Beyonc¨¦, ¡®Cowboy Carter¡¯: no es un disco de country, es una demostraci¨®n de riesgo y poder¨ªo
La cantante entrega un vibrante manifiesto sobre la influencia de la m¨²sica negra en Estados Unidos que se desarrolla en 80 minutos con la participaci¨®n de Miley Cyrus, Willie Nelson o Dolly Parton y una versi¨®n de The Beatles
En la apertura del disco, Ameriican Requiem, est¨¢ todo. Beyonc¨¦ canta, se explica y se desahoga: ¡°Sol¨ªan decir que hablaba ¡®demasiado country¡¯. / Entonces los Reyes del Rechazo dijeron que no era ¡®lo suficientemente country¡¯. / Dije que no me encasillar¨ªa, pero si eso no es country, dime qu¨¦ es. / Pis¨¦ mis pies descalzos sobre tierra firme durante a?os. / Ellos no, no saben lo duro que tuve que luchar por esto¡±. La cantante expone lo injustos y reaccionarios que han sido algunos sectores de su pa¨ªs al cuestionar q...
En la apertura del disco, Ameriican Requiem, est¨¢ todo. Beyonc¨¦ canta, se explica y se desahoga: ¡°Sol¨ªan decir que hablaba ¡®demasiado country¡¯. / Entonces los Reyes del Rechazo dijeron que no era ¡®lo suficientemente country¡¯. / Dije que no me encasillar¨ªa, pero si eso no es country, dime qu¨¦ es. / Pis¨¦ mis pies descalzos sobre tierra firme durante a?os. / Ellos no, no saben lo duro que tuve que luchar por esto¡±. La cantante expone lo injustos y reaccionarios que han sido algunos sectores de su pa¨ªs al cuestionar que una mujer negra interprete country, un g¨¦nero que ellos creen torticeramente que pertenece exclusivamente a los blancos. Pero como dijo la cantante hace unos d¨ªas: ¡°Este no es un ¨¢lbum de country, es un disco de Beyonc¨¦¡±.
El octavo trabajo en solitario de Beyonc¨¦ (Houston, Texas, 42 a?os), Cowboy Carter, se acaba de editar y contiene chicha para encender los debates de la cultura pop durante las pr¨®ximas semanas. Un disco para sentar c¨¢tedra, de 27 canciones (aunque siete son interludios de un pu?ado de segundos), con una duraci¨®n de 80 minutos y donde la cantante realiza un repaso a la m¨²sica popular desde los Beatles (versi¨®n de Blackbird) o los Beach Boys (un gui?o mel¨®dico), hasta rescatar a pioneras negras del country (homenaje a Linda Martell), dar voz a veteranos blancos del g¨¦nero a¨²n en activo (Willie Nelson y Dolly Parton, solo en interludios) o realizar d¨²os con artistas de generaciones posteriores a ella como la siempre reivindicable Miley Cyrus, Post Malone, Shaboozey o Brittney Spencer. Todo, para completar un disco que imita las narrativas epop¨¦yicas dylanianas, que no es solo de country y que fundamentalmente deja una sensaci¨®n de artista compleja, poderosa, ambiciosa y comprometida con el riesgo art¨ªstico.
Para dar con los antecedentes de este trabajo hay que remontarse a la pandemia, cuando Beyonc¨¦ se plante¨® un proyecto en tres actos para explorar c¨®mo la cultura negra ha nutrido a la m¨²sica popular. El primero, publicado en 2022 y llamado Renaissance, lo dedic¨® a la influencia de la comunidad negra (sobre todo LGTBI) en la m¨²sica de discoteca. Este Cowboy Carter vira al country, y faltar¨ªa un tercero, que llegar¨¢ en unos a?os. As¨ª justific¨® la cantante este Act II: ¡°Este disco naci¨® de una experiencia que tuve hace unos a?os en la que no me sent¨ª bienvenida, y estaba muy claro que no lo era. Pero gracias a esta experiencia profundic¨¦ en la historia de la m¨²sica country y estudi¨¦ nuestro rico archivo musical. Las cr¨ªticas a las que me enfrent¨¦ cuando entr¨¦ por primera vez en este g¨¦nero me obligaron a superar las limitaciones que me impusieron. Mi esperanza es que dentro de unos a?os la menci¨®n de la raza de un artista, en lo que se refiere al lanzamiento de g¨¦neros musicales, sea irrelevante¡±. La experiencia negativa que menciona se produjo en 2016, cuando cant¨® con las Dixie Chicks el tema Daddy Lessons en los Premios de la Asociaci¨®n de M¨²sica Country. Efectivamente, que una mujer negra incursionara en el g¨¦nero agit¨® los cimientos racistas todav¨ªa muy presentes en la industria del country de Nashville. Los historiadores dan por demostrado que los negros ayudaron a crear el country, empezando por la creaci¨®n del banjo en el siglo XVII, atribuido a los esclavos de la di¨¢spora africana. Recomendable en este sentido es el art¨ªculo que firm¨® Riannon Giddens, m¨²sica negra con varios Grammy que toca el banjo y la viola en el tema adelanto de este disco, Texas Hold ¡®Em, en el peri¨®dico The Guardian y donde escarba en la historia para determinar que el country acoge una base negra importante.
