El nuevo archivo que cuenta la historia de la Armada espa?ola: de guerras y galeotes a expediciones cient¨ªficas
El flamante centro documental ubicado en Madrid atesora una gran colecci¨®n de mapas, planos de construcci¨®n de buques, cartas n¨¢uticas y fotograf¨ªas desde el ¨²ltimo tercio del siglo XVIII hasta el a?o 2000
El Marqu¨¦s de la Victoria lo ten¨ªa claro: ¡°Soy de opini¨®n que, en vez de chuzos o alabardas, se pusieran 50 guada?as armadas en cada nav¨ªo¡±. La raz¨®n era que con un solo golpe de esa clase de arma se ¡°abre a un hombre hasta los pechos y la punta hace brechas de dif¨ªcil cura¡±. El marqu¨¦s hablaba con conocimiento porque hab¨ªa participado en varias batallas. Traductor de tratados franceses de navegaci¨®n, ¨¦l mismo fue el autor de uno monumental en castellano que inclu¨ªa, por ejemplo...
El Marqu¨¦s de la Victoria lo ten¨ªa claro: ¡°Soy de opini¨®n que, en vez de chuzos o alabardas, se pusieran 50 guada?as armadas en cada nav¨ªo¡±. La raz¨®n era que con un solo golpe de esa clase de arma se ¡°abre a un hombre hasta los pechos y la punta hace brechas de dif¨ªcil cura¡±. El marqu¨¦s hablaba con conocimiento porque hab¨ªa participado en varias batallas. Traductor de tratados franceses de navegaci¨®n, ¨¦l mismo fue el autor de uno monumental en castellano que inclu¨ªa, por ejemplo, c¨®mo deb¨ªan maniobrar los barcos seg¨²n los vientos o c¨®mo deb¨ªan posicionarse en un combate, adem¨¢s de un diccionario de t¨¦rminos navales. Ese tratado es una de las joyas que atesora el Archivo Hist¨®rico de la Armada (AHA) en su nueva sede en Madrid, bautizada con el nombre del marino que complet¨® la primera vuelta al mundo, Juan Sebasti¨¢n de Elcano.
Juan Jos¨¦ de Navarro de Viana y B¨²falo (1687-1772), que as¨ª se llamaba el marqu¨¦s, fue el primer director de la Escuela de Guardiamarinas, ¡°fundada en 1717, con Felipe V, para la actual Armada y en la que se formaba a los oficiales en materias como pilotaje, astronom¨ªa, historia, matem¨¢ticas, guerra y hasta baile¡±, explica la directora t¨¦cnica del archivo, Pilar del Campo Hern¨¢n, mientras muestra las p¨¢ginas del tratado con los dibujos de las ¡°armas ofensivas y defensivas que llevan los nav¨ªos de guerra¡±, como un tabl¨®n con clavos que se colocaba en la cubierta para recibir al enemigo. El marqu¨¦s era muy buen dibujante y en el archivo se conserva un dibujo suyo precioso de una fragata de 52 ca?ones.
Este centro tiene la ventaja respecto a otros emplazamientos que ha sido levantado para la que es su funci¨®n: guardar, conservar y estudiar documentos. Inaugurado el 5 de septiembre del a?o pasado, depende del Instituto de Historia y Cultura Naval (IHCN), que pertenece a la Armada. Su director, el capit¨¢n de Nav¨ªo Lorenzo Gamboa P¨¦rez-Pardo, explica en su despacho que al a?o reciben ¡°unas 3.000 peticiones de investigaciones por v¨ªa telem¨¢tica, de las que el 30% son de fuera de Espa?a¡±. Para los que prefieran acudir al archivo, este dispone de una sala con 20 puestos. La Armada, en sus nueve sedes archiv¨ªsticas, tiene ¡°45 kil¨®metros lineales de documentaci¨®n, 14 de ellos en este lugar¡±, en el que hay una importante colecci¨®n de mapas, planos de construcci¨®n de buques y de arsenales, cartas n¨¢uticas, fotograf¨ªas... y los fondos documentales de la Armada pertenecientes a sus campa?as, expediciones y gesti¨®n econ¨®mica y de personal.
