La vida misma

Pues no, no estamos tan solos. Hay m¨¢s gente a la que, tras el disgusto por una derrota de su equipo, le han dicho que el f¨²tbol no les va a dar de comer. Otros padres que se han planteado la duda, casi filos¨®fica, de si es mejor tirarle a sus hijos balones f¨¢ciles, para que los paren y crean que son imbatibles, o meterles un gol por la escuadra para que entiendan de qu¨¦ va la existencia desde la infancia. Personas que por las noches proyectan su futuro en una pantalla mental con tanta nitidez que parece mentira que a la ma?ana ...

Pues no, no estamos tan solos. Hay m¨¢s gente a la que, tras el disgusto por una derrota de su equipo, le han dicho que el f¨²tbol no les va a dar de comer. Otros padres que se han planteado la duda, casi filos¨®fica, de si es mejor tirarle a sus hijos balones f¨¢ciles, para que los paren y crean que son imbatibles, o meterles un gol por la escuadra para que entiendan de qu¨¦ va la existencia desde la infancia. Personas que por las noches proyectan su futuro en una pantalla mental con tanta nitidez que parece mentira que a la ma?ana siguiente ese futuro se haya convertido en presente y vuelva a llev¨¢rselas, una vez m¨¢s, por delante. Anhelos de ser futbolistas que han terminado en el sue?o de convertir, con nocturnidad y ciertas dosis de placer culpable, al peor equipo de un videojuego en campe¨®n de Europa. La experiencia de compartir vestuario con alguien que era un flipao, y que lo seguir¨ªa siendo por muchas patadas que le dieran. Que a casi todos nos ha pasado alguna vez lo que en alg¨²n momento la voz de la experiencia alert¨® de que, efectivamente, nos iba a pasar. Que, como dec¨ªa Carlos Monsiv¨¢is, llega un momento en el que ya no sabes si no entiendes lo que est¨¢ pasando o si es que ya pas¨® lo que estabas entendiendo.

El f¨²tbol no te da de comer (Libros del K.O.) recoge 87 art¨ªculos de Enrique Ballester publicados en El Peri¨®dico. Columnas en las que parte de una generaci¨®n se siente reflejada y encuentra un espacio para el elogio y exaltaci¨®n de lo cotidiano y un hueco, tambi¨¦n, para el humor: en cada texto hay, al menos, una frase que lleva a la sonrisa.

A trav¨¦s del f¨²tbol, Ballester habla de las ilusiones, de los miedos, de las corazas, de la paternidad, de la melancol¨ªa, de la transformaci¨®n que conllevan los viajes, de las dudas, de las miserias, de las contradicciones, de la amistad, de lo absurdo que puede llegar a parecer todo visto en perspectiva, de la paz que pueden generar algunas escenas del d¨ªa a d¨ªa, del miedo a la muerte. De la vida misma.

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