Con estas premisas resulta apasionante entrar en el universo de Cowboy Carter, donde pocas cosas son causales. Como la inclusi¨®n de Blackbird, una canci¨®n que Paul McCartney escribi¨® para los Beatles en 1968, semanas despu¨¦s del asesinato de Martin Luther King y en un ambiente de insoportable tensi¨®n racial en Estados Unidos. Beyonc¨¦ comienza con voz vulnerable y acaba con una tensi¨®n orgullosa, mientras un delicioso coro eleva las im¨¢genes que construy¨® McCartney de ¡°alas rotas y ojos hundidos¡± que anhelan la libertad. Existe un tono country en parte del disco, con banjos, campestres arpegios de guitarra, violines y giros vocales propios del g¨¦nero. Pero todo es original, con un tamizado pop y la exquisita presencia de coros gospelianos. A algunos aficionados la utilizaci¨®n de las voces orquestadas les recordar¨¢ a Queen, y no ir¨¢n a tientas: es posible que a Beyonc¨¦ le surja de forma inconsciente, pero el rastro de Freddie Mercury y los suyos se puede seguir en temas como Ameriican Requiem o My Rose.
El camino nos lleva por experimentos estimulantes. Ya Ya suena a funk psicod¨¦lico a lo Bootsy Collins con Beyonc¨¦ desga?it¨¢ndose (en este tema es donde introduce las estrofas y melod¨ªas de Good Vibrations, de los Beach Boys, y de These Boots Were Made for Walkin¡¯, la canci¨®n de Lee Hazlewood que populariz¨® Nancy Sinatra); Riverdance es una especie de country-dance hipnotizante; Sweet, Honey, Buckiin¡¯ no pertenece a ning¨²n g¨¦nero, un apasionante acertijo; Bobyguard surge como una golosina pop que firmar¨ªa un grupo indie; hay canciones donde tritura los g¨¦neros, que empiezan como una balada (Daughter) o en clave hip hop (Spaghetti) para luego devenir en cualquier cosa, siempre interesante; la canci¨®n con Miley Cyrus (II Most Wanted) seguro que arrasa en las emisoras country comerciales: un tema con una arquitectura tan triunfadora que si le mete mano Aerosmith se programar¨ªa tambi¨¦n en las cadenas de rock cl¨¢sico. Y todo termina con Amen, una s¨²plica espiritual que enlaza con la primera canci¨®n, Ameriican Requiem, donde Beyonc¨¦ advierte: ¡°Seremos nosotros los que purifiquemos los pecados de nuestros padres. / R¨¦quiem americano. / Las ideas de los hombres (s¨ª) est¨¢n enterradas aqu¨ª (s¨ª). / Am¨¦n¡±.
?Se hace largo el disco? Claro: es un lugar com¨²n de los trabajos extensos pensar que funcionar¨ªan mejor si se poda aqu¨ª y all¨¢ y lo dejamos en 45 minutos. Pero entonces no estar¨ªamos hablando de riesgo, de arte en may¨²sculas, de experimentaci¨®n y, en definitiva, no estar¨ªamos entendiendo lo que ha hecho Beyonc¨¦ en Cowboy Carter: sacar del contexto industrial a la m¨²sica country y contar que la tradici¨®n musical siempre debe estar por encima de las segregaciones y los intereses comerciales. O como dice Linda Martell en uno de los interludios: ¡°Los g¨¦neros son un peque?o concepto divertido, ?no?¡±.