Eran mucho m¨¢s que tiendas de discos
Tras unos a?os catastr¨®ficos, asistimos al resurgimiento de los establecimientos que venden m¨²sica en soportes f¨ªsicos
Cada vez que cierra una librer¨ªa, o¨ªmos rasgar las vestiduras. Se recogen las palabras f¨²nebres del librero, hablan los consternados clientes, se lamenta la perdida para el ecosistema literario. Y me parece correcta esa reacci¨®n. Molesta, sin embargo, que apenas se recogieran las clausuras de tiendas de discos, verdadera epidemia cuando irrumpieron el top manta y el MP3.
Tal silencio puede atribuirse a l...
Cada vez que cierra una librer¨ªa, o¨ªmos rasgar las vestiduras. Se recogen las palabras f¨²nebres del librero, hablan los consternados clientes, se lamenta la perdida para el ecosistema literario. Y me parece correcta esa reacci¨®n. Molesta, sin embargo, que apenas se recogieran las clausuras de tiendas de discos, verdadera epidemia cuando irrumpieron el top manta y el MP3.
Tal silencio puede atribuirse a la incapacidad de nuestra intelligentsia para asumir que el disco es un producto art¨ªstico aut¨®nomo, tan distinto de la m¨²sica en directo como el cine respecto al teatro. Y lo inconfesable: el secreto deleite ante la cat¨¢strofe, al identificar esas tiendas con las estigmatizadas discogr¨¢ficas o incluso con la detestada SGAE. No consuela saber que aquellos ap¨®stoles del c¨ªnico ¡°la m¨²sica debe ser gratis¡± sufrieran luego un verdadero viacrucis al ver asediados sus medios por la digitalizaci¨®n.
Ellos van a seguir con su cerraz¨®n, nosotros podemos consolarnos con iniciativas como Pl¨¢sticos, lanzamiento editorial del portal LaFonoteca. El tomo celebra la centralidad cultural de las tiendas de discos con un matiz ingenioso: en vez de buscar fotos de aquellos abigarrados comercios, se recurre a algo m¨¢s intemporal, las bolsas de pl¨¢stico con las que los clientes se llevaban sus compras. A partir de la colecci¨®n de Manuel Celso Pu?onrostro, han recopilado unas 200 bolsas. Y no solo de las ciudades en las que est¨¢n pensando, con gran actividad musical: tambi¨¦n encontramos representaci¨®n de ?vila, Ferrol, Palencia, Sant Cugat o Alcal¨¢ de Henares.
Es cierto que, como sentencia Bratto, las tiendas de discos encarnan ¡°el cotolengo del comercio minorista¡±. Habla por experiencia propia: fue uno de los dos fundadores de Raunch & Cheezy, en Oviedo. A ver: los m¨¢rgenes eran apretados y las multinacionales, insensibles ante la necesidad de generar afici¨®n, limitaban su generosidad a las grandes cadenas. Sin olvidar las peculiaridades de muchos de sus empleados, desde el activamente antip¨¢tico ¡ªfigura endulzada por Jack Black en la versi¨®n cinematogr¨¢fica de Alta fidelidad¡ª al altivo aspirante a sumo sacerdote, dispuesto a humillar al ingenuo parroquiano que no llegue a su nivel.
Los contribuidores al libro menosprecian a esos cardos, equivalentes menores de las pruebas de H¨¦rcules. Lo importante es que, como manifiesta Eric Jim¨¦nez, una tienda como Discos Melody, funcion¨® como ¡°universidad de la escena granadina¡±. Carlos Gal¨¢n recuerda que Pepe Ugena, ¡°al que jam¨¢s vi sonre¨ªr o tener una actitud m¨ªnimamente cari?osa¡±, utiliz¨® su Record Runner ¡ªen la galer¨ªa comercial de San Bernardo, en Madrid¡ª como plataforma para editar discos o promover conciertos de artistas de su cuerda. La zaragozana Plasticland Discos ¡ªfundada por Sergio Algora y Pedro Vizca¨ªno¡ª fue el criadero del grupo El Ni?o Gusano y la disquera Grabaciones en el Mar.
Lo genial de Pl¨¢sticos reside en que no se queda en la sentida eleg¨ªa: muchos de los establecimientos rese?ados est¨¢n activos, aunque ahora sean comercios mixtos ¡ªMolar Discos & Libros, junto a El Rastro¡ª o tengan peculiaridades horarias, como Ultra-Local Records, en el Poblenou barcelon¨¦s. Y no se pierdan la jerga: ¡°carretear¡± en el sentido de exhibir la bolsa con las adquisiciones podr¨ªa entrar en el DRAE pero lo tienen m¨¢s dif¨ªcil ¡°cubetear¡± o el anglicismo ¡°diguear¡±, verbos para el sublime vicio de indagar en las estanter¨ªas de discos.