Coetzee y su Elizabeth Costello se pasean por el Museo del Prado
El Nobel sudafricano y la escritora mexicana Chloe Aridjis inauguran la colecci¨®n ¡®Escribir el Prado¡¯ con sendos relatos elaborados a partir de la residencia organizada por la pinacoteca
Son los cuadros de Francisco de Goya los que hipnotizan a esa extra?a mujer que visita durante largas horas el Museo del Prado. Pepe, protagonista del relato El vigilante de sala, acaba por entablar conversaci¨®n con ella. Pero no puede evitar sentirse inc¨®modo por la oscura y enigm¨¢tica historia que la desconocida comparte con ¨¦l. ¡°Basta ya de exponerse a las intimidades del coraz¨®n de una extra?a, un coraz¨®n fr¨ªo, por lo que parece¡±, rumia antes de al...
Son los cuadros de Francisco de Goya los que hipnotizan a esa extra?a mujer que visita durante largas horas el Museo del Prado. Pepe, protagonista del relato El vigilante de sala, acaba por entablar conversaci¨®n con ella. Pero no puede evitar sentirse inc¨®modo por la oscura y enigm¨¢tica historia que la desconocida comparte con ¨¦l. ¡°Basta ya de exponerse a las intimidades del coraz¨®n de una extra?a, un coraz¨®n fr¨ªo, por lo que parece¡±, rumia antes de alejarse, en este relato del premio Nobel sudafricano J. M. Coetzee (Ciudad del Cabo, 84 a?os).
El autor de Desgracia o Esperando a los b¨¢rbaros estren¨® el verano pasado un flamante programa de residencias para escritores de la pinacoteca madrile?a ¡ªpatrocinado por la Fundaci¨®n Loewe y en colaboraci¨®n con la revista Granta¡ª y un a?o despu¨¦s ha inaugurado la colecci¨®n Escribir el Prado, que recoge el fruto de esas estancias de las que, hasta la fecha, tambi¨¦n han disfrutado la mexicana Chloe Aridjis y la Nobel polaca Olga Tokarczuk. En oto?o le llegar¨¢ el turno al irland¨¦s John Banville. La pinacoteca ha inspirado a artistas pl¨¢sticos, poetas, core¨®grafos, m¨²sicos, cineastas, novelistas y acad¨¦micos que han estudiado distintos aspectos de esta legendaria colecci¨®n. Pero lo que en sus dos siglos de historia el museo ha inspirado no ha surgido mayormente de una invitaci¨®n expl¨ªcita. El programa de residencia para escritores internacionales es el primero de estas caracter¨ªsticas que el museo pone en marcha.
En su nuevo relato, Coetzee reanuda el juego de realidad-ficci¨®n con los lectores al colocar en el centro a uno de sus personajes m¨¢s notables, la imaginaria escritora australiana y suerte de alter ego que dio t¨ªtulo a su novela Elizabeth Costello. Pepe, el vigilante, descubre azarosamente de qui¨¦n se trata y acaba por leer un cuento que parece tomado de su encuentro, pero que poco tiene que ver con la historia que ¨¦l recuerda. ¡°Es mentira de cabo a rabo¡±, constata el personaje airado, en el giro con el que se cierra el cuento.
El segundo volumen de la nueva colecci¨®n, cuyos textos son editados en edici¨®n biling¨¹e espa?ol-ingles y se distribuyen en librer¨ªas, es el cuento de Aridjis El nivel del aire. La escritora mexicana afincada en Londres, autora de El libro de las nubes o Desgarrado ¡ªnovela que tiene como protagonista precisamente a un vigilante de sala¡ª, centra su nuevo relato en una exposici¨®n sobre San Jer¨®nimo que una comisaria brit¨¢nica decide montar en el Prado. La vida del santo se cruza con las representaciones que de ¨¦l se han hecho y con el d¨ªa d¨ªa de la protagonista en un Madrid donde le cuesta conciliar el sue?o y se habla de ¡°una amnist¨ªa¡±. Un aura de misterio impregna este diario en el que Goya y su perro semihundido reaparecen casi como si siguieran el hilo desde el relato de Coetzee. Una mujer, menos complicada que Costello, tambi¨¦n est¨¢ en el centro.