La tormenta perfecta envuelve a Mario Mola
Alistair Brownlee repite el oro de Londres, dominando con su hermano Jonathan, y el espa?ol termina octavo
Mario Mola nad¨® casi como nunca en su vida. Sali¨® delante. A unos segundos de los hermanos Brownlee, Alistair y Jonathan, que, desencadenados, corr¨ªan por la arena ardiente de la playa de Copacabana. Cuando mont¨® en la bici, los ten¨ªa all¨¢ a la vista, a tiro de dos pedaladas fuertes; cuando, despu¨¦s del repecho que desde la playa llevaba a los triatletas hasta una magn¨ªfica vista de los patios traseros de las casas que se alinean ante la playa famosa, les busc¨® con la mirada, los vio lej¨ªsimos. Ite, missa est, proclam¨® un cura que andaba por all¨ª, con una cerveza en la mano y una calva colorada al sol, pod¨¦is ir en paz; la misa ha terminado, podr¨ªa haber dicho tambi¨¦n el mallorqu¨ªn, uno de los mejores del mundo, envuelto y desarbolado por la tormenta perfecta desencadenada por los hermanos, que no cesar¨ªan hasta el final.
Mola ech¨® de menos a Javi G¨®mez Noya, ausente con el brazo roto, el ¨²nico que habr¨ªa frenado a los ingleses; estos disfrutaron de la ausencia del gallego, el ¨²nico con la capacidad para hacerlos descarrilar, el ¨²nico que cuando ellos, al salir del agua, echaron el resto en la transici¨®n y en los primeros kil¨®metros en bici, les habr¨ªa resistido y perturbado.
El triatl¨®n se pierde en el agua (1.500m), se pelea en la bici (40 kil¨®metros) y se gana en la carrera a pie (10 kil¨®metros). Los hermanos Brownlee lo ganaron en el agua, lo consolidaron en la bici, donde destrozaron en un sin parar a todos, y lo disfrutaron en la carrera a pie, paseo mar¨ªtimo arriba y abajo, junto a chiringos y turistas en ba?ador. Tercero, lejano, lleg¨® el sudafricano Henri Schoeman. Mola fue octavo; Fernando Alarza, que hizo un mal agua y se qued¨® cortado por una ca¨ªda en la bici, 18?, y Chente Hern¨¢ndez, 27?.
Los Brownlee, m¨¢s que un equipo son una empresa. Una organizaci¨®n compleja que ha trabajado durante cuatro a?os con el fin de aumentar incluso la cosecha de Londres, cuando uno fue oro y otro bronce, pues Noya se les infiltr¨® para la plata. Pueden permitirse, como se hab¨ªa permitido Noya, pasarse meses sin competir en las series mundiales, mientras los dem¨¢s, m¨¢s mortales, deb¨ªan batirse el cobre viajando de punta a punta del globo e intentar el milagro de lograr los suficientes picos de forma al a?o para estar en todo. Tienen en n¨®mina a varios rivales que trabajan para ellos e, incluso, con algunos conviven como con el eslovaco Richard Varga, el mejor nadador del lote, el que siempre inicia el ataque ciclista a cuenta de ellos. Se concentran juntos en invierno en La Nucia (Alicante) y en verano en la altura de St. Moritz.
El hermano mayor dice que cuando salen a competir su primera idea es eliminar a los rivales, y cuando se quedan los dos solos pelear entre ellos por ver qui¨¦n es el mejor como hac¨ªan desde peque?os ech¨¢ndose carreras en el jard¨ªn de su casa por Leeds. Es una forma de decirlo. Alistair impone la ley del hermano mayor, y siempre gana. Gan¨® en Londres y gan¨® en R¨ªo, el primero que repite en la corta historia ol¨ªmpica del triatl¨®n, iniciada en S¨ªdney 2000. Jonathan sonr¨ªe a su lado.
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