El Thyssen culmina su ¡°transformaci¨®n feminista¡± con una exposici¨®n que rinde homenaje a las artistas
¡®Maestras¡¯ re¨²ne un centenar de piezas que muestran la contribuci¨®n de las mujeres a la historia del arte y que gustar¨¢, dice el director, ¡°a los que no se sientan feministas¡±
En la mirada de Judit se percibe a una mujer fuerte, convencida de lo que acaba de hacer, que agarra a su sirvienta del hombro en un gesto de protecci¨®n y complicidad. No se desprende una sensaci¨®n de arrepentimiento ni perd¨®n en sus gestos. Por eso no esconde el cuchillo, se lo apoya en el hombro. Tampoco oculta la cabeza de Holofernes que acaba de decapitar. Esta lectura, completamente personal, es tan v¨¢lida como todas las que se pueden hacer de esta pieza de Artemisia Gentileschi, la gran pintora italiana del siglo XVII, porque en la exposici¨®n ...
En la mirada de Judit se percibe a una mujer fuerte, convencida de lo que acaba de hacer, que agarra a su sirvienta del hombro en un gesto de protecci¨®n y complicidad. No se desprende una sensaci¨®n de arrepentimiento ni perd¨®n en sus gestos. Por eso no esconde el cuchillo, se lo apoya en el hombro. Tampoco oculta la cabeza de Holofernes que acaba de decapitar. Esta lectura, completamente personal, es tan v¨¢lida como todas las que se pueden hacer de esta pieza de Artemisia Gentileschi, la gran pintora italiana del siglo XVII, porque en la exposici¨®n Maestras, del Museo Thyssen, solo se identifica por una escueta cartela en la que se detalla el nombre del cuadro y de la autora.
Aqu¨ª hablan la calidad de las obras, la selecci¨®n de las autoras y las miradas de las mujeres, la posici¨®n de sus cuerpos, las manos y la profundidad de las ojeras, los ce?os fruncidos o de miedo. El visitante que no lo entienda, tendr¨¢ que recurrir al cat¨¢logo y revisarse las costuras. No las del diletante interesado en la cuesti¨®n est¨¦tica. Sino las otras.
Lo primero que anuncia Guillermo Solana, director art¨ªstico del Thyssen, es que con esta muestra, de alguna manera, este museo culmina ¡°una transformaci¨®n feminista¡±, en sus palabras, que comenz¨® hace algo m¨¢s de 10 a?os con la exposici¨®n Hero¨ªnas y que ha cambiado la manera de programar del centro, pero tambi¨¦n su organizaci¨®n. M¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s, han reunido un centenar de obras solo de mujeres, de distintas instituciones del mundo, que ¡°por primera vez en Espa?a realizan un recorrido feminista por la contribuci¨®n de las artistas a la historia del arte¡±, dice, con solemnidad, el ¨²nico texto que explica esta exposici¨®n, que se podr¨¢ ver hasta el 4 de febrero.
No hay ¨¢nimo de confrontar, aseguran Solana y Roc¨ªo de la Villa, comisaria de Maestras y te¨®rica feminista, que no puede ocultar su emoci¨®n al sentir, explica, que por fin ha salido de los m¨¢rgenes, donde dice que lleva trabajando toda su vida, para instalarse en las salas de uno de los museos m¨¢s importantes de Europa. ¡°No excluye a nadie¡±, defiende el director art¨ªstico. ¡°Gustar¨¢ a todo el mundo, incluidos a los que no se sientan feministas. Lo importante es que se abandonen los prejuicios. A fin de cuentas, esta exposici¨®n es para los amantes del arte al margen de los argumentos te¨®ricos¡±. El objetivo para ambos expertos es que se ampl¨ªe la mirada y ¡°cambie el canon¡± hasta ahora establecido.
¡°?Por qu¨¦ no las conoc¨ªamos?, ?por qu¨¦ sus obras estaban en los almacenes?¡±, se plantea De la Villa sobre el trabajo de Angelica Kauffman, Clara Peteers, Rosa Bonheur, Mary Cassatt y Henriette Browne, entre muchas otras. La respuesta r¨¢pida es el patriarcado. La m¨¢s complicada est¨¢ en cada una de las piezas que se muestran. ¡°Esta es una exposici¨®n feminista que supone un correctivo sin paliativos a los prejuicios derivados del patriarcado¡±, afirma la comisaria, que en su b¨²squeda de las piezas que conforman la exposici¨®n le cost¨® entender c¨®mo fue posible que tantos responsables de museos no se sacudieran los prejuicios y por lo menos bajaran a los almacenes a interesarse por obras de tanta calidad. Porque solo eran prejuicios, como queda demostrado en un paseo por la exposici¨®n.
Maestras se despliega en ocho salas donde se abordan temas que ¡°corresponden con hitos de una historia de las ideas de las mujeres¡±, apunta De la Villa. Durante mucho tiempo, explica la experta, tuvieron que callar por miedo a ser decapitadas ¡ª¡±Algunas siguen callando¡±, prosigue¡ª, pero, por suerte para la historia del arte, pudieron expresarse en sus pinturas.
A aquellas mujeres que mandaron a pintar flores, porque el bodeg¨®n era su lugar natural, se las reconoce una mirada ecol¨®gica no mecanicista, m¨¢s cercana a la ciencia, por poner un ejemplo. Las retratistas muestran la complicidad con sus retratadas. Son mujeres vistas por mujeres y mujeres que se saben miradas por mujeres. Algo similar sucede en la sala dedicada a temas sociales, como la maternidad. No hay un gran despliegue de acciones y al acercarse a los cuadros de madres amamantando, jugando, alimentando, es decir, cuidando, esa apariencia de que no pasa nada desaparece. En la escena del desayuno que pinta Mary Cassat, hay una noche interminable de desvelos, llantos, posiciones inc¨®modas en la cama¡ y todo reflejado en la mirada de una madre derrotada al que el caf¨¦ solo va a salvar tres horas de esa ma?ana y la de una ni?a ajena a todo, como le corresponde.
Hay un componente de restauraci¨®n en Maestras que pretende, dice De la Villa, poner en primera l¨ªnea a las que abrieron camino y demostrar que no hay que conformarse con ocupar ¡°el 20% de la programaci¨®n expositiva¡± de un museo. La exposici¨®n en s¨ª misma es una demostraci¨®n de fuerza contra el borrado de las artistas, pero tambi¨¦n la dificultad de traer unas obras que, por fin, reclama el p¨²blico. ¡°Son piezas con una larga lista de espera para ser prestadas por la alta demanda o que han vuelto a las salas de los museos despu¨¦s de a?os guardadas¡±, dice Solana. ¡°El poder simb¨®lico del arte es muy importante. El arte es un refugio donde sentirnos otra vez humanos¡±, resume la comisaria.