1959: el a?o glorioso del jazz
La eclosi¨®n, hace 65 a?os, de una generaci¨®n de m¨²sicos ambiciosos y los ¨¦xitos de ventas dieron un nuevo aliento a un g¨¦nero que perd¨ªa el talento de Billie Holiday y Lester Young
El ¨²ltimo n¨²mero de Jazz Magazine tiene una portada impactante. En el centro, una fecha: 1959. Y un subt¨ªtulo: ¡°Viaje al coraz¨®n del mejor a?o de la historia del jazz¡±. Cierto que esa exaltaci¨®n no es nueva, de hecho tiene mucho de t¨®pico nost¨¢lgico, pero la revista francesa profundiza en los grandes protagonistas de aquel a?o prodigioso. Como figura principal destaca al trompetista Miles Davis, creador de Kind of Blue, habitualmente considerado el disco de jazz m¨¢s vendido de todos los tiempos (por principio, hay que desconfiar ante esos alardes ¡ªsin cifras¡ª de las disqueras).
Kind of Blue tuvo mucho de milagroso: se hizo en diez horas, repartidas en dos d¨ªas de marzo y abril, sin ensayos previos y con m¨ªnimas indicaciones del trompetista. El magnetismo personal de Miles consigui¨® crear un ambiente sereno, impecablemente cool; hasta el t¨ªtulo parece tan coloquial como enigm¨¢tico, una respuesta anticipada a esas preguntas sobre el contenido de sus discos que Miles detestaba. Jazz Magazine destaca la edad de los participantes, casi todos alrededor de la treintena. Es decir, con recuerdos excitantes de la insurrecci¨®n del bebop, pero conscientes de sus riesgos ¡ªCharlie Parker hab¨ªa muerto en 1955¡ª y dispuestos a probar con el jazz modal. Un verdadero dream team: los saxofonistas John Coltrane (tenor) y Julian Cannonball Adderley (alto), los pianistas Bill Evans y Wynton Kelly, el contrabajista Paul Chambers y el baterista Jimmy Cobb.
Todos ellos crecer¨ªan musicalmente en 1959. El propio Miles se empe?ar¨ªa en adaptar el segundo movimiento del Concierto de Aranjuez, de Joaqu¨ªn Rodrigo, audacia que irritar¨ªa profundamente al autor valenciano pero que desembocar¨ªa en otro disco rompedor al a?o siguiente, Sketches of Spain. Coltrane, que ya hab¨ªa grabado mucho ¡ªcomo l¨ªder y como acompa?ante¡ª en el estudio de Rudy Van Gelder, en New Jersey, fich¨® por la neoyorquina Atlantic Records, a cambio de un sed¨¢n Lincoln Continental y una garant¨ªa de 7.000 d¨®lares anuales (hoy ser¨ªan unos 75.000). Quer¨ªa una m¨ªnima seguridad: en Giant Steps se olvidar¨ªa de los standards para tocar temas propios con una concentraci¨®n sobrehumana. Coltrane participar¨ªa en Cannonball Adderley Quintet in Chicago, contraponiendo su ajetreado sonido con la expresi¨®n m¨¢s terrenal de Cannonball.
El pianista Bill Evans era m¨¢s t¨ªmido que sus compa?eros. A pesar de haber aportado el germen de dos de las piezas de Kind of Blue, para su primer ¨¢lbum de 1959, Everybody Digs Bill Evans, se centr¨® en piezas ajenas, aunque su delicado tema en solitario, Peace Piece, haya tenido abundantes recreaciones posteriores, incluso en el universo cl¨¢sico. El respeto de Miles por Evans era tal que no refunfu?¨® cuando toc¨® en Chet, un disco neoyorquino de su competidor californiano, el guapo Chet Baker.
