La literatura infantil debate la tendencia de los libros llenos de valores y mensajes positivos
Editores, autores, libreros y estudiosos analizan ventajas y riesgos de la multiplicaci¨®n de obras para los m¨¢s peque?os centradas de forma evidente en transmitir una lecci¨®n o defender una causa
En 17 a?os, Toni Fern¨¢ndez ha vivido muchas aventuras. Ha sorteado mares oscuros, dado cobijo a guerreras y magos, descubierto animales de lo m¨¢s extra?os. Y tambi¨¦n, por supuesto, afrontado la fant¨¢stica peripecia de quitarse el chupete o conquistar un pupitre. Es lo que lleva viendo durante casi dos d¨¦cadas entre las estanter¨ªas de su librer¨ªa infantil y juvenil Baobab, en Palma de Mallorca. Aunque, desde hace un tiempo, se repite ante sus ojos otro suceso peculiar: ¡°He notado un exceso de publicaciones, sobre todo en el ¨¢lbum ilustr...
En 17 a?os, Toni Fern¨¢ndez ha vivido muchas aventuras. Ha sorteado mares oscuros, dado cobijo a guerreras y magos, descubierto animales de lo m¨¢s extra?os. Y tambi¨¦n, por supuesto, afrontado la fant¨¢stica peripecia de quitarse el chupete o conquistar un pupitre. Es lo que lleva viendo durante casi dos d¨¦cadas entre las estanter¨ªas de su librer¨ªa infantil y juvenil Baobab, en Palma de Mallorca. Aunque, desde hace un tiempo, se repite ante sus ojos otro suceso peculiar: ¡°He notado un exceso de publicaciones, sobre todo en el ¨¢lbum ilustrado de dos a seis a?os, cuyo ¨²nico objetivo es solucionar cualquier tipo de problema que se presente o transmitir el mensaje que quieran las familias¡±.
De ah¨ª que crezcan las visitas a su librer¨ªa de un perfil concreto, el mismo que reciben en Sopa de Sapo, en Bilbao, o El faro de los Tres Mundos, en Lugo: los padres en busca de ¡°libros para¡±. ?Leer? Claro, pero no solo. Acostumbrarse al orinal, superar un duelo o los celos por un hermano. Y, hoy en d¨ªa, formar ni?os que contribuyan a un mundo mejor, m¨¢s inclusivo, ecol¨®gico o feminista. La lista es larga: las criaturitas, al fin y al cabo, a¨²n deben aprenderlo todo. Pero ?c¨®mo? Y, en todo caso, ?les corresponde a los libros el papel de maestros? He aqu¨ª uno de los debates m¨¢s complejos que divide a la literatura infantil.
Conviene partir, pues, de las certezas. Los ocho entrevistados para este reportaje (entre autores, editores, educadores, estudiosos y libreros) coinciden en que siempre ha habido libros volcados en ense?ar a los peque?os. ¡°Los cuentos tradicionales ya buscaban fomentar un valor, seg¨²n el modelo educativo de cada ¨¦poca. Hoy hay otra sensibilidad y las historias se han adaptado¡±, aclara Almudena Gonz¨¢lez Petronila, orientadora educativa en el Equipo de Atenci¨®n Temprana de Tetu¨¢n (dependiente de la consejer¨ªa de educaci¨®n de la Comunidad de Madrid). Pero, a la vez, todas las fuentes detectan un aumento de obras con una funci¨®n declarada: sensibilizar hacia el medioambiente, alertar contra el acoso o la homofobia, ayudar a la educaci¨®n emocional... Nadie duda de que las causas se antojen tan justas como fundamentales y apoyan que la literatura, como la sociedad, las toque. Otra cosa, sin embargo, es que surjan por obligaci¨®n. O que acaben por fagocitar tramas, personajes y creatividad.
¡°Todo libro transmite en s¨ª mismo no solo unos valores concretos, sino temas. Ya que mensaje siempre hay, deber¨ªamos discutir c¨®mo lo abordamos y si creamos una literatura infantil a favor del arte o la convertimos en un panfleto¡±, reflexiona la mediadora literaria M¨®nica C. Vidal. Y a partir de aqu¨ª se desatan discrepancias e interrogantes: ?es importante que las obras para los peque?os incluyan un mensaje positivo? ?Puede la apuesta por los valores condicionar, reducir o arrinconar la calidad de un texto? ?La demanda de los padres ha de escucharse, reconducirse o hasta ignorarse? Y, de todos modos, ?las causas se pelean por justicia y compromiso social, o porque est¨¢n de moda y pueden reforzar el beneficio econ¨®mico?
