El riesgo de arbitrarse a uno mismo en la escalada
El alem¨¢n Alex Megos reconoce que sucumbi¨® a la presi¨®n externa y se equivoc¨® al proclamar que hab¨ªa escalado una v¨ªa de 9c, la m¨¢xima dificultad jam¨¢s alcanzada por el ser humano
Imaginen, por ejemplo, la final femenina de triple salto de los Juegos de Tokio, un concurso sin jueces, ni cinta m¨¦trica ni forma alguna de medir los saltos de las participantes. Tras saltar, cada atleta apunta en una pizarra la distancia estimada alcanzada, el nulo si cree que existe. Para anotar sus registros, se basan en su enorme experiencia, en sus sensaciones, en sus registros pasados, en la percepci¨®n subjetiva del espacio recorrido en vuelo¡ y nadie discute la palabra de las tres mejores, las que se llevan las medallas. M¨¢s dif¨ªcil a¨²n: imaginen el f¨²tbol sin ¨¢rbitros.
La ausen...
Imaginen, por ejemplo, la final femenina de triple salto de los Juegos de Tokio, un concurso sin jueces, ni cinta m¨¦trica ni forma alguna de medir los saltos de las participantes. Tras saltar, cada atleta apunta en una pizarra la distancia estimada alcanzada, el nulo si cree que existe. Para anotar sus registros, se basan en su enorme experiencia, en sus sensaciones, en sus registros pasados, en la percepci¨®n subjetiva del espacio recorrido en vuelo¡ y nadie discute la palabra de las tres mejores, las que se llevan las medallas. M¨¢s dif¨ªcil a¨²n: imaginen el f¨²tbol sin ¨¢rbitros.
La ausencia de jueces y reglamentos ser¨ªa pura ficci¨®n en la pr¨¢ctica totalidad de los deportes pero es el pan nuestro de cada d¨ªa en la escalada. Y aunque ya existe un campe¨®n ol¨ªmpico (el primero, el espa?ol Alberto Gin¨¦s) a resultas de una competici¨®n perfectamente regulada y vigilada por los jueces, existe un universo paralelo llamado escalada en roca donde el reto absoluto es llevar hasta lo desconocido los l¨ªmites de la dificultad que el ser humano puede asumir. Hasta la cita ol¨ªmpica, dos escaladores merec¨ªan toda la atenci¨®n de los focos: el checo Adam Ondra y el alem¨¢n Alex Megos. No solo pod¨ªan llevarse una medalla sino que hab¨ªan sido capaces de alcanzar la m¨¢xima dificultad jam¨¢s lograda en la roca: 9c (en una escala que empieza en el cuarto grado y que al llegar al sexto crece de forma paulatina: 6a; 6a+; 6b; 6b+; 6c; 6c+; 7a... y as¨ª hasta la m¨¢xima dificultad).
Ondra fue el primero en alcanzar el 9c en una v¨ªa bautizada como Silence, en Flatanger (Noruega). Fue en 2017 y Alex Megos se subi¨® al carro en 2020 al firmar la primera ascensi¨®n de la ruta Bibliographie, en la escuela francesa de C¨¦¨¹se. Nadie dud¨® de la dificultad propuesta. De hecho, as¨ª funciona el establecimiento de los grados de dificultad: una persona equipa una v¨ªa, y el primero en escalarla en libre (sin colgarse para reposar y sin agarrar los seguros) propone un grado de dificultad que el resto de la comunidad escaladora deber¨¢ refrendar por consenso. Por supuesto, aunque democr¨¢tico, no es un m¨¦todo infalible y se presta, claro est¨¢, a la subjetividad, el estado de forma y las cualidades espec¨ªficas de los escaladores. No es extra?o que el grado de una v¨ªa cambie hacia arriba o hacia abajo con el paso del tiempo. Y esto es lo que acaba de ocurrir con el 9c propuesto por Megos.
La semana pasada, el italiano Stefano Ghisolfi se convirti¨® en el tercer escalador en alcanzar el club del 9c, repitiendo la gesta de Megos en la misma v¨ªa. Dos d¨ªas despu¨¦s, solt¨® una bomba en sus redes sociales: a su entender la v¨ªa no merec¨ªa tal distinci¨®n y a su juicio se trataba de un 9b+. Su opini¨®n dejaba en evidencia a Megos, por otro lado uno de los contad¨ªsimos escaladores en haber superado el list¨®n del 9b+ y el primero en escalar a vista (sin conocer la ruta ni haberla ensayado jam¨¢s) una v¨ªa de dificultad 9a.
