El silencio en los fichajes
Antes lo que importaba era ser profesional, eficaz, discreto, tomar decisiones con los mejores elementos y ser capaz de, sobre todo, gestionar sin ruidos
Hubo un tiempo, no se crean que hace tanto, yo dir¨ªa que no m¨¢s de 10 a?os, que uno que yo conozco dijo en una rueda de prensa, tal vez en una entrevista en un palco, una de esas frases, una de esas sentencias, que suelen gustar mucho a quien la dice y m¨¢s a los que gestionan la comunicaci¨®n de un club: ¡°Las negociaciones no se retransmiten¡±.
Seguramente este concepto, esta idea, concuerde con lo que la mayor¨ªa de ustedes piense que debe ser una norma b¨¢sica de cualquier negociaci¨®n. Tal vez usted, como el autor de la pretenciosa sentencia, piense que esas cosas de las negociaciones se ...
Hubo un tiempo, no se crean que hace tanto, yo dir¨ªa que no m¨¢s de 10 a?os, que uno que yo conozco dijo en una rueda de prensa, tal vez en una entrevista en un palco, una de esas frases, una de esas sentencias, que suelen gustar mucho a quien la dice y m¨¢s a los que gestionan la comunicaci¨®n de un club: ¡°Las negociaciones no se retransmiten¡±.
Seguramente este concepto, esta idea, concuerde con lo que la mayor¨ªa de ustedes piense que debe ser una norma b¨¢sica de cualquier negociaci¨®n. Tal vez usted, como el autor de la pretenciosa sentencia, piense que esas cosas de las negociaciones se llevan en secreto, en silencio, en los susurros de una sala de reuniones, un caf¨¦ discreto, una sala de un aeropuerto, en la que los interlocutores, como actores de una pel¨ªcula de esp¨ªas, se encuentran, hablan, discuten y dejan escritos en un simple papel unas cifras que ma?ana, el ma?ana de ayer, ser¨¢n parte de la historia del f¨²tbol. O una absurda y m¨ªsera servilleta, si todo aquello acaba m¨¢s que mal, acaba en desastre.
Hubo un tiempo en el que la cuesti¨®n era salvar las dificultades de quienes quer¨ªan saber, informar, explicar, siempre en primicia, de aquello que se discut¨ªa en la privacidad de los despachos, en la intimidad de las conversaciones, lejos de los focos y las declaraciones p¨²blicas porque se entend¨ªa que eso que sal¨ªa, se filtraba, se conoc¨ªa, era un arma que el rival en la negociaci¨®n (deseng¨¢?ese porque siempre hay un rival que se va a beneficiar de nuestro mal, sea jugador, entrenador o precio de la gasolina) iba a sacar provecho de esa informaci¨®n para apretarnos, pedirnos m¨¢s.
Tampoco le voy a negar que aquellos tiempos tambi¨¦n utiliz¨¢bamos esas informaciones que nos favorec¨ªan para plantarnos en nuestras posiciones, para decir que no nos mov¨ªamos de nuestra propuesta porque nuestros ¡°esp¨ªas¡± nos hablaban de que la otra parte estaba muy necesitada de cerrar un acuerdo de forma r¨¢pida y limpia.
Hubo un tiempo, ya les digo que no hace tanto y que no hay que cambiar de siglo para encontrarlo, en el que lo principal era como acababa una negociaci¨®n larga, incierta, hasta improbable, pero que empezaba desde el principio de que si sal¨ªa, si acababa bien, si se remataba y era gol, era una de esas de las que uno pod¨ªa decir en la rueda de prensa de presentaci¨®n que iba a ser uno de los cap¨ªtulos principales de su libro de memorias inconfesables. Ese libro que ahora sabes que nunca vas a escribir.
Hubo un tiempo en el que lo que importaba es que la negociaci¨®n llegara a buen t¨¦rmino porque ese era el objetivo que se hab¨ªa marcado como principal para el club, para el equipo y sus capacidades competitivas y todas las cuestiones personales quedaban en segundo, tal vez hasta tercer t¨¦rmino, porque se consideraba que lo esencial era crear un proyecto competitivo, un equipo eficaz y capaz de superar los desiertos que siempre aparecen en cualquier temporada.
Hubo un tiempo, tal vez solo fue ayer, en el que lo esencial era el logro colectivo, la felicidad global, la satisfacci¨®n de unos seguidores felices, porque su equipo, sin nombres ni autores, solo sus colores y sus felicidades globales, hab¨ªa alcanzado ese punto en el que la alegr¨ªa construye recuerdos, historias y leyendas.
Hubo un tiempo en el que eso que se llamaba direcci¨®n deportiva consist¨ªa en imaginar que ventajas competitivas pod¨ªas construir para tu club, una obvia es el mercado, pero esos mil¨ªmetros de mejora habitaban tambi¨¦n en la medicina, la rehabilitaci¨®n, la nutrici¨®n, la calidad del c¨¦sped, la grabaci¨®n de los entrenamientos y de los partidos de tus rivales, la psicolog¨ªa, el pod¨®logo, la gesti¨®n de los datos que empez¨¢bamos a generar y c¨®mo los guard¨¢bamos en esa nube que sonaba a ciencia ficci¨®n y c¨®mo luego trabaj¨¢bamos con ellos y c¨®mo, al generarlos y guardarlos pod¨ªan facilitar la tarea a quienes viniesen detr¨¢s de nosotros. Pero tambi¨¦n se buscaba en el derecho deportivo y sus rendijas legales, la formaci¨®n continua de los entrenadores, las tareas del entrenamiento, en aquellos tiempos todav¨ªa no nos atrev¨ªamos a hablar de metodolog¨ªa, de los viajes mejor ajustados para ganar tiempo y reducir el cansancio o en lo que nuestro equipo deb¨ªa comer despu¨¦s del partido y c¨®mo eso pod¨ªa influir en el dise?o interior del autob¨²s de la temporada pr¨®xima. Muchos mil¨ªmetros que, al final, nos dieran un metro de ventaja.
Hubo un tiempo, ayer, solo ayer, tal vez un tiempo antes del algoritmo, en el que lo importaba era ser profesional, eficaz, discreto, tomar decisiones con los mejores elementos y ser capaz de, sobre todo, gestionar tus silencios.
De los ruidos, entonces y, tal vez, hasta ahora, se encargaban lo de afuera. Nunca, nunca, nunca, los de adentro. Porque ese es el ruido m¨¢s dif¨ªcil de controlar. Siempre.
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