Djokovic, siempre al l¨ªmite
Nole, lanzado e imbatido en las pistas esta temporada, se ha desmarcado con varias salidas de tono culminadas con la mancha hist¨®rica de Nueva York. Pagar¨¢ 10.000 d¨®lares por ¡°conducta antideportiva¡±
En medio de todo el remolino, el franc¨¦s Patrick Mouratoglou, preparador de Serena Williams y al que le gusta estar en todas las salsas, ofreci¨® la s¨ªntesis perfecta de lo que le ha ocurrido a Novak Djokovic, descalificado en los octavos del US Open por ese pelotazo accidental a una juez de l¨ªnea que sigue dando la vuelta al mundo y mellando su prestigio: ¡°Creo que Novak ten¨ªa demasiadas cosas en su plato¡±.
Se refer¨ªa el t¨¦cnico a esa capacidad expansiva del n¨²mero uno, tan el¨¢stico y vers¨¢til dentro como fuera de las pistas. No es Nole una figura a la que le guste estar en la sombra, sino m¨¢s bien una estrella intervencionista a la que le cuesta estar quieto, que lo mismo hace donaciones en secreto, que toca el piano o pelotea sobre las alas de un avi¨®n o mastica la hierba de Wimbledon, o que pone patas arriba su deporte con una acci¨®n tan aparentemente liviana como esa bola a destiempo. En un par de cent¨ªmetros puede estar la diferencia.
Lo quiere todo Djokovic, tipo afable y cercano en las distancias cortas, padre de familia y con el crudo pasado de la guerra balc¨¢nica a sus espaldas. Quiere ser bueno, quiere ser el mejor, quiere ser el l¨ªder. Un Robin Hood para sus compa?eros. Y quiere el cari?o que, por una u otra raz¨®n, se le niega y se le concede a los otros dos acompa?antes en el hist¨®rico baile por ser el m¨¢s grande de todos los tiempos, Roger Federer y Rafael Nadal.
Antes de todos los avatares, este 2020 se presentaba como un curso estrat¨¦gico para el gran pulso y el de Belgrado puso la directa desde enero. Triunf¨® en Australia, se pase¨® por Dub¨¢i y despu¨¦s de estar encerrado en Marbella durante el confinamiento, con su familia, puso rumbo a la burbuja de Nueva York, donde se adjudic¨® el torneo de Cincinnati (disputado all¨ª por las circunstancias) y todo iba a las mil maravillas, hasta que esa vena traicionera le jug¨® otra mala pasada.
¡°El US Open era un gran objetivo¡±, recuerda Mouratoglou en Twitter; ¡°Impuls¨® la asociaci¨®n [PTPA] y una campa?a para que los jugadores formen parte de ella. Y todo eso supone un trabajo a tiempo completo y un estr¨¦s adicional. Nadie puede permitirse perder la concentraci¨®n durante un Grand Slam¡±.
Iba el serbio (33 a?os) como un tiro, pero termin¨® pas¨¢ndose de frenada y cerrando un trimestre en el que por esa hiperactividad tan suya ha estado continuamente en el disparadero. Heterodoxo en cuanto algunas formas de interpretar la vida, primero se embarr¨® en una de las m¨²ltiples charlas en directo que mantuvo con todo tipo de personalidades durante el confinamiento. En una de ellas, con otros deportistas de su pa¨ªs, expres¨®: ¡°Personalmente, me opongo a la vacunaci¨®n y no quisiera que alguien me obligue a vacunarse para poder viajar¡±. Le llovieron las cr¨ªticas, que le recordaban su poder de influencia como deportista de primera fila mundial.
Posteriormente fue noticia por entrenarse cu¨¢ndo y d¨®nde no deb¨ªa, pese al permiso del Club de Tenis Puente Romano, porque al igual que otros tenistas no interpret¨® correctamente la normativa en Espa?a. Inocentemente se grab¨®, lo public¨® en las redes y luego pidi¨® disculpas. Peccata minuta, en comparaci¨®n con lo que iba suceder m¨¢s tarde. En su intento por ayudar a otros jugadores modestos que no percib¨ªan ingresos mientras el circuito estuvo detenido, Nole mont¨® una gira (Adria Tour) en tierras balc¨¢nicas que se le termin¨® yendo completamente de las manos.
En contraste con otros proyectos que se idearon para tratar de relanzar el tenis, Djokovic plante¨® un torneo con varias sedes en el que se lleg¨® a ver a 4.000 personas concentradas en la pista, sin respetar la distancia social recomendada ni mascarillas; de acuerdo con el protocolo de Serbia en ese momento, pero seguramente inoportuno y arriesgado, como se demostr¨® cuando fueron saltando los positivos uno tras otro, empezando por el de Grigor Dimitrov y el baloncestista Nikola Jokic, con el que comparti¨® actos.
Por si fuera poco, trascendieron varios v¨ªdeos en el que ¨¦l y sus compa?eros de gira bailoteaban descamisados en una discoteca de Belgrado, abraz¨¢ndose sin reparos. L¨®gicamente, Djokovic y los miembros de su familia (Jelena y sus dos hijos, Stefan y Tara) dieron positivo en la prueba de la covid-19. ¡°Lo siento mucho, lo hice desde lo m¨¢s profundo de mi coraz¨®n¡±, lament¨®. ¡°Nuestro torneo significaba una forma de unir y compartir nuestro mensaje de solidaridad a trav¨¦s de cada pa¨ªs de nuestra regi¨®n¡±, aleg¨® el n¨²mero uno, al que no le desagrada bordear las l¨ªneas rojas.
Finalmente, lleg¨® el desembarco en Nueva York. Y all¨ª, de entrada, una foto junto a otros cincuenta tenistas que dej¨® estupefactos a los responsables de la ATP. ¡°No es un sindicato, ni estamos planteando un boicot o un camino paralelo¡±, se defendi¨® cuando anunci¨® la creaci¨®n de la Professional Tennis Players Association (PTPA). Un grupo, dice, cuyo objetivo es defender los derechos de los tenistas y ganar poder en la mesa de negociaci¨®n, sabiendo que en el fondo no deja de ser un pulso en toda regla al organismo que gobierna el circuito masculino desde hace 30 a?os y a los cuatro grandes torneos. Un salto sin red.
Como colof¨®n, la tensi¨®n en el duelo de los octavos con Pablo Carre?o le hizo lanzar ese pelotazo y el resto ya se sabe: descalificaci¨®n, una mancha hist¨®rica, m¨¢s disculpas (¡°me siento triste y vac¨ªo¡±), 10.000 d¨®lares de castigo por ¡°conducta antideportiva¡± (m¨¢s otros 7.500 por no atender a los medios) y otra vez, de nuevo, Nole en el ojo del hurac¨¢n.