Christo Casas, escritor: ¡°Las maricas hemos pasado de pecadoras a enfermas y de ah¨ª a clientas¡±
Con ¡®Maricas malas¡¯, el antrop¨®logo y periodista aboga por una disidencia LGTBI frente a la despolitizaci¨®n del ¡°?si ya pod¨¦is casaros, qu¨¦ m¨¢s quer¨¦is?¡±
Lo que m¨¢s valora Christo Casas (Cuenca, 1991) en la recepci¨®n de su ensayo Maricas malas: construir un futuro colectivo desde la disidencia (Paid¨®s, 2023) son las reflexiones de quienes se acercan a sus presentaciones y charlas. ¡°Vienen muchas mujeres a decirme que se han amariconado gracias al libro, que les ha hecho reflexionar sobre su placer, su derecho a la vivienda o el sentido de sus propios trabajos¡±, cuenta este antrop¨®logo y periodista en un bar del barrio barcelon¨¦s de Gr¨¤cia que mezcla ...
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Lo que m¨¢s valora Christo Casas (Cuenca, 1991) en la recepci¨®n de su ensayo Maricas malas: construir un futuro colectivo desde la disidencia (Paid¨®s, 2023) son las reflexiones de quienes se acercan a sus presentaciones y charlas. ¡°Vienen muchas mujeres a decirme que se han amariconado gracias al libro, que les ha hecho reflexionar sobre su placer, su derecho a la vivienda o el sentido de sus propios trabajos¡±, cuenta este antrop¨®logo y periodista en un bar del barrio barcelon¨¦s de Gr¨¤cia que mezcla expats y vecinas. Tras su novela El power ranger rosa (Ni?os Gratis, 2020), Maricas malas va por su segunda edici¨®n ofreciendo respuestas frente a ese ¡°?y si ya os pod¨¦is casar, que m¨¢s quer¨¦is?¡± que tanto se repite al colectivo LGTBI desde hace casi 20 a?os. ¡°Tenemos que recuperar un esp¨ªritu transversal en el activismo. Entender que toda pol¨ªtica LGTBI, toda pol¨ªtica feminista, toda pol¨ªtica antirracista y anticapacitista es una pol¨ªtica para la clase trabajadora¡±, pronostica.
Pregunta. Dice en su libro: ¡°marica buena solo hay una y es imposible de alcanzar. Maricas malas hay tantas como maricones existen¡±. ?Por qu¨¦ rechaza a la marica buena?
Respuesta. Porque la marica buena no molesta. Es una que en sus formas de producir y de trabajar encaja completamente en este sistema capitalista, el que hasta hace unas d¨¦cadas nos hab¨ªa expulsado por ser improductivas, fiesteras, promiscuas, vagas. Pero sobre todo, porque no nos reproduc¨ªamos y form¨¢bamos una familia que generara la siguiente generaci¨®n de trabajadores y trabajadoras. Las maricas malas son las que no permiten al capitalismo perpetuarse. Las buenas son las que rompen el techo de cristal pero no tienen en cuenta qu¨¦ maricas se quedar¨¢n abajo barriendo sus cristales.
P. Hace hincapi¨¦ en que la identidad gay es ¡°una imagen de marca¡± y la homosexual ¡°est¨¢ ligada a la enfermedad¡±.
R. Todo lo que nos identifica como gais hoy en d¨ªa se enmarca en una cultura mercantilizada por el dinero rosa. Hasta finales del siglo XIX se llamaba sodom¨ªa al acto en el que los hombres practicaban sexo con otros hombres. Se entend¨ªa como una pr¨¢ctica, no como una identidad y no ten¨ªa por qu¨¦ atravesar todos los aspectos de la vida de los hombres que mantienen sexo con otros hombres. En cambio, en el siglo XIX se acu?a el t¨¦rmino homosexual y lo que se hace es convertir a la sodom¨ªa en una enfermedad. Ah¨ª pas¨® a ser una enfermedad cr¨®nica, algo que no se cura, una identidad. Fue as¨ª durante buena parte del siglo XX hasta su final, cuando se nos mercantiliz¨®. Las maricas hemos pasado de pecadoras a enfermas y de ah¨ª a clientas. Ese cliente es gay y como dijo Shangay Lily parafraseando a Simone de Beauvoir: ¡°el gay no nace, el gay se compra¡±.
P. ?Por eso reivindica el t¨¦rmino marica?
R. S¨ª. Propongo un t¨¦rmino que no se define ni por sus pecados ni por sus enfermedades ni por aquello que consume. La marica es una figura contestataria y revolucionaria que te recuerda que las personas no tenemos que consumir para ser respetadas.
