Colores y emociones: la pol¨¦mica m¨¢s sorprendente de la literatura infantil
Un nuevo libro para peque?os cuestiona como restrictivo el v¨ªnculo entre una tonalidad y un determinado sentimiento, que contribuy¨® al mayor fen¨®meno de ventas del sector, ¡®El monstruo de colores¡¯
No hay fantas¨ªa como la de un ni?o. Imagina juegos fascinantes hasta en un calcet¨ªn. Crea aventuras ¨¦picas a partir de un ¨¢rbol o una hormiga. Y, tambi¨¦n, sabe ver peleas ah¨ª donde un adulto menos se las espera. Una galleta partida en dos, un minuto m¨¢s en el parque, una historia narrada no exactamente como el d¨ªa anterior. Las razones resultan tan infinitas como sorprendentes. E important¨ªsimas, eso s¨ª, al menos para ellos. As¨ª que, tal vez para imitar a sus lectores, la literatura infantil se ha metido estos d¨ªas en una controversia tan peculiar como relevante: el fondo de la discusi¨®n es la educaci¨®n emocional de los peque?os.
Un nuevo libro, El rojo no est¨¢ enfadado, el azul no est¨¢ triste ¡ªde Luis Amavisca y Alicia Acosta, ilustrado por Anuska Allepuz y publicado por NubeOcho¡ª, ha venido a defender que la tradicional asociaci¨®n entre crom¨¢tica y sentimientos se antoja demasiado r¨ªgida y resta libertad. Lo que cuestiona, de paso, a su representante m¨¢s famoso, El monstruo de los colores, de Anna Llenas (Flamboyant), un fen¨®meno con seis millones de ejemplares vendidos en 40 idiomas. Suficiente para que la c¨¦lebre criatura se ponga roja de rabia. Aunque bien podr¨ªa seguir verde, como la calma de quien se ve respaldado por un ¨¦xito arrollador.
¡°Es un libro que ha marcado una ¨¦poca. Y es el primero que yo conozca en el mundo infantil al que le haya salido una respuesta¡±, asevera Susana Barro Parga, de la librer¨ªa especializada El faro de los tres mundos (Lugo). Porque la historia de Amavisca y Acosta busca romper el v¨ªnculo entre azul y tristeza, o amarillo y alegr¨ªa. Igual que su protagonista, un zorro que reivindica vestirse con los colores que quiera, sin que los otros animales del bosque asuman por su ropa que est¨¢ amargado, enfurecido o feliz. ¡°Se est¨¢ observando que algunos ni?os no son capaces de disfrutar de colores concretos y los acaban rechazando porque est¨¢n asociados a emociones negativas. Hablamos con muchos peque?os y profesores, y buscamos ofrecer una opci¨®n a toda la gente que ve peligroso unir una tonalidad con una sola emoci¨®n¡±, apunta Amavisca.
La alusi¨®n al monstruo es evidente. Adem¨¢s, el escritor y editor la explicita: ¡°Hubo una obra que sent¨® catedra, que supuso el culmen de todo un movimiento. Como libro est¨¢ muy bien. Pero al haberse difundido y trabajado tanto en los colegios, nosotros decimos que esa metodolog¨ªa puede hacer da?o. Al unir tanto un sentimiento con un color, se pierden el aspecto l¨²dico y la libertad¡±. Amavisca y Acosta, que ya sacudieron otros esquemas con ?Vivan las u?as de colores! o La mu?eca de Lucas (NubeOcho), no pretenden culpar a Llenas, sino al uso a menudo exclusivo de su obra que se ha dado en escuelas de medio planeta. Y sus posibles consecuencias. Tres libreros especializados, preguntados por este diario, demuestran compartir esa preocupaci¨®n, que tambi¨¦n se oy¨® en la ¨²ltima Feria de literatura infantil y juvenil de Bolonia, la m¨¢s importante del sector. ¡°No me gustan los libros que les dicen directamente a los ni?os c¨®mo se deben sentir¡±, agrega Toni Fern¨¢ndez, responsable de Baobab, en Palma de Mallorca.
¡°Mi obra habla de los sentimientos del monstruo, no se hace una afirmaci¨®n universal. All¨ª, las emociones se sienten as¨ª y de este color. ?Y en ti? Hay tantas paletas, tonos y matices como personas, momentos y sensibilidades en el mundo¡±, responde Anna Llenas. En lugar de contestar a cada pregunta enviada por EL PA?S, la autora prefiere remitir una reflexi¨®n general, evitando entrar en pol¨¦micas. Licenciada en Publicidad y Relaciones P¨²blicas y con un m¨¢ster en arte-terapia, concibi¨® hace 12 a?os la intuici¨®n que cambi¨® su vida. Y dice que lo hizo siguiendo su instinto creativo y emp¨¢tico: ¡°Como artista pienso en colores e im¨¢genes. Naci¨® con la voluntad de que padres e hijos pudieran hablar de sus sentimientos. Que diera pie a la libertad de expresar las emociones y compartirlas. A que se validara lo que cada uno siente¡±.
