Zares, bolcheviques y nazis: toda la historia de Europa en la colecci¨®n rusa de arte espa?ol
El Museo Pushkin de Mosc¨² ofrece una muestra conjunta con el resto de pinacotecas del pa¨ªs que abarca desde el Siglo de Oro a Picasso
En la fachada exterior del Museo Pushkin de Mosc¨², a 15 grados bajo cero, cuelga un enorme retrato de Fernando III El Santo, unificador de los reinos de Castilla y Le¨®n y conquistador, con la salvedad de Granada, de los ¨²ltimos territorios musulmanes de la pen¨ªnsula. La obra de ...
En la fachada exterior del Museo Pushkin de Mosc¨², a 15 grados bajo cero, cuelga un enorme retrato de Fernando III El Santo, unificador de los reinos de Castilla y Le¨®n y conquistador, con la salvedad de Granada, de los ¨²ltimos territorios musulmanes de la pen¨ªnsula. La obra de Francisco de Zurbar¨¢n preside la entrada a la galer¨ªa, flanqueada por otra enorme pieza imperial con un peque?o Carlos II El hechizado, el ¨²ltimo de los Habsburgo, de Sebasti¨¢n Herrera Barnuevo. Tras el umbral de la pinacoteca aguarda el calor y una de las mayores recopilaciones de arte espa?ol del mundo, la colecci¨®n rusa. Un muestrario de obras del siglo XVI al XIX que no son solo fragmentos de la historia de Espa?a, sino que tambi¨¦n atestiguan el turbulento siglo XX ruso: de la expropiaci¨®n de los revolucionarios a la burgues¨ªa y a los trofeos sacados por el Ej¨¦rcito Rojo de los oscuros b¨²nkeres de Berl¨ªn en 1945.
El museo moscovita celebra ¡°una temporada espa?ola¡± hasta el 4 de febrero. Se trata de un proyecto dividido en tres partes. Su exposici¨®n principal ofrece al visitante m¨¢s de cincuenta obras espa?olas tra¨ªdas a la capital rusa desde otros rincones del pa¨ªs, pr¨¢cticamente toda la colecci¨®n nacional. La siguiente muestra aborda la influencia de Espa?a en los artistas rusos, una interesante exhibici¨®n donde se supera el mito de la Espa?a ex¨®tica. Por ¨²ltimo, el evento ha sido coronado en el ocaso del a?o con el festival de m¨²sica Tardes de diciembre de Sviatoslav R¨ªjter, cuyo programa interpreta, en una Rusia aislada por las sanciones, las composiciones espa?olas.
¡°El objetivo de esta exposici¨®n ha sido mostrar la evoluci¨®n de la pintura espa?ola desde el manierismo al impresionismo, y contar la historia del coleccionismo de las obras de arte espa?olas en Rusia¡±, explica el Museo, que ha recurrido a una colaboraci¨®n in¨¦dita con el Hermitage de San Petersburgo en pleno aislamiento del pa¨ªs. La directora del Pushkin, Elizaveta Lijachiova, reconoci¨® recientemente a la agencia de noticias Ria Novosti los avatares a los que se enfrentan: ¡°Los intercambios entre museos son cada vez m¨¢s dif¨ªciles y habr¨¢ cada vez menos exposiciones grandes¡±.
El primer cap¨ªtulo de la historia de la pintura espa?ola en Rusia arranca en el Palacio de Invierno de San Petersburgo, posteriormente reconvertido en el Museo Hermitage. La zarina Catalina II lo decor¨® en el siglo XVIII con algunas obras compradas a mercaderes holandeses, aunque el grueso de la colecci¨®n lo aport¨® Alejandro I al final de las guerras napole¨®nicas (1814-1815) al adquirir 84 piezas espa?olas al anticuario William Coesvelt, tambi¨¦n neerland¨¦s.
Un retrato de medio cuerpo de un sonriente conde-duque de Olivares pintado por Diego Vel¨¢zquez en el siglo XVII es una de ellas. A su lado se encuentra tambi¨¦n el mencionado retrato de Carlos II de ni?o, obra que fue llevada a Rusia por un ¨ªntimo de Fernando VII tras la restauraci¨®n borb¨®nica: Dmitri Tat¨ªschev, ministro plenipotenciario en Espa?a de 1814 a 1821 y primer ruso en ser galardonado con el Tois¨®n de Oro, la orden m¨¢s antigua de Europa. El militar fue uno de los principales aportadores del Hermitage en la ¨¦poca, y otro ¨®leo suyo cobra un importante espacio en la muestra, El ?ngel de la Guarda, de Antonio Pereda y Salgado (1646).
