Gredos, el turismo rural naci¨® aqu¨ª
El parador situado en la vereda abulense de esta sierra acerc¨® hace un siglo su riqueza natural a las ¨¦lites del pa¨ªs y extranjeros aventureros. Hoy lo hace con cualquier visitante que quiere conectar con la naturaleza a trav¨¦s de actividades organizadas con ganaderos, ambient¨®logos y artesanos de la zona
Gredos va un siglo por delante del turismo rural contempor¨¢neo. Esta sierra, que atraviesa en su mayor¨ªa la provincia de ?vila, fue el lugar elegido para construir el primer parador, en 1928. Promovido por el Estado en tiempos de Alfonso XIII, pretend¨ªa ofrecer a las clases pudientes del pa¨ªs y a extranjeros curiosos un alojamiento de nivel para conocer el patrimonio natural, entenderlo y disfrutarlo; una forma de reconectar con la naturaleza, en aquellos momentos, solo para unos pocos.
94 a?os despu¨¦s, la monta?a sigue en su sitio y lo que cambian son sus visitantes y las gentes del lugar, que ayudan a que estos se muevan por la hilera de pueblos que nutren de vida a la vertiente norte de esta sierra del Sistema Central. Los nuevos que llegan son amantes de la naturaleza de siempre y otros que no sab¨ªan que lo eran hasta que lo descubren en Gredos. Los lugare?os se llaman Eva Gonz¨¢lez, una ganadera de 27 a?os que curs¨® Magisterio pero que est¨¢ decidida a ense?ar a los de ciudad por qu¨¦ las vacas son los bomberos m¨¢s eficaces de la zona; Miriam Gil, una ambient¨®loga que gu¨ªa en la observaci¨®n de estrellas y explica por qu¨¦ la mayor estabilidad atmosf¨¦rica del fr¨ªo invernal redunda en cielos m¨¢s claros; o Domingo Arrab¨¦, un guarnicionero que abre su taller de objetos de cuero para el ganado y los caballos a todo aquel que pregunta por ¨¦l.
Los viajeros pueden conocer a estos y a otros vecinos que impulsan la econom¨ªa de la zona a trav¨¦s del parador y de su director Marcos Fern¨¢ndez, que organiza actividades para grupos con el fin de acercar la riqueza natural a los visitantes del mismo modo que hace un siglo se lograba a trav¨¦s de la caza. Esta actividad sigue atrayendo hoy a hu¨¦spedes a la comarca de El Barco de ?vila-Piedrahita, donde se ubica el hotel, pero existen planes menos ruidosos para el presente como vender las particularidades de la zona para la pr¨¢ctica de deporte de nivel ¨Cla altitud favorece el entrenamiento de competici¨®n¨C; organizar salidas con bicis el¨¦ctricas por la ribera del Tormes para no dejar a nadie atr¨¢s; recomendar la subida para todos los p¨²blicos a la laguna de Gredos, de origen glaciar; descubrir a las productoras del reconocido queso de cabra del Ti¨¦tar; o tomar un chulet¨®n de la raza aut¨®ctona Avile?a-Negra Ib¨¦rica, una manera de saber lo que sucede fuera del parador sin separarse mucho de la chimenea.
El parador y su comarca
Un cambio enorme para la comarca
Con el parador lleg¨® la modernidad hace un siglo en forma de carreteras, tel¨¦fonos y gasolineras. De hecho, el hotel surt¨ªa entonces combustible y albergaba una centralita. Cien a?os despu¨¦s irrumpe otro tipo de modernidad representada en el fomento del deporte o en la apuesta por los productos locales. ¡°Al parador de El Saler en Valencia van muchos equipos de f¨²tbol a entrenar, y a Lanzarote acuden deportistas que se preparan para el Iron Man. En Gredos hay potencial para atraer a atletas o ciclistas¡±, afirma Fern¨¢ndez. Ya est¨¢ aprobada la construcci¨®n de un carril bici que va a unir los pueblos de la comarca. No es la v¨ªa que utilizan los ciclistas de nivel, pero sirve para animar a los principiantes. El parador atrajo en su momento, a principios del XX, a ¨¦lites que dispon¨ªan de coche y emprend¨ªan un turismo automovil¨ªstico desde las grandes ciudades como Madrid, a 200 kil¨®metros. Hoy resulta conveniente expulsar m¨¢s vaho que humo.
