Pogacar ara?a ocho segundos a Vingegaard en el Grand Colombier, donde se impone Kwiatkowski
El esloveno del UAE roza el maillot amarillo, a¨²n en manos del dan¨¦s del Jumbo. El polaco del Ineos conquista en solitario la etapa 13? del Tour de Francia con final en alto, previa a la llegada de los Alpes
Entre las curvas cerradas, horquilla tras horquilla, el Tour de Francia trenza durante 17 kil¨®metros en las laderas de la monta?a del Palomar Grande (el Grand Colombier), un espacio paradisiaco, quiz¨¢s ut¨®pico, en el que los dos l¨ªderes establecen un debate luminoso, luz contra luz, m¨¢s p¨¢lida, m¨¢s intensa, brillante, que no deja rendija a la oscuridad, a la reacci¨®n, al regreso a los tiempos sombr¨ªos del ciclismo cuya memoria, cuyos h¨¦roes, todos quieren borrar. No hay miedo. Solo audacia. Esperanza. Y cuando el sol les c...
Entre las curvas cerradas, horquilla tras horquilla, el Tour de Francia trenza durante 17 kil¨®metros en las laderas de la monta?a del Palomar Grande (el Grand Colombier), un espacio paradisiaco, quiz¨¢s ut¨®pico, en el que los dos l¨ªderes establecen un debate luminoso, luz contra luz, m¨¢s p¨¢lida, m¨¢s intensa, brillante, que no deja rendija a la oscuridad, a la reacci¨®n, al regreso a los tiempos sombr¨ªos del ciclismo cuya memoria, cuyos h¨¦roes, todos quieren borrar. No hay miedo. Solo audacia. Esperanza. Y cuando el sol les calienta tanto el coco que les enloquece, su locura es quijotesca, vanderpoelesca, mohoricesca, o hasta polaca como la de Kwiatkowski, superviviente de la escapada y ganador de la etapa. Es as¨ª, arm¨®nica, la fantas¨ªa de la haza?a, no sociop¨¢tica, destructora de las bellas obras, y el placer. Nunca rimar¨¢ con el resentimiento de quienes 80 a?os m¨¢s tarde quieren acallar de nuevo a quien canta en eleg¨ªa a su compa?ero del alma, compa?ero.
120 kil¨®metros llanos para medir la voluntad y la sabidur¨ªa estrat¨¦gica de los equipos, las lecciones de la experiencia, el temple de los escapados; 17 kil¨®metros de subida; uno para el cara a cara. Gane quien gane, nadie le discutir¨¢ la belleza de la victoria. Nadie sufrir¨¢. Ninguno sufre. Ninguno gana. Ninguno pierde.
Los dos, Tadej Pogacar, Jonas Vingegaard, son de risa alegre y mirada clara. Nada esconden. Nada se esconden. Nada siniestro en su forma de seguirse, de atacarse, de defenderse. No es un ataque, es un rayo blanco, un rel¨¢mpago como el instinto, como la inspiraci¨®n del poeta que encuentra la palabra deseada y los versos le desbordan, tan r¨¢pido se amontonan en las puntas de sus dedos que golpean las teclas. ¡°No fue un ataque, fue un sprint¡±, dice Pogacar, que justo en el momento en el que Kwiatkowski cruza la l¨ªnea de meta, 600 metros atr¨¢s se levanta sobre la bici, aparta de su camino a su Adam Yates, que ha encendido la mecha del cohete que es ¨¦l, y acelera, acelera, sin sentarse en la bici en ning¨²n momento, y va alcanzado y dejando atr¨¢s como si estuvieran parados, peque?os mojones, a todos, la docena de ciclistas de la escapada desperdigados. Busca el segundo puesto, los ocho segundos de bonificaci¨®n. Busca dejar clavado a Vingegaard, sacarle 10s y levantarle el maillot amarillo aunque fuera por 1s. Es m¨¢s de un minuto de pie a toda, a toda, sobre los pedales, en apnea casi, millones de reacciones qu¨ªmicas en sus m¨²sculos, hasta el agotamiento. ¡°Pens¨¦ que nunca terminar¨ªa¡±. Alcanza su deseo a medias. Tercero, 4s de bonificaci¨®n. Otros 4s al dan¨¦s, por 9s, l¨ªder a¨²n.
Solo, como debe ser, se impone la locura y la raz¨®n de Michal Kwiatkowski, polaco de 33 a?os que pas¨® por el Caja Rural, estajanovista y sibarita, que juega con la fuga ¨Cse queda esperando ¨®rdenes de sus Ineos, ?atacar¨¢n Pidcock o Carlos Rodr¨ªguez? No, vete a por la etapa¨C y a?ade la perla del Grand Colombier a un palmar¨¦s de victorias contadas pero soberbias, el Mundial de Ponferrada 2014, la Mil¨¢n-San Remo del 17, la Amstel del 15 y del 22, y otra etapa en el Tour, en 2020, a medias con su compa?ero Carapaz, que le abraz¨® y le dijo que pasara primero.