El testigo de los dos zares fue tomado por la burgues¨ªa rusa durante la belle ¨¦poque europea. Habituales de Par¨ªs, algunos de los principales mecenas rusos tambi¨¦n pusieron el ojo en los artistas espa?oles modernos. Sus obras, como las de los dem¨¢s maestros europeos, acabar¨ªan confiscadas en cajas durante la Revoluci¨®n Rusa.
Sergu¨¦i Shchukin es uno de los mecenas destacados en la exposici¨®n. Conocido por encargar al franc¨¦s Henri Matisse dos pinturas ic¨®nicas, La Danza y La M¨²sica, era un amante del impresionismo y posimpresionismo cuya colecci¨®n ten¨ªa las puertas abiertas a los moscovitas. Su debilidad espa?ola fueron los picasso, que acabar¨ªan en el Pushkin, aunque la exposici¨®n tambi¨¦n incluye las obras de otros artistas menos conocidos entre el gran p¨²blico, como Mujer en un balc¨®n de la plaza de toros (1901), de Zuloaga.
Pese a su devoci¨®n por democratizar el arte entre todos los rusos, el mecenas se vio forzado al exilio y sus obras, incluida la de Zuloaga, fueron confiscadas en 1918 por los bolcheviques. Esta misma suerte la corrieron muchas otras colecciones de la burgues¨ªa rusa. En la exposici¨®n del Pushkin se encuentran algunos de estos cuadros ¡°nacionalizados¡±, como El arc¨¢ngel Rafael con el obispo Domonte (1680), ¨®leo de Bartolom¨¦ Esteban Murillo confiscado a los duques de Leuchtenberg en San Petersburgo; o una estatuilla, Santa Cristina, que pertenec¨ªa al artista ruso Ilia Ostroujov y representa ¡°un raro ejemplo de la penetraci¨®n del estilo flamenco en el arte espa?ol del XVII¡±.
No obstante, es otra pieza que pas¨® por manos de Shchukin antes la que mejor refleja aquellas agitadas d¨¦cadas: El Carnaval de Goya, un ¨®leo sobre lienzo fechado entre 1812 y 1816 en el que sus protagonistas ¡°tienen licencia para convertirse en quienes no son y para pasar de una clase social a otra, lo que permite una reflexi¨®n sobre las apariencias¡±, seg¨²n la Fundaci¨®n Goya en Arag¨®n. Esta joya fue vendida por primera vez por el ¨²nico hijo superviviente del pintor aragon¨¦s, Javier Goya, al madrile?o Eustaquio L¨®pez en el primer tercio del siglo XIX, y posteriormente fue revendida de una colecci¨®n europea a otra hasta acabar en los a?os treinta del siglo XX en Budapest, en la pinacoteca del banquero jud¨ªo y h¨²ngaro M¨®r Lip¨®t Herzog. Sus obras, incluido El Carnaval, fueron requisadas en 1944 por Hungr¨ªa, entonces aliada de la Alemania nazi. Fue en vano: un a?o despu¨¦s el Ej¨¦rcito Rojo localiz¨® la obra y la llev¨® al Centro de restauraci¨®n ?gor Grabar, donde permanecer¨ªa hasta su exposici¨®n definitiva en el Pushkin desde 1995.
Una nieta del bar¨®n Herzog litig¨® hasta su muerte por las obras que su familia ocult¨® durante la insurrecci¨®n h¨²ngara. Antes de fallecer en 2020 a los 96 a?os, Martha Nieren reconoc¨ªa a The New York Times qu¨¦ su familia y su colecci¨®n estuvieron menos expuestos durante el Holocausto gracias a su estatus social, ¡°aunque muchos de mis amigos fueron deportados¡±.
Son precisamente los Goya de la colecci¨®n rusa los mejores testigos del expolio vivido en la Segunda Guerra Mundial. La Tentaci¨®n, un dibujo de tiza negra y l¨¢piz sobre papel que pint¨® el aragon¨¦s en sus ¨²ltimos a?os de vida (1825-1828), fue donado por el empresario alem¨¢n Johann Friedrich Lahmann a la ciudad de Dresde a su muerte en 1937. Las tropas sovi¨¦ticas lo encontraron escondido junto a m¨¢s piezas en un t¨²nel.
Picasso, Goya y El Greco cuentan con un lugar especial en la exhibici¨®n. Dos obras de este ¨²ltimo, sobrevivieron, literalmente, a la guerra. Un Juan Bautista pintado en la d¨¦cada de 1610 por Dom¨¦nikos Theotok¨®poulos fue tomado por los sovi¨¦ticos del Museo del Kaiser Friederich de Berl¨ªn ¡ªactual Museo Bode¡ª, de donde desaparecieron cientos de pinturas y esculturas para siempre debido a los saqueos y los incendios provocados en los combates por la capital nazi en mayo de 1945.
