La historia del alpinismo se cae a pedazos
El derrumbe del refugio de la Fourche, bajo la vertiente de la Brenva del Mont Blanc, borra el escenario de partida de la gran tragedia del Fr¨ºney
Sab¨ªamos que las estaciones del a?o modifican la est¨¦tica de las monta?as, alteran las condiciones para acercarse a ellas, que el espect¨¢culo de las cimas contemplado desde la lejan¨ªa parece una imagen est¨¢tica aunque en las distancias cortas se aprecie un mundo en movimiento y evoluci¨®n. No cont¨¢bamos con la evidencia tr¨¢gica de este verano de can¨ªcula que ha alterado para siempre la historia de los escenarios alpinos.
Hasta la fecha, hombres y m...
Sab¨ªamos que las estaciones del a?o modifican la est¨¦tica de las monta?as, alteran las condiciones para acercarse a ellas, que el espect¨¢culo de las cimas contemplado desde la lejan¨ªa parece una imagen est¨¢tica aunque en las distancias cortas se aprecie un mundo en movimiento y evoluci¨®n. No cont¨¢bamos con la evidencia tr¨¢gica de este verano de can¨ªcula que ha alterado para siempre la historia de los escenarios alpinos.
Hasta la fecha, hombres y mujeres sub¨ªan y bajaban, cima arriba cima bajo, figuras ef¨ªmeras a la caza de no se sabe qu¨¦ en un marco en apariencia resguardado del uso humano. Esto ya no es as¨ª: los Alpes, donde naci¨® la idea del alpinismo, se caen a pedazos borrando rutas de roca, senderos de hielo, itinerarios y tambi¨¦n refugios. Por ejemplo, tres lugares m¨ªticos asociados al alpinista m¨¢s grande que ha habido, Walter Bonatti, ya no existen: el pilar suroeste del Dru, el refugio de la Charpoua desde el que parti¨® en 1955 para trazar un descomunal itinerario en solitario hasta su cima, y, por ¨²ltimo, el Vivac de la Fourche.
Hubo muchos avisos de lo que se avecinaba, pero ninguno cargado de tanto simbolismo como el espantoso derrumbe del orgulloso y sugerente pilar suroeste del Dru, llamado tambi¨¦n Pilar Bonatti, ocurrido en 2005. De pronto, la ruta en la que el gu¨ªa italiano pas¨® cinco noches sin saber si ser¨ªa capaz de alcanzar la cima, hab¨ªa dejado de existir, dejando apenas una enorme cortina de humo y 260.000 metros c¨²bicos de roca desparramados por doquier.
Los m¨¢s l¨ªricos quisieron ver una suerte de suicidio, un pilar que se neg¨® a ver el desastre que vemos hoy en d¨ªa a su alrededor. El refugio de la Charpoua empezaba tambi¨¦n a amenazar con su ruina y este mismo verano se ha desmontado de forma reverente para iniciar las obras de su reconstrucci¨®n. Bonatti escribi¨® que tras salir del refugio, cerr¨® su puerta de madera de golpe para no ceder a la tentaci¨®n de entrar de nuevo, recoger sus pertenencias y huir sin enfrentarse al Dru.
Este verano que ha visto descomunales aludes de roca en la v¨ªa normal del Mont Blanc, caerse a trozos la arista Lyon del Cervino, desprendimientos enormes de roca en la Tour Ronde o en la arista de Cosmiques e incontables desastres similares en tantas paredes, ha sufrido otra p¨¦rdida simb¨®lica: el refugio de la Fourche. Colgado en una arista, la diminuta casona reposa ahora destrozada trescientos metros m¨¢s abajo, en el glaciar, culpa del derrumbe de toda la plataforma que lo sustentaba.
De forma indirecta, este refugio incrustado en el arranque de la arista Kuffner al Mont Maudit (y tambi¨¦n lugar de partida para la vertiente de la Brenva del Mont Blanc), qued¨® asociado para siempre a Walter Bonatti tras la conocida como gran tragedia del Pilar Central del Fr¨ºney. Ubicada a 3.675 metros, en la frontera entre Francia e Italia, fue construida en 1935 y reformada integralmente 50 a?os despu¨¦s, pero este lugar siempre quedar¨¢ asociado a una imagen: la instant¨¢nea en la que aparecen sonrientes, felices y despreocupados Pierre Mazeaud, Robert Guillaume, Antoine Veille y Pierre Kohlmann el 8 de julio de 1961. D¨ªas despu¨¦s, todos, salvo Pierre Mazeaud, hab¨ªan muerto.
El 9 de julio, el Vivac de la Fourche se llena a rebosar cuando aparecen Walter Bonatti y sus amigos Andrea Oggioni y Roberto Gallieni. Situaci¨®n embarazosa: los siete desean escalar el Pilar Central del Fr¨ºney, un enorme basti¨®n de roca con 60 metros finales de aspecto invencible. Es el ¨²ltimo gran problema alpino, la forma m¨¢s salvaje de alcanzar el Mont Blanc (4.808 metros). Bonatti pide a los franceses salir primero. Ni en sue?os, le responden.
As¨ª, deciden aliarse, ayudarse y formar una sola cordada porque Bonatti no entiende de competiciones en la monta?a pero s¨ª de solidaridad. Tras pasar una noche en la pared, alcanzan el emplazamiento de su segundo vivac, pero entonces llega la tormenta, no una pasajera, sino un verdadero fen¨®meno meteorol¨®gico que barre media Francia durante d¨ªas. Esa misma tarde, un rayo alcanza a Kohlmann a trav¨¦s de su aud¨ªfono. Est¨¢ vivo, pero ido. El 14 de julio, cinco d¨ªas despu¨¦s de iniciar su aventura, en mitad de una feroz ventisca de nieve, pierden la esperanza de salir por arriba. Bonatti, que ya sabe lo que es sobrevivir cuando la monta?a es una trituradora, organiza la retirada, que se convierte en una carnicer¨ªa.
El italiano tira de sus compa?eros, monta los r¨¢peles, les obliga a pelear pese al peligro, las congelaciones, la sed y el hambre. Antoine Veille, el m¨¢s joven con apenas 22 a?os, muere al amanecer del 15 de julio, agotado. Robert Guillaume, tambi¨¦n, apenas unas horas despu¨¦s. Kohlmann sigue vivo, pero cuando empieza a delirar y ataca a Gallieni, Bonatti y ¨¦l no tienen m¨¢s remedio que dejarlo en la nieve y salir despavoridos en busca de una ayuda que encuentran en el refugio Gamba. Pero los rescatadores solo recoger¨¢n con vida a Mazeaud: Oggioni, el gran amigo de Bonatti, un hermano casi, se ha dormido sobre su hombro y no despertar¨¢. Kohlmann estaba muerto cuando le impact¨® el rayo, pero el certificado de defunci¨®n le lleg¨® cinco d¨ªas despu¨¦s.
La tragedia fue seguida de forma masiva y sensacionalista por los medios franceses e italianos: de pronto, hac¨ªa falta un culpable. No bastaba con llorar a los muertos. Y a Bonatti, el hombre que se salv¨® y gracias a ¨¦l, Gallieni y Mazeaud, se le reproch¨® seguir con vida. La familia de Oggioni le prohibi¨® acudir a su funeral y entierro. Cuatro a?os despu¨¦s, apenas con 35 a?os, Bonatti dir¨ªa adi¨®s al alpinismo, tan enamorado de las monta?as como asqueado por la condici¨®n humana.
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