El Athletic toca fondo ante el Zorya
Muniain se lesiona y el equipo de Ziganda cae derrotado ante el ucranio en San Mam¨¦s
Raro es que un partido de f¨²tbol, un equipo de f¨²tbol, lo gobierne Pablo Neruda. No pega y sin embargo el Athletic parece un fiel traductor futbol¨ªstico de los versos del poeta chileno cuando escribi¨® (movido por el amor, no por el f¨²tbol): ¡°para que nada nos separe, que no nos una nada¡±. Una derrota por anticipado, una huida del sufrimiento. Y en eso anda el Athletic, descosido en el campo, con m¨¢s hilos que un caj¨®n de sastre despu¨¦s de una gripe, y ninguna madeja de la que tirar. Se mueve el Athletic entre el ?uy! y el ?ay! Sin puntada de por medio. El ?uy! de Muniain, el sastrecillo valiente, el poeta del verso libre, y el ?ay! de Kharatin cuando cabece¨® un c¨®rner a la red con la defensa del Athletic sudando la gripe de verano. Nadie vio el centro, nadie le vio llegar, solo le vieron celebrar su loter¨ªa. A veces toca y le toc¨®. Hab¨ªan pasado 26 minutos, uno de pasi¨®n cuando Muniain remat¨® al travesa?o y en el disparo subsiguiente de Williams lo rechaz¨® el portero. Luego Muniain malgast¨®, por impaciente, (ya se sabe que el amor, aunque sea al gol, siempre es urgente) una ocasi¨®n de parar, templar y mandar. Y despu¨¦s de eso el Athletic se muri¨®. Descorchado el champ¨¢n, no era muy bueno y se lo bebieron sus escasas burbujas.
Porque el Zorya, s¨¦ptimo en la Liga ucrania, exiliado por los conflictos prorrusos en su territorio, derrotado en la primera jornada de la Liga Europa en su domicilio alquilado por el s¨¦ptimo de la Liga sueca, en cuanto vio la luz, se le ilumin¨® la vista y pareci¨® un equipo apa?adito, nada que ver con esos futbolistas que llenaban por la ma?ana la tienda del Athletic en el Casco viejo llev¨¢ndose souvenirs rojiblancos como quien visita una catedral sin saber cuando volver¨¢. El orden, solo el orden, y su portero Lunin, sofocaron los incendios rojiblancos, puras pavesas de lo que un d¨ªa fue una hoguera que ya no calienta. El Athletic es hoy por hoy lo que intenta Muniain y lo que corre Williams. El resto son sombras chinescas, futbolistas en blanco y negro en un f¨²tbol multicolor, pero sin el gramaje de aquellas fotograf¨ªas de la ¨¦poca. Be?at, llamado a ser un agente del orden, dej¨® el silbato m¨¢s cerca de su portero que del contrario. Ra¨²l Garc¨ªa persegu¨ªa a su sombra sin saber que nunca la alcanzar¨ªa, ni por delante ni por detr¨¢s. La productividad de los laterales tiende al infinito, es decir, a ese lugar al que nadie ha ido y si ha ido no ha vuelto. Ni un solo centro razonable naci¨® de sus costados, como si la lanza de Longinos, en vez de herir al Cristo le hubiera desgarrado los pies. As¨ª el Athletic se vuelve inconcebible.
Y eso que el p¨²blico, visto el desempe?o del equipo, se empe?¨® en levitarlo a base de palmas y gritos, aunque solo Muniain, que para colmo se fue en camilla en el descuento, entre l¨¢grimas, agarr¨¢ndose la rodilla, parec¨ªa recibirlos, digerirlos, interpretarlos y licuarlos en busca de que el zumo se desparramase como en una mesa coja. Pero el Zorya hab¨ªa puesto calzas en las paras de la mesa y ni tembl¨®. Y lo que fueron palmas, fueron pitos. Tiempo hac¨ªa que San Mam¨¦s no med¨ªa los silbidos a su equipo. Tan entregado al amor en los colores de repente se dio cuenta de que ese equipo solo le un¨ªa por los colores, pero le separaba todo su juego. O toda su falta de juego. Y toc¨® fondo. Y toc¨® el fango. Y estaba frio.
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