Eva Jim¨¦nez, cofundadora y directora ejecutiva de la editorial Flamboyant, respalda a su autora, a la que califica de ¡°genia¡±: ¡°Los efectos positivos superan de calle a los negativos. El monstruo no va contra ning¨²n color. La educaci¨®n emocional lleva por suerte unos a?os implement¨¢ndose desde preescolar porque se ha demostrado que es muy beneficiosa. Y, por lo que s¨¦, no exist¨ªa un material tan universal o efectivo que se pudiera trabajar en las aulas. No se est¨¢ cortando la libertad, sino, al rev¨¦s, ofreciendo la de sentirse como uno quiera¡±. El triunfo en pa¨ªses tan dispares como China, EE UU o Italia, el concierto que le dedic¨® la Filarm¨®nica de Londres, la satisfacci¨®n de decenas de maestros y la pasi¨®n inmediata que ha desatado en tantos peque?os lectores apuntalan las certezas de Jim¨¦nez. Y aunque las ventas han bajado, contin¨²an tras m¨¢s de una d¨¦cada, tambi¨¦n gracias a la versi¨®n desplegable, los mu?ecos, los juegos de mesa y dem¨¢s variaciones sucesivas. ¡°Es un caso in¨¦dito para cualquier peque?a editorial de este pa¨ªs¡±, a?ade la editora.
De hecho, Jim¨¦nez cree que tama?o triunfo tambi¨¦n ha contribuido a generar rechazo y hartazgo, despu¨¦s de que otros muchos sellos se lanzaran a intentar copiar al inimitable monstruo. ¡°Estoy cansado de que vengan clientes pidiendo ¡®libros de emociones¡¯, como si ya existiera una categor¨ªa literaria llamada as¨ª¡±, lo resume el librero Toni Fern¨¢ndez.
Y aqu¨ª, en realidad, emergen varios puntos en los que todos coinciden. Primero, para bien y para mal, Anna Llenas no invent¨® nada. El peque?o libro del color (GG), de Karen Haller, remonta hasta el pensador griego Emp¨¦docles (490-430 a.C.) el origen de la psicolog¨ªa asociada a las gamas crom¨¢ticas. De Arist¨®teles a Goethe, de Jung al c¨¦lebre Los colores de nuestros recuerdos, de Michel Pastoreau (Perif¨¦rica), se ha estudiado a fondo hasta qu¨¦ punto una tonalidad u otra influye en el cerebro humano. El estudio creativo Nice Shoes acaba de publicar el informe C¨®mo el color puede ayudar a transformar el ¨¦xito y la eficacia de un negocio. Y pel¨ªculas como Del rev¨¦s de Pixar ¡ªa la que, por otro lado, Amavisca tambi¨¦n ve pegas sexistas¡ª o el medidor de estado de ¨¢nimo que emplea el programa Ruler elaborado en Yale apuntan en una direcci¨®n parecida a El monstruo de colores.
El ensayo de Haller concluye, por ejemplo, que ¡°la asignaci¨®n de simbolog¨ªa de g¨¦nero al azul y el rosa es un fen¨®meno relativamente reciente¡±. Y tanto su texto como Psicolog¨ªa del color (GG), de Eva Heller, afirman que la mente puede reaccionar distinto ante el blanco, el naranja o el morado, pero los factores son m¨²ltiples y relacionados tambi¨¦n con historia, cultura y sociedad: el mismo color puede suponer duelo en un pa¨ªs y fiesta en otro. ¡°Aqu¨ª en Galicia el gris es belleza¡±, lo explica Susana Barro. Y en la encuesta que Heller realiz¨® entre 2.000 alemanes, el color favorito result¨® el azul, asociado a la tristeza en el superventas de Anna Llenas o en Del rev¨¦s.
¡°El monstruo fue el que lanz¨® la educaci¨®n emocional tempranera al debate p¨²blico, entr¨® muy bien en los centros educativos. Ha servido para que los ni?os asocien una palabra a una emoci¨®n. Anna Llenas ha cumplido una misi¨®n educativa y social importante. La responsabilidad la tenemos libreros, lectores y maestros, que nos hemos ce?ido a eso e instalado en cierta rigidez mental¡±, a?ade Barro. Su compa?era Karol Conti, que regenta El Gato de Cheshire, en Zaragoza, adem¨¢s de ser profesora, completa el discurso: ¡°El monstruo no deber¨ªa ser exclusivo, sino un ejemplo m¨¢s¡±.
Tanto debate, finalmente, puede verse como una buena noticia. La literatura para peque?os se siente a menudo infravalorada, de segunda. Y la historia de su hermana mayor, m¨¢s prestigiosa, est¨¢ llena de controversias entre autores. Pues bien, la infantil ya tiene su pol¨¦mica. A ra¨ªz de ella, en las entrevistas salen varios libros que pueden acompa?ar al m¨¢s famoso, de Qu¨¦ bigotes me pasa (de Mar¨ªa Leach y Olga de Dios, en Baobab) a El libro m¨¢s bonito de todos los colores (de Tom Schamp, en Combel). La propia Jim¨¦nez lo ven con buenos ojos ¡ª¡±No digo que deba ser la ¨²nica herramienta¡ª, aunque no renuncia a otra defensa de la obra de Llenas: ¡°Reducirla a una asociaci¨®n entre colores y emociones es una interpretaci¨®n muy simplista, entre otras cosas porque solo sucede al final. Se usan la lluvia o el sol, las expresiones corporales del monstruo y m¨¢s elementos. En la mezcla de todo eso radican su simplicidad y complejidad. Un concepto muy abstracto se consigue nombrar e identificar¡±.
A partir de ah¨ª, obviamente, tambi¨¦n se puede cuestionar. Tal vez, en el fondo, El monstruo de colores y El rojo no est¨¢ enfadado, el azul no est¨¢ triste se puedan emplear juntos, de forma complementaria. En vez de rivales, aliados. Aqu¨ª tambi¨¦n, quiz¨¢s, la literatura infantil puede aprender de sus peque?os lectores. Son capaces de odiarse de repente, por un juguete o un caramelo robado. Un minuto despu¨¦s, sin embargo, no pueden parecer m¨¢s amigos. Felices y risue?os. Sea eso del color que sea.
Babelia
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