Si Bill Evans se mostraba reticente con su talento, hab¨ªa otro pianista feliz de encontrar el perfecto tr¨ªo de jazz: el canadiense Oscar Peterson registr¨® m¨¢s de una docena de chispeantes elep¨¦s en 1959, desde A Jazz Portrait of Frank Sinatra a Oscar Peterson Plays Porgy & Bess. Alguien se preguntar¨¢ si resultaba rentable tanta producci¨®n. Pues s¨ª: se trataba de grabaciones r¨¢pidas (= baratas) y, aunque entonces no se supiera, que tendr¨ªan prolongada vida comercial. Aparte, las discogr¨¢ficas necesitaban diversificar su oferta. El rock and roll hab¨ªa perdido impulso, con Elvis Presley cumpliendo su servicio militar en Alemania y Buddy Holly perdiendo la vida en una avioneta (un a?o despu¨¦s, ya en 1960, se matar¨ªa otro cantante-guitarrista igualmente talentoso, Eddie Cochran).+
Vidas devastadas
En el jazz tambi¨¦n habr¨ªa en 1959 bajas devastadoras, generalmente debidas al alcohol o las drogas duras. El sublime saxofonista Lester Young muri¨® tras una gira europea, con 49 a?os. En su entierro, su amiga Billie Holiday coment¨® que ella ser¨ªa la siguiente y, efectivamente, falleci¨® cuatro meses despu¨¦s, a los 44 a?os. Cerca de Par¨ªs sucumbi¨® Sidney Bechet, eslab¨®n con los turbios or¨ªgenes del jazz de Nueva Orleans. Y tambi¨¦n expir¨® con 39 a?os Boris Vian, novelista, cantante y formidable publicista del jazz en Francia.
La vida del jazzman o la jazzwoman pod¨ªa ser ¨¢spera. Thelonious Monk, pianista y compositor de mente fr¨¢gil, tuvo desagradables encuentros con la polic¨ªa que provocaron la revocaci¨®n durante a?os de su cabaret card, indispensable para tocar en los clubes de Nueva York. Para reivindicar su talento anguloso, se le present¨® en febrero de 1959 en un recinto universitario con una formaci¨®n extensa, velada de la que se extrajo The Thelonious Monk Orchestra at Town Hall. Charles Mingus era otro genio problem¨¢tico. Reci¨¦n salido del hospital psiqui¨¢trico de Bellevue, en Manhattan, form¨® un grupo estelar ¡ªen los saxos nada menos que Booker Ervin y John Handy¡ª que grab¨® para Atlantic y Columbia. La segunda compa?¨ªa lanz¨® Mingus Ah Um, que combinaba una vigorosa carnalidad con sobrios reconocimientos a sus predecesores: Ellington (Open letter to Duke), Lester Young (Goodbye Pork-pie Hat) y Jelly Roll Morton (Jelly Roll). Igualmente destacable es Fables of Faubus, burla de Orval E. Faubus, el racista gobernador de Arkansas que se opuso a la integraci¨®n de estudiantes blancos y negros, obligando al presidente Eisenhower a abandonar su letargo y enviar tropas federales: la famosa Primera Divisi¨®n Aerotransportada. A Mingus, sin embargo, Columbia le vet¨® la letra, publicando una versi¨®n instrumental.
La implicaci¨®n del jazz en la lucha por los derechos civiles fue inmediata y tuvo abundantes manifestaciones; en 1960 se edit¨® el poderoso We Insist!, tambi¨¦n conocido como la Freedom Now Suite, obra del baterista Max Roach, su compa?era Abbey Lincoln y el letrista Oscar Brown. Fue recibido con frialdad, tal vez por su amplio rango tem¨¢tico ¡ªde la esclavitud sure?a al apartheid sudafricano¡ª o por la intensidad musical. En 1959, Ornette Coleman hab¨ªa puesto a prueba la tolerancia del p¨²blico jazz¨ªstico, incluyendo a sus propios colegas, con un elep¨¦ provocadoramente titulado The Shape of Jazz to Come. La forma del jazz del futuro implicaba improvisaciones imprevisibles y un sonido estridente, en parte derivado del uso de un saxof¨®n de pl¨¢stico.
Anunciaba la pr¨®xima materializaci¨®n del movimiento del free jazz, patada en la espinilla de formalistas como Dave Brubeck, cuyo ingenioso Take Five vender¨ªa millones de ejemplares en a?os posteriores. Tambi¨¦n representaba una enmienda a la totalidad del hard bop, especialmente en la variedad soul jazz (?Jimmy Smith!) o funky, encarnada en 1959 por Horace Silver, pianista con ra¨ªces en las islas de Cabo Verde (el astringente planteamiento de Ornette prescind¨ªa del piano). Dec¨ªan que las composiciones de Silver tra¨ªan exotismo tropical al jazz, pero ignoraban que ese mismo a?o se editaron en Brasil dos discos contagiosos: la banda sonora de Orfeo Negro y el primer ¨¢lbum de Jo?o Gilberto. Emerg¨ªa la bossa nova, que, a partir de 1962, inundar¨ªa el jazz como un tsunami.
Babelia
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