¡°La literatura infantil siempre se ve como sospechosa por s¨ª misma. Tengo la sensaci¨®n de que necesita tener un extra de contenido pedag¨®gico para que sea leg¨ªtima: no le llega, como la de los los adultos, con que sea fascinante. Me parece una aberraci¨®n¡±, afirma Miguel L¨®pez, conocido por su nombre art¨ªstico, El Hematocr¨ªtico. Y por libros repletos de humor, ya sea para edades avanzadas o min¨²sculas. Tal vez su Barbabuela (N¨®rdica) ense?e, de paso, a no juzgar por las apariencias. Y Las letras locas (B de Blok) contribuye a interiorizar el abecedario. Pero la prioridad resulta evidente: entretener, divertir, hechizar. ?l mismo pone como otro ejemplo la saga de Sapo y sepo, de Arnold Lobel, aunque basta con echar un vistazo a las estanter¨ªas: obras recientes como Una habitaci¨®n muy ruidosa (de Alicia Acosta y Luc¨ªa Serrano, en Flamboyant) y tambi¨¦n cl¨¢sicos como Meg y Mog (de Jan Pienkowski, en Blackie Books) no parecen preocuparse mucho por incluir un mensaje. Entre otras cosas porque, en el fondo, alimentan otra causa m¨¢s que necesaria: generar amor por los libros y un h¨¢bito lector que resista toda la vida.
¡°Se ha demostrado que la literatura en valores funciona. Pero hay editoriales detractoras, que hablan de que el buen libro debe tan solo ¡®ser buena literatura¡¯. Separarla de ciertos temas que preocupan a la sociedad es absurdo. La gente quiere que le hablen de cosas importantes y de actualidad. Las y los especialistas del libro tenemos la obligaci¨®n de intentar mejorar este mundo. Concienciar para que sean futuras y futuros ciudadanos ¨¦ticos me parece extraordinario¡±, argumenta en cambio Luis Amavisca, escritor y editor de nubeOCHO. El cat¨¢logo del sello resume bien su visi¨®n. Y, a la vez, los matices de la discusi¨®n.
El d¨ªa de la familia o Lola aprende yoga ofrecen lo que su t¨ªtulo ya promete; El reba?o o Hay una vaca en mi cama, en cambio, apuestan por la met¨¢fora. ¡°Sigue habiendo literatura infantil machista, con terribles sesgos de g¨¦nero o excluyente con las minor¨ªas. El ¡®tema principal¡¯ no tiene porque ser un ¡®mensaje positivo¡¯, pero si aparece de forma transversal es muy valorable. S¨ª es cierto que a veces encontramos libros donde es lo ¨²nico. Estoy en contra. Pero el mercado es libre, ?no?¡±, insiste Amavisca.
Otras fuentes expresan mayor preocupaci¨®n. Y un c¨¢lculo distinto. ¡°Creo que en la mayor¨ªa de los casos se est¨¢ priorizando el mensaje sobre la calidad literaria¡±, apunta Fern¨¢ndez. ¡°Hay un mont¨®n de publicaciones muy flojas¡±, agrega Susana Barro, librera de El faro de los Tres Mundos. Las hay, evidentemente, tambi¨¦n maravillosas. Y, de nuevo, todas las fuentes se muestran de acuerdo. Aunque lo cierto es que la promoci¨®n de muchos libros infantiles otorga a los valores una importancia parecida, o superior a la trama. As¨ª, en sus notas de prensa o en la contraportada, es habitual que se expliciten emociones y aspectos tocados en el interior: aceptaci¨®n, superaci¨®n, amistad, tristeza, o unos cuantos etc¨¦teras. ¡°Si el objetivo es la transmisi¨®n de un determinado conjunto de ideas y/o valores, el car¨¢cter de la obra ser¨¢ claramente did¨¢ctico. Deben existir y tener cabida principalmente en el entorno acad¨¦mico y de formaci¨®n. Pero si se intenta crear un ni?o lector, el ¨²nico objetivo debe ser entretener y, a ser posible, con una buena historia. Una mala historia que ¡®enganche¡¯ tambi¨¦n tiene cabida a la hora de generar afici¨®n, como ten¨ªa claro Roald Dahl¡±, destaca Elvira C¨¢mara Aguilera, profesora de Traducci¨®n en la Universidad de Granada e investigadora del sector.