La documentaci¨®n abarca ¡°desde 1784 hasta el a?o 2000, la de fecha anterior est¨¢ en el Archivo de Indias (Sevilla) y el de Simancas (Valladolid)¡±, se?ala Gamboa, aunque tambi¨¦n en el Sebasti¨¢n de Elcano hay de tiempos pret¨¦ritos. Se refiere, por ejemplo, a otro de los valores del conjunto: los 25 libros de la Escuadra de galeras, que recogen los datos personales de sus remeros. Los hab¨ªa profesionales, pero tambi¨¦n esclavos capturados en batallas (la mayor¨ªa musulmanes), y presos, condenados por robos, homicidios... Un sistema en el que ¡°por robar tocino te ca¨ªan seis a?os, los mismos que por secuestrar a una monja¡±, dice el jefe del ?rea de Referencias y Difusi¨®n del Archivo Hist¨®rico de la Armada, Fernando Santos de la Hera, que lee el registro de uno de los esclavos: ¡°Mahmed, natural de Bizerta [actual T¨²nez], negro, con tres sajaduras en cada sien, de 19 a?os¡±. Este libro de gran tama?o se llevaba en el barco y, en su caso, registr¨® los remeros desde 1688 hasta 1727.
Para mandar ese u otros barcos de la Armada hab¨ªa que tener mucha preparaci¨®n y se exig¨ªa un linaje de pureza, por eso se conservan los expedientes ¡°de probanza de nobleza¡± y limpieza de sangre de los candidatos. En aquellos tiempos se requer¨ªa que por sus venas no corriese sangre ¨¢rabe ni jud¨ªa. Adem¨¢s de gobernar el barco, ¡°el capit¨¢n ten¨ªa que hacer de embajador, impartir justicia... en una embarcaci¨®n que pod¨ªa estar meses fuera¡±, subraya Gamboa. En el AHA est¨¢n el ¨¢rbol geneal¨®gico y el expediente de Federico Gravina, h¨¦roe en la derrota de Trafalgar (1805), en el que consta su hoja de servicios, destinos, recompensas...
Gamboa explica que tras el periodo de la Armada de conquista, la del imperio espa?ol en el siglo XVI, ¡°se empez¨® a construir barcos de manera cient¨ªfica en la Ilustraci¨®n, con figuras como el marino, ingeniero y cient¨ªfico Jorge Juan¡± (1713-1773). ¡°Coinciden varios reyes buenos para la Armada, ministros como el Marqu¨¦s de la Ensenada, se construyen arsenales... ¡°Luego, en el siglo XIX, con la Guerra de Independencia y la p¨¦rdida de los virreinatos, Espa?a queda sin m¨²sculo industrial, as¨ª que hubo que comprar barcos, una situaci¨®n que no se recuper¨® hasta casi este siglo, cuando ya somos de nuevo capaces de construirlos y exportarlos¡±.
Un significativo conjunto lo forman los mapas, entre ellos, el titulado Plano geogr¨¢fico de la mayor parte de la Am¨¦rica septentrional espa?ola, realizado en 1767 por Jos¨¦ Antonio Alzate, cient¨ªfico, historiador y ge¨®grafo mexicano, que demuestra lo lejos que llegaron los espa?oles en sus expediciones y conquistas en Norteam¨¦rica, hasta Alaska, y que el golfo de M¨¦xico se llamaba entonces Seno Mexicano. Ni rastro del golfo de Am¨¦rica, como lo ha renombrado Donald Trump. Alzate situ¨® en ese mapa la multitud de tribus indias en sus asentamientos y document¨® la caza y costumbres como que los apaches cortaban las cabelleras. Este sabio se bas¨® en ¡°las mejores noticias impresas, manuscritas y verbales que se han podido adquirir¡±, dej¨® dicho.