Dentro del parador
Gil, la ambient¨®loga, tiene 42 a?os y naci¨® en ?vila capital. Hace dos d¨¦cadas se instal¨® en Navarredonda de Gredos, con 424 habitantes. Amante de la astronom¨ªa, no para. Dirige la actividad de observaci¨®n de estrellas y gu¨ªa a grupos por el Parque Regional de la Sierra de Gredos. Tambi¨¦n lidera tours por el parador (¡°La historia del parador es la historia reciente de Espa?a¡±, compara) y est¨¢ en comunicaci¨®n con Fern¨¢ndez, el director, y con empresarios de la zona, afanados en dar a conocer lo que alguien ya entendi¨® como excepcional hace un siglo. ¡°La sierra de Gredos resulta especial por la gran diferencia existente entre sus vertientes sur y norte, porque es el conjunto glaciar m¨¢s importante del sur de Europa y porque cuenta con especies end¨¦micas, es decir, que solo habitan ah¨ª¡±, afirma Gil. Una de ellas es la capra pyrenaica victoriae, una subespecie de la cabra mont¨¦s.
Hace una d¨¦cada se cre¨® el festival del piorno en flor, un matorral que florece entre mayo y junio y ti?e la sierra de amarillo. ¡°Una forma de aplicar el modelo de turismo del valle del Jerte¡±, establece como comparaci¨®n Gil. El parador cuenta con una azotea desde donde se divisa la cara norte de la monta?a, un gigante blanco en invierno, gris por el granito casi siempre o naranja si llega polvo del desierto como nunca. Algunos alpinistas hollaron cimas como el pico Almanzor (2.591 metros), el m¨¢s alto del Sistema Central, en el comienzo de sus carreras.
Pero no todo es alta monta?a o deporte de competici¨®n. Los mayores, andarines como los que m¨¢s, tienen reservadas algunas rutas desde la plataforma de Gredos ¨Cel origen de todo, a 18 kil¨®metros del parador¨C o una v¨ªa, la GR-10, que une Valencia con Lisboa y que, a su paso por esta comarca, recorre la ribera del Tormes con subidas y bajadas poco pronunciadas, vacas y caballos pastando en los campos y saltos de agua para parar cinco minutos a hacer una foto en invierno o cinco horas para darse un ba?o en verano. Un entrenamiento gozoso para que septuagenarios como Juan Monta?¨¦s regresen a Albacete y no haya quien los alcance por las aceras del centro de su ciudad.
LOS NUEVOS VISITANTES Y LOS VIEJOS LUGARE?OS
¡°Somos de andar. No somos de quedarnos en el hotel¡±, asegura Monta?¨¦s, catedr¨¢tico jubilado de Psicolog¨ªa de la Universidad de Castilla-La Mancha. ¡°Venimos cinco matrimonios y nos recorremos la zona, visitamos monumentos, caminamos¡±, afirma. Su amigo Paco Alca?iz lo secunda: ¡°Nada de tomar una cerveza y r¨¢pidamente al autob¨²s. Nos movemos¡±.
¡ªCuando sea ¨¦poca, vamos a volver a por setas.