Faltaba por saber si Megos defender¨ªa su propuesta. No lo hizo: en un comunicado, el alem¨¢n asumi¨® que su propuesta quiz¨¢ fuese exagerada y argument¨® honestamente su posici¨®n: ¡°?9b+? ?9c? ?Cu¨¢l es la diferencia y c¨®mo sabes qu¨¦ grado dar? Al principio, pensaba que el n¨²mero de d¨ªas que inviertes en una escalada era el mejor indicador sobre su dificultad. En consecuencia, pens¨¦ que, al ensayar Bibliographie durante 60 d¨ªas, la v¨ªa ten¨ªa que ser m¨¢s dura que cualquier otra que hubiera escalado antes (para apuntarse la v¨ªa Perfecto mundo, 9b+, necesit¨® 16 d¨ªas). Cuando el mundo difundi¨® que yo hab¨ªa hecho la v¨ªa, la gente inmediatamente comenz¨® a especular. Siempre he tenido la sensaci¨®n de que 9c podr¨ªa no ser el grado apropiado para la l¨ªnea, pero me sent¨ªa presionado por el mundillo de la escalada, que ya andaba diciendo que ten¨ªa que ser 9c si me hab¨ªa llevado 60 d¨ªas. Al final, tampoco me sent¨ªa bien con el grado, porque sencillamente cambi¨¦ mis secuencias much¨ªsimas veces, hice largos par¨¦ntesis en la v¨ªa y pugn¨¦ por compararla con otras v¨ªas que hubiera hecho. Subestim¨¦ la gran diferencia que supone el hecho de conocer la secuencia correcta. En Bibliographie, pens¨¦ que ten¨ªa buenas secuencias hasta que regresaba una temporada m¨¢s tarde para cambiarlas completamente. Y eso sucedi¨® dos veces. As¨ª que al final probablemente me pas¨¦ la mayor parte de esos 60 d¨ªas sacando secuencias, cambi¨¢ndolas de nuevo y sin estar seguro de poder hacerla. En cambio, Stefano Ghisolfi y algunos otros encontraron nuevas secuencias para ambos pasos clave, secuencias m¨¢s sencillas que yo no encontr¨¦. Estoy muy agradecido por tu honesta opini¨®n, Stefano. Estoy de acuerdo con el 9b+ y ahora voy a seguir buscando el pr¨®ximo potencial 9c¡±.
Escalar implica resolver problemas para llegar de A a B de la forma m¨¢s sencilla. Una v¨ªa puede escalarse de muchas maneras, pero siempre existe una manera m¨¢s eficaz aunque puede ser que la manera que convenga a un escalador no sea adecuada para otro. Tal y como suele recordar un ilustre entrenador, cuando uno de sus pupilos m¨¢s ilustres se atasc¨® terriblemente en un paso de una v¨ªa de dificultad 9a+, decidi¨® escalar hasta el punto en cuesti¨®n, colgarse y probar los movimientos: sugiri¨® una secuencia distinta, es decir, agarrar las presas en otro orden. El pupilo logr¨® encadenar la v¨ªa de inmediato: con la secuencia adecuada, la ruta le pareci¨® lo que su grado indicaba, pero hasta ese d¨ªa le pareci¨® extraordinariamente m¨¢s complicada.
Alex Megos no es sospechoso de haber propuesto un grado a sabiendas de que este estaba inflado, pero preocupa leer que se ha visto presionado por el entorno: en este caso, una soluci¨®n m¨¢s ajustada hubiera sido proponer un grado intermedio, es decir 9b+/9c, sin mojarse del todo y dejando la propuesta abierta al consenso de futuros repetidores. De esta forma se curaba en salud al tiempo que mostraba sus dudas de forma transparente. Claro est¨¢, una propuesta de perfil bajo no le hubiera concedido toda la atenci¨®n de los medios que obtuvo en su d¨ªa.
El caso de Megos revela la belleza de la forma coral de abordar la escalada en roca, de esp¨ªritu no competitivo, pero tambi¨¦n los l¨ªmites de su autorregulaci¨®n, problema que ha generado debates infinitos en el mundillo de la escalada. Partiendo de la base de que los grados en escalada son orientativos, todos los grandes saltos en los l¨ªmites de la dificultad deber¨ªan ser cogidos con pinzas, puestos en cuarentena hasta que el paso del tiempo colocase cada supuesta gesta en el lugar que le corresponde. De pronto, todos se giran hacia el 9c proclamado por Adam Ondra sopesando dos posibilidades: que no alcance el 9c o¡ que sea a¨²n m¨¢s dif¨ªcil de lo que el checo cree.
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