Otra pieza de El Greco, un San Bernardo de 1579, pertenec¨ªa al dep¨®sito del coleccionista alem¨¢n Otto Gerstenberg y su hija Margarete Scharf. Las obras que no perecieron bajo el fuego fueron confiscadas como reparaci¨®n de guerra por el Ej¨¦rcito Rojo, que las traslad¨® a los llamados ¡°fondos temporales¡± del Hermitage, donde quedaron relegadas en el olvido hasta que volvieron a ver la luz en 1995.
La relevancia de El Greco para el Museo Pushkin es tal, que su principal sala tiene escrita con letras enormes una cita de Ortega y Gasset en la que el fil¨®sofo equipara al artista cretense con Dostoievski como maestros absolutos al retratar la acci¨®n: ¡°Aqu¨ª encontramos tambi¨¦n la materia tratada como pretexto para que un movimiento se dispare. Cada figura es prisionera de una intenci¨®n din¨¢mica; el cuerpo se retuerce, ondea y vibra de la manera que un junco acometido del vendaval¡±.
Espa?a, m¨¢s all¨¢ del mito
Para ver la segunda muestra hay que cruzar la nevada y alcanzar la galer¨ªa de arte moderno, una de las grandes ampliaciones acometidas en el Pushkin en los ¨²ltimos veinte a?os. All¨ª, la exhibici¨®n del impacto espa?ol en los artistas rusos da la bienvenida con un cuadro en el que est¨¢n pintados ilustres como Monserrat Caball¨¦, Julio Iglesias, Paz Vega y dos personajes clave de la muestra, Picasso y Lorca.
¡°La exposici¨®n cuenta la formaci¨®n del mito espa?ol a lo largo de 200 a?os, empezando por los dibujos de la gente que describ¨ªa monstruos marinos tras los Pirineos, y acabando con los iconos pop espa?oles¡±, explica la pinacoteca.
¡°La b¨²squeda de las semejanzas y diferencias con los espa?oles ocuparon a muchos autores rusos en los siglos XIX y XX¡±, a?ade el museo, para el que m¨¢s all¨¢ de t¨®picos como ¡°la relaci¨®n con la vida y saber festejar¡±, los espa?oles ¡°han tenido una influencia fundamental en la cultura rusa, desde El convidado de piedra de Alex¨¢nder Pushkin ¡ªversi¨®n del poeta del Don Juan¡ª y La jota aragonesa, de Mija¨ªl Glinka, compositor que plasm¨® en su orquestaci¨®n la influencia del folclore ib¨¦rico.
El iniciador de Espa?a entre los rusos fue Vasili Botkin, uno de sus grandes mecenas de la segunda mitad del XIX. Era la ¨¦poca de los orientalismos, de la b¨²squeda de lo ex¨®tico, y el palacio de La Alhambra inspir¨® a sus artistas. ¡°?Qu¨¦ bondadosos son! ?Y qu¨¦ guapas son sus mujeres! ?Y sus hombres¡±, cita la galer¨ªa a Ili¨¢ Repin, uno de los grandes maestros de la pintura rusa.
Posteriormente ser¨ªan las vanguardias rusas las que prestar¨ªan atenci¨®n a la cultura espa?ola, especialmente al Quijote. ¡°Uno de los reflejos m¨¢s dram¨¢ticos de esto es la vida y obra del pintor Vasili Shuj¨¢yev¡±, remarca el museo. En 1935 regres¨® a Leningrado despu¨¦s de una larga estancia en Francia y Espa?a. Acusado de espionaje por el r¨¦gimen stalinista, fue enviado a los campos de prisioneros de Magad¨¢n, Siberia.
Fue el mismo destino que el de Mija¨ªl S¨®kolov, pintor revolucionario que acab¨® arrestado en los 40 por el mismo r¨¦gimen. Ambos ilustraron obras de teatro con bocetos inspirados en la obra de Cervantes y su fantas¨ªa de Andaluc¨ªa. A veces, solo con su imaginaci¨®n, ¡°migas de l¨¢pices de colores y un poco de pasta dental¡±.
Mientras los so?adores rusos eran detenidos por Stalin, los corresponsales sovi¨¦ticos ¡°equiparaban la Guerra Civil espa?ola con los toros¡±. Mija¨ªl Koltsov, Ili¨¢ Yerenburg y Ovadi Savich ¡°intentaron desenmascarar el mito de Espa?a como una tierra bendita. En sus reportajes mostraron la sed de libertad, hero¨ªsmo y coraje de los espa?oles, su tenacidad y disposici¨®n para el sacrificio¡±, recuerda el Museo Pushkin.