Errores no forzados
Hasta un millonario desinformado sabe perfectamente lo que tiene que hacer para protegerse a s¨ª mismo, pero parece tener graves dificultades para entender que una pandemia es una crisis global de salud p¨²blica
Desde el mismo instante en que el affaire Djokovic se convirti¨® en un circo mundial ¡ªcon los agentes de fronteras atajando al tenista seg¨²n aterrizaba en el aeropuerto de Melbourne, una cuestionable exenci¨®n m¨¦dica expedida por la federaci¨®n de tenis, seis d¨ªas de detenci¨®n en un hotel y unos hooligans serbios comparando todo ello con el holocausto sin que se les caiga la cara de verg¨¹enza¡ª, lo cierto es que las autoridades australianas no ten¨ªan otra salida que mostrarle a Djokov...
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Desde el mismo instante en que el affaire Djokovic se convirti¨® en un circo mundial ¡ªcon los agentes de fronteras atajando al tenista seg¨²n aterrizaba en el aeropuerto de Melbourne, una cuestionable exenci¨®n m¨¦dica expedida por la federaci¨®n de tenis, seis d¨ªas de detenci¨®n en un hotel y unos hooligans serbios comparando todo ello con el holocausto sin que se les caiga la cara de verg¨¹enza¡ª, lo cierto es que las autoridades australianas no ten¨ªan otra salida que mostrarle a Djokovic la puerta hacia Dub¨¢i. Imaginen lo que hubiera ocurrido si el Gobierno de Australia se hubiera avenido a los antojos del n¨²mero uno del tenis mundial en aras de salvar el torneo. En qu¨¦ habr¨ªan quedado los llamamientos a la vacunaci¨®n de la poblaci¨®n, las medidas de control migratorio, el poder leg¨ªtimo de un pa¨ªs democr¨¢tico frente a las ocurrencias antivacunas de un millonario con m¨¢s control sobre sus m¨²sculos que sobre sus emociones.
Dicho lo cual, lo primero que deber¨ªa hacer Djokovic en cuanto supere la ¡°extraordinaria decepci¨®n¡± que dice haber sufrido por su deportaci¨®n es despedir a sus abogados, que seguro que le cobran una pasta a cambio de muy poca cosa. Estos letrados no han sabido aprovechar dos argumentos s¨®lidos que restan solvencia a la posici¨®n del Gobierno y los jueces australianos. El primero es que el tenista ha pasado la covid, y por tanto debe estar inmunizado. No hubiera costado mucho demostrarlo con un an¨¢lisis de su sistema inmune, desde luego no tanto como lo que le cuestan sus leguleyos, y eso habr¨ªa puesto a la parte australiana frente a las propias contradicciones de su sistema de protecci¨®n epidemiol¨®gica. De hecho, el cierre de fronteras es una medida de eficacia muy discutible en el momento actual de la crisis pand¨¦mica. El SARS de 2002 se pudo parar en los aeropuertos. El actual no se puede.
El segundo argumento que los abogados del tenista no han sabido utilizar es que las vacunas actuales no detienen la propagaci¨®n de la variante ¨®micron. Ni siquiera la frenaban mucho con la variante original de Wuhan contra la que fueron dise?adas, y ese efecto modesto se ha ido perdiendo con las mutaciones posteriores hasta alcanzar un m¨ªnimo con ¨®micron. Las vacunas siguen siendo esenciales para evitarle al individuo una covid grave o fatal, pero no funcionan bien para yugular el contagio. Hay nuevas vacunas en distintas fases experimentales que probablemente obrar¨¢n ese prodigio, pero ahora mismo unos buenos abogados habr¨ªan construido un buen caso a favor de Djokovic. Segunda raz¨®n para despedir a los que tiene ahora.
Abstray¨¦ndonos de los detalles t¨¦cnicos, sin embargo, el mayor problema que ha planteado la percepci¨®n p¨²blica de la pandemia es la confusi¨®n persistente entre la autoprotecci¨®n y la salud p¨²blica. Hasta un millonario desinformado sabe perfectamente lo que tiene que hacer para protegerse a s¨ª mismo, pero parece tener graves dificultades para entender que una pandemia es una crisis global de salud p¨²blica. La libertad de los tenistas no lo es.
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