?Jugar bien o ganar? La eterna batalla cultural
El Valencia-Athletic se jug¨® durante semanas, donde debates ciertos o inventados hicieron crecer la excitaci¨®n hasta hacer explotar Mestalla
La guerra de los estilos. El del f¨²tbol es un territorio emocional en el que cabe todo, incluso batallas interminables como la del menottismo y el bilardismo, dos campeones del mundo que dividieron el f¨²tbol argentino e internacionalizaron sus diferencias. Hay fan¨¢ticos de las dos escuelas, disc¨ªpulos de uno y de otro, conciliadores que no se cansan de fracasar y hasta alg¨²n esquizofr¨¦nico que, como yo, es menottista habiendo salido campe¨®n del mundo con Bilardo. Esta semana HBO estren¨® en Argentina una serie: Bilardo: el doctor del f¨²tbol. Seguro que tendr¨¢ ...
La guerra de los estilos. El del f¨²tbol es un territorio emocional en el que cabe todo, incluso batallas interminables como la del menottismo y el bilardismo, dos campeones del mundo que dividieron el f¨²tbol argentino e internacionalizaron sus diferencias. Hay fan¨¢ticos de las dos escuelas, disc¨ªpulos de uno y de otro, conciliadores que no se cansan de fracasar y hasta alg¨²n esquizofr¨¦nico que, como yo, es menottista habiendo salido campe¨®n del mundo con Bilardo. Esta semana HBO estren¨® en Argentina una serie: Bilardo: el doctor del f¨²tbol. Seguro que tendr¨¢ mucho ¨¦xito por el atractivo del personaje: apasionado, detallista, exigente, austero, m¨¦dico que nunca ejerci¨®, pol¨ªtico que fracas¨® y pragm¨¢tico con una obsesi¨®n ganadora que bordeaba los l¨ªmites de la ¨¦tica. En cr¨®nicas de la serie, le¨ª que Bilardo gan¨® aquella guerra cultural. Eso significa que yo la perd¨ª. Lo que en d¨ªas de guerra de verdad no parece tan importante.
Vencer es curativo. No s¨¦ si esa guerra futbol¨ªstica tiene ganador, porque se reedita con distintos matices y en distintos lugares cada cierto tiempo. Hace poco Simeone (bilardista declarado) le reproch¨® a Xavi (menottista aunque no lo sepa) unas declaraciones que reprodujeron el viejo y falso debate: jugar bien o ganar. Por otra parte, Bordal¨¢s (bilardista aunque no lo sepa) defiende el estilo de juego de sus equipos porque siente que est¨¢ siendo agredido por profesionales, periodistas y una parte de la opini¨®n p¨²blica. Pero las pol¨¦micas las termina un buen triunfo. Su Valencia elimin¨® al Athletic de la Copa y Mestalla enloqueci¨® sin preguntarse si el equipo jug¨® lindo o feo. Nada distinto de lo que le pas¨® a Bilardo en el Mundial 86: fue masacrado en el camino y reparado en la final, donde fue recibido con una gran pancarta que dec¨ªa: ¡°Perd¨®n, Bilardo¡±.
La pol¨¦mica tambi¨¦n juega. Para ordenar el viejo debate hay que comparar cosas de la misma naturaleza: ?preferimos jugar bien o mal?, ?preferimos ganar o perder? Pero si simplificamos las cosas hasta ese punto nos perdemos las pol¨¦micas de las que se alimenta el f¨²tbol. Aqu¨ª van dos pruebas. Betis y Rayo jugaron partidos donde el f¨²tbol fluy¨®. Un juego dentro de un contexto limpio: aficiones respetuosas, entrenadores educados, periodismo que no pudo rascar ning¨²n conflicto. Para los estandartes actuales, un aburrimiento que solo tuvo 180 minutos de buen f¨²tbol. Eso solo les importa a las aficiones de los dos equipos. En cambio, el Valencia-Athletic se jug¨® durante semanas, donde debates ciertos o inventados hicieron crecer la excitaci¨®n hasta hacer explotar Mestalla e interesar a toda Espa?a. El partido estuvo hecho de tensi¨®n, disputa, imprecisiones continuas y un golazo de Guedes que decidi¨® el partido. Batalla ganada, Valencia feliz y Bordal¨¢s renovaci¨®n.
La belleza. Del juego infinito, que cada uno ame la parte que m¨¢s le guste. Que yo sepa, no hay ning¨²n estilo ilegal. Pero no me quiten el placer de los peque?os vicios. Por ejemplo, el ca?o que Pedri meti¨® de espaldas. He le¨ªdo que lo tir¨® en un sitio imprudente, o que la hermosa soluci¨®n al problema en el que se encontraba no dio grandes beneficios. Como si la belleza no contara, como si le quisi¨¦ramos extirpar la creatividad al f¨²tbol, como si las aventuras no necesitaran del riesgo. El f¨²tbol no es un deporte en el que el ¨¦xito lo consiguen los que corren m¨¢s r¨¢pido y los que saltan m¨¢s alto, sino un juego con una l¨®gica que se rompe con el virtuosismo de un regate, el enga?o de un amague o la genialidad de un valiente que, con un toque, pone a un estadio patas arribas. Entre ganar o perder, elijo ganar. Entre jugar bien o mal, me quedo con jugar bien. Y que la batalla cultural la gane el mejor.
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