Al c¨¦lebre autor, ¨²ltimamente, tambi¨¦n le han cuestionado. Aunque el intento de su editorial brit¨¢nica de modificar obras como La f¨¢brica de chocolate o Las brujas para hacerlas m¨¢s inclusivas desat¨® una tormenta global de opiniones en contra. Dahl siempre defendi¨® que ¨¦l escrib¨ªa para sus peque?os aliados, y nada le importaba la opini¨®n de los mayores. Cabe plantearse, entonces, si buena parte del problema reside en los adultos. ¡°Las redes sociales han dado un altavoz a demasiados ¡®gur¨²es¡¯ de la crianza respetuosa que se creen con la capacidad de dar consejos y, peor a¨²n, de escribir un libro. Y grandes sellos les publican por el simple hecho de que tienen miles de seguidores¡±, acusa Toni Fern¨¢ndez. Y Susana Barro apunta hacia otro frente: ¡°Un escritor o ilustrador no siempre es un especialista en psicopedagog¨ªa, con lo cual, al no dominar este campo y no saber realmente lo que se le pasa a un ni?o por el cerebro al leer su cuento, puede provocar un efecto no deseado. Hay cantidad de cuentos sobre el acoso, pero ?de verdad han contado con la ayuda de expertos?¡±.
Se trata, desde luego, de un tema candente. No por casualidad, M¨®nica C. Vidal emplea como hilo conductor de sus respuestas el paralelismo entre dos libros con asunto parecido (el bullying y ¡°la p¨¦rdida de identidad por agradar a los dem¨¢s¡±), pero soluciones muy distintas. Cree que Yo voy conmigo, de Raquel D¨ªaz Riguero (Thule), recomendado a partir de cinco a?os, se muestra mucho m¨¢s ¡°tranquilizador¡± y ¡°pone el foco en la visi¨®n infantilizada del p¨²blico que el adulto prev¨¦. Mientras que en Juul, de Gregie de Mayer [L¨®guez, a partir de 10 a?os], la pendiente es mucho m¨¢s empinada¡±. Su opini¨®n literaria se inclina hacia el segundo. El mercado, al rev¨¦s, convirti¨® Yo voy conmigo en un superventas.
Evidentemente, no compran los ni?os, sino los padres. Esmerados, se supone, en darles a sus hijos la mejor crianza posible. Y, quiz¨¢s precisamente por eso, a veces tan hiperpreocupados por un potencial trauma u obst¨¢culo como para suplicar en Baobab por el socorro de un libro. ¡°El enfoque actual hacia la crianza respetuosa insiste en cuidar mucho los hitos evolutivos de los ni?os. Y cuando algo es importante para ellos se escriben libros para ayudarles a entenderlo. Antes nadie iba a contar una historia sobre la retirada del pa?al¡±, apunta Almudena Gonz¨¢lez Petronila. Y agrega: ¡°En nuestra formaci¨®n y trabajo como educadores/docentes el cuento es una herramienta fundamental, y m¨¢s hasta los tres o incluso seis a?os. Desde el punto de vista pedag¨®gico hay cosas que ser¨ªan muy dif¨ªciles de transmitir, ayuda mucho a comprender temas abstractos¡±. De ah¨ª que Amavisca invite a ¡°no despreciar¡± el p¨²blico que requiere obras m¨¢s did¨¢cticas o informativas. ¡°Est¨¢ bien que lo haya. Cuando el mensaje est¨¢ demasiado claro, eso s¨ª, me chirr¨ªa. Puede convertirse en la lecci¨®n de un adulto a un ni?o, en vez de literatura¡±, subraya El Hematocritico.
¡°En mi opini¨®n, los libros obviamente conductistas pueden tener un espacio en las librer¨ªas, bibliotecas y hogares. El problema es si nos limitamos a ellos¡±, agrega Naia Hern¨¢ndez, de la librer¨ªa Sopa de Sapo. Y comparte que el desenlace no siempre est¨¢ escrito: ¡°Tenemos la suerte de que nuestros clientes se dejan recomendar¡±. Siempre hay alguien que entra pidiendo ¡°algo para un ni?o de seis a?os¡± que ¡°ama los dinosaurios¡± o ¡°tiene miedo de la oscuridad¡±. Puede que se lo lleve. Pero tambi¨¦n sucede que salga con una obra un poco, o totalmente, distinta. La propia Hern¨¢ndez confiesa que su percepci¨®n de un texto asociado a un tema concreto a veces ha cambiado tras relecturas y reflexiones. Es lo que tiene seguir pensando. Como piden los buenos debates. Y los buenos libros.