrid en plata, en las parejas id¨¦nticas de Par de dos, en las colillas humeantes de Solo para fumadores, en los maniqu¨ªes de Escatapartes, en los grafitis y autorretratos de Autogarabato, en los gatos y los ni?os de Ladrones de corazones. Ah¨ª est¨¢ el gato completo, con toda su sabidur¨ªa callejera y toda su compasi¨®n. Ha muerto un gato en Madrid. Ha muerto el rey de los gatos. Y como todos los gatos se ha escondido para morir, en una esquinita de El escorial, junto a su pareja, Rosa, haciendo fotos de ¨¢rboles como si fueran personas. Haciendo ¡°retratos de ¨¢rboles¡±. Mi p¨¦same a la esforzada Tyra, y a sus nietos. Gloria al rey de los gatos.