P. ?Eso es amariconar el mundo?
R. En el activismo LGTBQI+ hay dos tensiones muy enfrentadas: est¨¢ quien aboga por asimilarse y dejar de parecer marica y quienes se atrincheran para serlo, pero en un lugar muy recluido y muy peque?o. Ese microcosmos puede volverse asfixiante. Hay que romper con esa dicotom¨ªa.
P. ?C¨®mo?
R. No hay que asimilarse porque no hay que corregir ni existe nada malo en nosotros. Pero si nos quedamos en la trinchera porque es m¨¢s c¨®moda y segura, al final perpetuamos un rinc¨®n donde no molestamos.
P. ?Tiene una tercera v¨ªa?
R. Te la ilustro con un ejemplo: en una convenci¨®n literaria lo normal es que haya doce mesas redondas de hombres hablando de su literatura universal y una mesa de los ni?os peque?os donde se sienta a la marica, a la mujer, a la persona racializada y a la discapacitada a hablar de nuestras cosas de trinchera y minor¨ªa. Amariconar el mundo es reclamar nuestro derecho a sentarnos en las doce mesas redondas de hombres a decir que la experiencia marica tambi¨¦n es una experiencia universal.
P. Dice que si las mujeres siempre tienen a un hombre mir¨¢ndolas dentro de su cabeza, las maricas siempre tienen a un hombre hetero observ¨¢ndolas.
R. La mirada hetero es la que mira a las personas LGTBQI+ como seres de luz. Parece que no podemos equivocarnos ni hacer las cosas mal. Arrastramos una exigencia de ser ¨ªntegras, de tener un discurso sin fisuras. Debemos ser impolutas y referentes, pero las maricas debemos tener derecho a la maldad.
P. Y a vivir su sexualidad sin represi¨®n. En el texto recuerda que los v¨ªdeos de hombres practicando sexo en espacios p¨²blicos en los a?os noventa causaban terror, mientras que a las pilladas a heteros se les a?ad¨ªa risas enlatadas c¨®micas en programas como V¨ªdeos de primera. Asegura que sigue pasando en la informaci¨®n sobre el cruising.
R. Se sigue criminalizando del mismo modo. Existe una hipervigilancia a las disidencias muy potente en redes como TikTok. Sin ir m¨¢s lejos, este verano en un festival de Madrid pillaron a dos chicos follando en un ba?o de un festival. Se subi¨® a las redes y hab¨ªa centenares de comentarios de personas LGTBIQ+ condenando su conducta. Dec¨ªan que menuda mala imagen se estaba dando del colectivo. Esa misma semana se viraliz¨® un v¨ªdeo en el que a una mujer y un hombre les pillaban haci¨¦ndolo en un avi¨®n. Cuando ella sali¨® del WC, se tapaba la cara, pero cuando lo hizo ¨¦l, todo el mundo aplaudi¨®. En Twitter la mayor¨ªa de comentarios dec¨ªan: ¡°Vaya h¨¦roe¡±.
La mirada hetero es la que mira a las personas LGTBQI+ como seres de luz. Parece que no podemos equivocarnos ni hacer las cosas mal.
P. En su libro alerta del avance del homonacionalismo en los discursos de extrema derecha.
R. Aunque a Vox le cuesta hacer bandera por su p¨¢tina franquista, en Espa?a s¨ª est¨¢ presente en el discurso de S¨ªlvia Orriols y su partido, Alian?a Catalana. Es algo que estamos viendo en Francia con Marine Le Pen o en Alemania con Alice Weidel. Discursos que nos dicen que sus partidos son los que van a salvar a las familias LGTBIQ+ de los malvados musulmanes o turcos que vienen desde pa¨ªses incivilizados a quitarnos derechos. Nos encaminamos a una Europa que ser¨¢ una fortaleza excluyente y peligrosa para nuestras hermanas y hermanos LGTBQI+ migrantes.
P. Este homonacionalismo tambi¨¦n se desprende en la promoci¨®n del ¡°Love is love¡± que hace Israel con sus soldados en redes sociales.
R. Es una aberraci¨®n. En el genocidio que est¨¢ cometiendo Israel en Palestina se instrumentaliza a soldados que son supuestamente gais. Posan con esas banderas en un lugar que acaban de bombardear y en el que el 60% de las v¨ªctimas eran ni?os y ni?as. M¨¢s all¨¢ de ser un eslogan terrible de por s¨ª porque los derechos van mucho m¨¢s all¨¢ del amor, ese love is love es una contradiccion insalvable para definir una masacre. Sin embargo, en TikTok funciona de maravilla porque esos dos soldados que se besan con una bandera arco¨ªris son una estampa simb¨®lica muy bonita frente a esos malvados terroristas musulmanes. Esa imagen, lo que no ense?a, es que ese afecto se da sobre un mont¨®n de ni?os muertos.