Le dice uno, entusiasmado, al otro encima de un risco desde donde se ve y oye la cascada del Chorro al darse cuenta de que existe un turismo micol¨®gico en la comarca. Un gu¨ªa de Alicante les conduce en su caminata por el Tormes, que finaliza en la Casa del Parque, un centro de interpretaci¨®n del Parque Regional de la Sierra de Gredos ¨Cno alcanza la categor¨ªa de Nacional porque se permite la caza¨C donde aguarda Gil. Por la tarde van a El Barco de ?vila, uno de los pueblos m¨¢s conocidos de la zona por sus jud¨ªas y judiones, souvenirs sostenibles por si alguien quiere obsequiar a un amigo. Existen muchos establecimientos donde se venden.
Tres salidas sin salir de la provincia
Las claras aguas del Tormes
Carlos y Enrique Moreno son dos hermanos que regentan el negocio familiar de legumbres heredado de su madre Emelina Jim¨¦nez, que fue presidenta del consejo regulador de IGP Jud¨ªas de El Barco de ?vila. Venden las siete variedades incluidas en la IGP, otras legumbres de alrededores y dulces. ¡°La clave est¨¢ en el agua del curso alto del r¨ªo Tormes que riega los campos donde se plantan estas jud¨ªas¡±, afirma uno de los hermanos. La producci¨®n es peque?a y el valor, alto. Como tantos platos de cuchara en Espa?a, se cocinan con carne de cerdo: tocino, chorizo, oreja¡ Resulta fundamental guisar con agua de la zona o que sea poco caliza o embotellada para no arruinar todo el trabajo que hizo el Tormes.
El taxista jubilado Tom¨¢s Pereda descansa en un banco junto con otras dos vecinas del pueblo delante del Museo de la Jud¨ªa, al lado del curso del r¨ªo. Pereda, bromista y conversador, es un gran aficionado a la pesca y est¨¢ a la espera de que se abra la veda a finales de marzo. ¡°Hab¨ªa gente que antes viv¨ªa de esto¡±, afirma. Ahora sirve para pasar el rato y pescar alguna trucha, barbo o boga con las que procurarse una buena cena o para realizar pesca deportiva, otra forma de conectar con la naturaleza. El entorno anima. El Tormes a su paso por El Barco lleva mucho caudal y est¨¢ sorteado por un bonito puente del siglo XV de 125 metros.
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Ganader¨ªa extensiva para fijar poblaci¨®n
Puentes como ese y otros menos llamativos atraviesa el ganado trashumante desde las fr¨ªas tierras de ?vila hasta Extremadura en el comienzo del invierno. Algunas ganaderas como Eva Gonz¨¢lez y su padre Jes¨²s, que residen en Hoyos del Espino, prefieren transportarlas en un cami¨®n a zonas m¨¢s c¨¢lidas. Cuando las 50 reses que poseen regresen en junio iniciar¨¢ la actividad encuadrada dentro del programa Naturaleza para los sentidos, de Paradores. Los visitantes aprender¨¢n en qu¨¦ consiste la ganader¨ªa extensiva, algo tan antiguo que representa el futuro.
Cada cabeza de ganado cuenta con tres hect¨¢reas de terreno. El negocio para Gonz¨¢lez radica en echarles de comer, criar becerros y venderlos cuando alcanzan 300 kilos por unos 600 euros. El negocio para la regi¨®n se refleja en la lucha contra la despoblaci¨®n. El negocio para el planeta consiste en mantener los montes cuidados, prevenir incendios. ¡°Me gusta la vida del campo. Coger el caballo e ir a dar un paseo¡±, afirma Gonz¨¢lez, que completa sus ingresos con clases particulares y poniendo copas en un bar de Navarredonda de Gredos, el municipio al que pertenece el parador aunque la influencia del hotel alcanza toda la comarca. ¡°Es un lugar neutral. En ¨¦l desaparecen los localismos. Los empresarios est¨¢n de acuerdo en celebrar las reuniones all¨ª y los vecinos lo eligen para las grandes celebraciones¡±, describe Gil, la divulgadora. ¡°Es el gran promotor de la zona¡±, resume. Lleva un siglo si¨¦ndolo.