Este mapa se enmarca en la etapa de la Marina de car¨¢cter cient¨ªfico, cuyo mejor ejemplo fue la expedici¨®n Malaspina, auspiciada por la Corona, que transcurri¨® entre 1789 y 1794. En dos corbetas embarcaron ¡°los mejores cart¨®grafos, astr¨®nomos, naturalistas, pintores...¡±, se?ala Del Campo. La flota parti¨® de C¨¢diz y tras fondear en Canarias lleg¨® hasta el R¨ªo de la Plata, cruz¨® el estrecho de Magallanes, naveg¨® la costa americana del Pac¨ªfico para llegar a Australia y Filipinas, y vuelta a Espa?a. El impulsor de aquella aventura fue el napolitano Alessandro Malaspina. ¡°?l quer¨ªa conocer el imperio y reformarlo desde un punto de vista cient¨ªfico, a trav¨¦s de la flora, la fauna, los minerales, la cartograf¨ªa... En esa clase de expediciones se exig¨ªa, adem¨¢s, buen trato al ind¨ªgena¡±.
Sin embargo, las ideas de Malaspina, partidario de conceder m¨¢s autonom¨ªa a las colonias, no gustaron al primer ministro, el intrigante Manuel Godoy, que a su regreso orden¨® su procesamiento por revolucionario. Malaspina fue condenado a 10 a?os de c¨¢rcel que, aunque no cumpli¨® en su totalidad, fueron suficientes para su ca¨ªda en desgracia. Por suerte, se han conservado sus escritos, un estudio econ¨®mico y social de los pueblos con los que contactaron: ¡°Untan sus flechas con un veneno que hace la herida mortal, por leve que sea¡±. Tambi¨¦n, los ritos para convertirse en guerreros: ¡°Tienen que tolerar con la mayor entereza que les rajen muchas partes del cuerpo¡±, o los festejos por la victoria ante el enemigo: ¡°Su mayor trofeo es traer sus cabelleras y a¨²n algunos se extienden a pedazos considerables de sus carnes¡±.
Otro mapa detalla la P¨¦rdida del puerto y ciudad de La Habana ante los ingleses, de 1762. Un ejercicio de virtuosismo en el que se aprecian barcos ingleses disparando con sus ca?ones, otros en llamas y la flota espa?ola esperando en el puerto. La leyenda del mapa se?ala ¡°el horrendo y terrible combate que tuvo la naci¨®n brit¨¢nica en el castillo del Morro¡±. Poco despu¨¦s, la capital cubana fue recuperada por los espa?oles.
Del Campo hace hincapi¨¦ en el buen estado de todos estos documentos gracias al papel de gran calidad en el que se asentaron. No obstante, el archivo tiene una sala de restauraci¨®n de papel. La restauradora Lola de Segalerva est¨¢ interviniendo un volumen de 1738 que recopil¨® planos de fortificaciones de Filipinas, encuadernado en terciopelo rojo sobre tapas de madera, de las que una se ha desprendido. A su lado hay una ¡°reintegradora autom¨¢tica¡±, apunta, una m¨¢quina para restaurar documentos atacados por xil¨®fagos que act¨²a depositando pulpa de papel en los huecos dejados por estos insectos roedores. ¡°Con esta m¨¢quina se puede restaurar un volumen en un d¨ªa, a mano ser¨ªa un proceso eterno¡±.
Aparte, se almacenan cientos de miles de fotograf¨ªas, como un ¨¢lbum de vistas de Cavite (Filipinas), cuando pertenec¨ªa a Espa?a; una imagen de un funeral en la catedral de Or¨¢n (Argelia), en 1895, por una tragedia en la que murieron varios marineros; fotos de barcos, como la del buque escuela Juan Sebasti¨¢n de Elcano en 1931, el mismo en el que se embarc¨® la princesa Leonor el 11 de enero. En otra se ve a la dotaci¨®n del acorazado Alfonso XIII, botado en 1913, tocando instrumentos y con botellas durante una celebraci¨®n.
La visita termina contemplando un derrotero ¡ªuna carta marina en la que el navegante describ¨ªa una nueva ruta¡ª, el de Atanasio Varanda, quien durante veinte a?os estudi¨® el R¨ªo de la Plata. Adem¨¢s de describir la profundidad de las aguas, dej¨® escrita su admiraci¨®n por lo que descubr¨ªan sus ojos, como una cascada: ¡°Raro fen¨®meno de la naturaleza, cuya hermosura no fuera capaz de inventar la imaginaci¨®n m¨¢s fecunda ni perfeccionar el arte m¨¢s delicado¡±.