Mucho Betis y no poco Valencia
El club verdiblanco logra su tercera Copa tras resolver en los penaltis una final muy competida en la que cada cual tuvo su momento
Una final at¨®mica, con dos batallones de futbolistas reventados, exprimidos hasta el tu¨¦tano, entroniz¨® al Betis en la Copa por tercera vez. B¨¦ticos y valencianistas cerraron el choque ya de madrugada con el coraz¨®n en los huesos, el alma entre los dientes y calambres hasta en las pesta?as. Un partido solo para jabatos, disputado sin ?o?er¨ªas durante 126 minutos. Un duelo tan terminal que nadie se dio por vencido hasta llegados los penaltis. En esa suerte en la que se confunden v¨ªctimas y verdugos, fall¨® Musah, el m¨¢s cadete de los lanzadores. No hubo portero que atinara ¡ªni Bravo a sus 39 a?o...
Una final at¨®mica, con dos batallones de futbolistas reventados, exprimidos hasta el tu¨¦tano, entroniz¨® al Betis en la Copa por tercera vez. B¨¦ticos y valencianistas cerraron el choque ya de madrugada con el coraz¨®n en los huesos, el alma entre los dientes y calambres hasta en las pesta?as. Un partido solo para jabatos, disputado sin ?o?er¨ªas durante 126 minutos. Un duelo tan terminal que nadie se dio por vencido hasta llegados los penaltis. En esa suerte en la que se confunden v¨ªctimas y verdugos, fall¨® Musah, el m¨¢s cadete de los lanzadores. No hubo portero que atinara ¡ªni Bravo a sus 39 a?os ni Mamardashvili con 21¡ª. Y Miranda, como el m¨ªtico Esnaola en 1977 y Dani en 2005, coron¨® a los camaradas de Joaqu¨ªn, que hace tiempo que se gan¨® los m¨¢ximos honores verdiblancos junto a Rogelio, Carde?osa, L¨®pez, Gordillo y tantos otros referentes de ese club tan singular. No hubo consuelo para el Valencia, que compiti¨® de forma tit¨¢nica y tuvo la cumbre tan cerca como su rival. Esta Copa mereci¨® dos copas.
Desde lo futbol¨ªstico, en La Cartuja, cada cual con su divisa. De entrada, el Valencia farfull¨® con el bal¨®n; mejor que lo tuviera el contrario. Lo suyo es el birle y a la carrera. El Betis se apolilla sin la pelota; acepta gozoso la posesi¨®n. Lo suyo es el temple. Ocurre que el f¨²tbol es cualquier cosa salvo una ciencia exacta. Lo comprob¨® el atrincherado equipo de Bordal¨¢s. Su alineaci¨®n, con tres centrales y un pelot¨®n de gente por detr¨¢s de la pelota, suger¨ªa un conjunto de aire vietnamita. Un espejismo. Sus centrales resultaron carmelitas para Borja Iglesias, ¨²nico ariete local. Y por el supuesto intrincado embudo del medio ¡ªcon Ilaix en detrimento de Bryan Gil y Hugo Duro como cierre por el costado izquierdo¡ª sincronizaban Fekir y Canales.
De inicio, el Betis no encontr¨® el campo minado que anticipaba su adversario. Fekir conect¨® con Beller¨ªn y el centro del lateral puso en ¨®rbita a Borja Iglesias: 1-0. Gabriel Paulista no fren¨® a tiempo y no lleg¨® como antidisturbios Diakhaby. El destape de un Valencia abrigado. Lo acentu¨® Juanmi, al que se le fue un cabezazo tras un centro de Alex Moreno. Los escoltas de Mamardashvili, otra vez fuera de lugar. El cuadro levantino a¨²n no estaba en La Cartuja. Ni pistas de Soler, o de Hugo Duro, y con Guedes desvalido en punta. Lo ¨²nico que igualaba a los dos contendientes era su descuido al elegir los tacos. Unos y otros se escurr¨ªan y escurr¨ªan.
El f¨²tbol es veleta. Hay instantes, fogonazos, que alteran el discurrir de un partido. Sucedi¨® en esta final, donde la primera gran intervenci¨®n de Soler dio vuelo al Valencia. El internacional descarg¨® a un toque la pelota para Ilaix, que enchuf¨® de maravilla a Hugo Duro, que bati¨® a Bravo con un remate de cuchara. El empate asent¨® al desnortado equipo valencianista del comienzo. Poco antes del descanso, con el duelo ya equilibrado, el Betis dio con el sustento de Canales, autor de un disparo al poste izquierdo de Mamardashvili.
Desmentidos
Como se trata de un juego de desmentidos constantes, del intermedio surgi¨® un Valencia con querencia por la pelota. Resulta que el equipo que desde?a el bal¨®n como si fuera un peligroso artefacto nunca se sinti¨® mejor en la final que cuando tuvo su gobierno. Y resulta que alrededor del bal¨®n, y no corre que corre tras ¨¦l, el cuadro de Bordal¨¢s dio con el faro de Soler. Al tiempo, Ilaix y Hugo Guillam¨®n tuvieron otra mordida en la presi¨®n. De repente nadie era quien iba a ser. De la inesperada autoridad de los de Mestalla casi saca provecho Hugo Duro, que trasciende cerca del ¨¢rea, no como amarre defensivo. Bravo impidi¨® el 1-2, como har¨ªa despu¨¦s el georgiano Mamardashvili ante Juanmi, que no emboc¨® una asistencia deliciosa del chisposo Borja, mucho m¨¢s que un goleador.
Los avisos se daban en las dos ¨¢reas. Nadie estaba a salvo. El Betis nunca se fue del todo de La Cartuja y el Valencia ya hab¨ªa gritado ?presente! Al choque no le faltaba intriga. Igualdad desde lo colectivo, todo quedaba supeditado a un apunte individual. De Juanmi, por ejemplo. Un lazarillo del gol que tuvo a un dedo la gloria, pero otro poste frustr¨® al grupo de Pellegrini. Lo mismo que un par de decisiones arbitrales, un indulto a Guillam¨®n, que bien pudo ser expulsado, y un aparente penalti de Soler a Fekir. Al renacido Valencia ya le fallaba el dep¨®sito en el ¨²ltimo trecho, lo que oblig¨® a intervenir a Bordal¨¢s con los cambios. Y un gui?o futbol¨ªstico y sentimental de Pellegrini: Joaqu¨ªn, que se ha ganado la eternidad en diferido, a la partida. En un partido con curvas para unos y otros, el Betis se creci¨® de nuevo antes de llegar a la pr¨®rroga, momento alcista que tuvo a Fekir a un palmo del gol, pero otra vez acert¨® Mamardashvili. Tal era el suspense que tambi¨¦n hubo de esforzarse Bravo ante Soler. Ten¨ªa mejor pinta el Betis, pero nadie era capaz de envidar por un finalista. Pura emoci¨®n. Pasada la medianoche, La Cartuja se ti?¨® de verdiblanca. Mucho Betis. Y no poco Valencia.
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