Clasificaci¨®n de la etapa:
Posici¨®n | Corredor | Equipo | Tiempo |
---|---|---|---|
1 | M. Kwiatkowski | Ineos Grenadiers | 3:17:33 |
2 | M. Van Gils | Lotto DSTNY | +47s |
3 | T. Pogacar | UAE Team Emirates | +50s |
4 | J. Vingegaard | Jumbo-Visma | +54s |
5 | T. Pidcock | Ineos Grenadiers | +1:03s |
Clasificaci¨®n general:
Posici¨®n | Corredor | Equipo | Tiempo |
---|---|---|---|
1 | J. Vingegaard | Jumbo-Visma | 53:48:50 |
2 | T. Pogacar | UAE Team Emirates | +9s |
3 | J. Hindley | Bora-Hansgrohe | +2:51s |
4 | C. Rodr¨ªguez | Ineos Grenadiers | +4:48s |
5 | A. Yates | UAE Team Emirates | +5:03s |
El UAE se equivoc¨® el primer d¨ªa de los Pirineos, Soudet y Marie Blanque dolorosos para Pogacar, que perdi¨® m¨¢s de un minuto con Vingegaard. El an¨¢lisis del equipo concluy¨® que la causa no residi¨® en una cuesti¨®n de mala forma o de superioridad objetiva del dan¨¦s en el front¨®n del Marie Blanque, sino en un error t¨¢ctico: empe?¨¢ndose en no dejar que se desmandara una escapada con el peligroso Jay Hindley, el UAE estuvo medio d¨ªa al frente del pelot¨®n, donde no solo los gregarios se agotaron sino tambi¨¦n su l¨ªder, que por viajar cuarto, quinto en el grupo choc¨® m¨¢s contra el aire, gast¨® 20 vatios m¨¢s por hora que Vingegaard, m¨¢s protegido en el puesto 15. Llegados al Marie Blanque, al ataque de Vingegaard encontr¨® a Pogacar derrochador sin m¨¢s marchas, sin cambio, derrotado. Nunca m¨¢s; a partir de ahora, a rueda, grit¨® el UAE, que 10 d¨ªas despu¨¦s, otra vez, pone a dos de sus mejores, Bjerg y Trentin, a guiar al pelot¨®n atando corta la escapada de 18, y Mohoric de dinamitero. Pogacar quiere ganar en la cima en la que ya levant¨® los brazos, y dej¨® mudo a Roglic intocable, en 2020. Quiere la bonificaci¨®n. Quiere el maillot amarillo el 14 de julio, toda Francia, allons efants, en las calles, media Francia, al menos, en las cunetas del Grand Colombier, agobiante como el calor que vuelve a atacar y debilitar a los contendientes. A 30 kil¨®metros de la meta, la escapada a cuatro minutos, ya es todo el UAE quien caza. El maillot blanco de Pogacar, sexto, deslumbra. Cuatro puestos m¨¢s atr¨¢s, el amarillo de Vingegaard se apaga en la sombra. El UAE mantiene el control. Sudan todos, Soler, Grossschartner, Majka... Nunca alcanza la fuga. Vingegaard sonr¨ªe.
Es el Jura. Las rocas del parque jur¨¢sico, y, ah¨ª, al lado, los Alpes que ya esperan su Tour. Todo es luz. El sol rebota en las piedras claras de las monta?as, grutas de maquis y resistentes, ausentes ya los glaciares, y la multiplica. Todo es amor, buenas intenciones. Generosidad. Fe en la humanidad. Tres ganadores del Tour en el pelot¨®n. Dos, delante, uno contra otro, y sus equipos. Detr¨¢s, Egan Bernal, que en el mismo lugar, en las mismas curvas tan enlazadas que el helic¨®ptero se deleita en construir geometr¨ªas variables con el asfalto, un cable de tel¨¦fono antiguo enrollado en el promontorio, hace tres a?os, el Tour de la pandemia, por primera vez en su carrera tuvo que dejar escaparse a los mejores y quedarse en la cola, retrasado, muy retrasado, doblado sobre su bicicleta, y una espalda que le martirizaba. Regresa al lugar del sufrimiento el colombiano, que es otro. Ha rozado la muerte. Ha tenido que reconstruir sus huesos, volver a dar fuerza a sus m¨²sculos atrofiados, aprender a andar con muletas y luego con un bast¨®n, a subirse a la bici y pedalear, y hasta su nariz es nueva. No tiene ni 27 a?os y ha vivido tantas vidas. Ha sido Pogacar y ha sido Vingegaard. Es amigo y consejero, la mano que le lleva bebida, fr¨ªo y comida, la rueda que gu¨ªa a Carlos Rodr¨ªguez, que asciende sin pesta?ear desde Almu?¨¦car, y es el Egan de hace cinco a?os, y tiene todo el mundo ante sus ojos maravillados y una cuenta pendiente tambi¨¦n. Resiste hasta el final, hasta el sprint despendolado del esloveno, que hace estallar a todos, chocar con sus l¨ªmites. Cede 30s al esloveno y 15s a Hindley, el tercero. Sigue cuarto en la general. Pone una cruz a otra etapa. D¨ªa pasado. Abre el libro de ruta por la p¨¢gina del s¨¢bado. Los Alpes ya est¨¢n aqu¨ª.
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