Vinicius contra la decadencia
El brasile?o puso el voltaje m¨¢s alto del cl¨¢sico con el entusiasmo combativo propio del que asalta una y otra vez la trinchera. Provoca una agitaci¨®n futbol¨ªstica y ambiental que son como latidos en el coraz¨®n ahora titubeante del equipo y la afici¨®n
Perder contra los peores. El cl¨¢sico tuvo un aire decadente, como si el tiempo le hubiera pasado por encima. Especialmente en un primer tiempo carente de atrevimiento y emoci¨®n. Cristiano, en un palco, hac¨ªa f¨ªsica la nostalgia de tiempos mejores. Messi, por su parte, no aporto ning¨²n milagro de esos que te hacen sentir especial solo por el hecho de presenciarlo. En lo colectivo el ...
Perder contra los peores. El cl¨¢sico tuvo un aire decadente, como si el tiempo le hubiera pasado por encima. Especialmente en un primer tiempo carente de atrevimiento y emoci¨®n. Cristiano, en un palco, hac¨ªa f¨ªsica la nostalgia de tiempos mejores. Messi, por su parte, no aporto ning¨²n milagro de esos que te hacen sentir especial solo por el hecho de presenciarlo. En lo colectivo el Bar?a se refugi¨® en el bal¨®n, pero la ¨²ltima jugada era siempre id¨¦ntica a la anterior, con la inevitable sensaci¨®n de pel¨ªcula ya vista. El Madrid, por su parte, quer¨ªa rebelarse, pero el peso de las ¨²ltimas frustraciones lo manten¨ªa cauto, como si temiera recibir el golpe definitivo de la temporada. Despu¨¦s del partido, Piqu¨¦ dijo que en el primer tiempo el Real Madrid fue ¡°el que me dej¨® peores sensaciones desde que estoy aqu¨ª¡±. Dato terrible¡ para el Bar?a, que no supo aprovecharlo.
El ni?o y el uy. El segundo tiempo empez¨® parecido, con el Bar?a escondido detr¨¢s de la pelota y el Madrid a la espera. Pero un ¡°uy¡± lo cambi¨® todo. Un entrenador amigo me dijo que un ¡°uy¡± en el Bernab¨¦u equivale a cuatro goles en cualquier otro estadio. Quiz¨¢s. Lo cierto es que un tiro de Isco al que Ter Stegen respondi¨® con una parada prodigiosa, apret¨® el interruptor de un partido nuevo y el¨¦ctrico. El voltaje m¨¢s alto lo puso Vinicius, al que le sigue resultando corta la distancia entre cualquier punto y el ¨¢rea rival, y larga la distancia entre el ¨¢rea y la porter¨ªa. Pero hay que reconocer que ese entusiasmo combativo propio del que asalta una y otra vez la trinchera, provoca una agitaci¨®n futbol¨ªstica y ambiental que son como latidos en el coraz¨®n ahora titubeante del equipo y la afici¨®n. Que lo provoque un chico de 19 a?os atenu¨®, en parte, la sensaci¨®n de decadencia.
La fuerza del impacto. Despu¨¦s de meses en la oscuridad, a Mariano le toc¨® iluminar el tiempo de descuento del cl¨¢sico. Zidane lo puso para perder tiempo y Mariano entr¨® para ganarse el puesto. Tan en serio se lo tom¨® que a los cuarenta segundos marc¨® un gol que sellaba el triunfo. El entrenador hab¨ªa conseguido su objetivo y el jugador tambi¨¦n. Pero el episodio le puso acento a la velocidad y al impacto, dos enfermedades de estos tiempos. Lo que hace algunos a?os hubiera sido una an¨¦cdota, ahora se eleva a categor¨ªa. El gol desat¨® preguntas del tipo: ?C¨®mo no es titular? ?Se ha cometido una injusticia con Mariano? ?Su relaci¨®n con el futuro ser¨¢ la misma a partir de ahora? Preguntas todas ellas l¨ªcitas, porque si Mariano sigue marcando goles al ritmo de uno cada cuarenta segundos, en noventa minutos marcar¨ªa m¨¢s de cien, lo que en t¨¦rminos pr¨¢cticos ayudar¨ªa, por ejemplo, a remontar frente al City. ?A que parece rid¨ªculo? No descartemos que lo sea.
La fe de los h¨¦roes. En el Getafe los jugadores tienen la orden de matarse por el equipo y la cumplen a rajatabla. Son esforzados y respetan tres mandamientos sagrados: no perder la pelota en la zona de iniciaci¨®n, intentar recuperarla en la zona de definici¨®n y, si no se logra, interrumpir el juego para que el rival tenga que empezar de nuevo. Atr¨¢s son tajantes como el que quiere terminar una discusi¨®n; todos, en la disputa, traban con el alma antes que con las piernas; y arriba tienen talentos complementarios que, barajados con sentido de la oportunidad, desequilibran de diversas formas. El Getafe hace muchas faltas y en sus partidos hay poco tiempo de juego efectivo. Datos de la realidad que a Bordal¨¢s no le gusta escuchar. Pero eso no le quita hero¨ªsmo al equipo m¨¢s indomable de la Liga y, a este paso, de Europa.