Indestructible para siempre
Pantani sigue vivo para los j¨®venes que apenas lo conocieron, reflexiona la autora, porque parece no haberse ido nunca
Los momentos en que oyes noticias que conmocionan al mundo los recuerdas todos.
Cuando cayeron las Torres Gemelas yo estaba en un columpio, en el jard¨ªn.
Cuando se conoci¨® la noticia de la muerte de Marco Pantani, yo estaba en el rellano de la casa de mi abuela, bajando las escaleras. A¨²n recuerdo ese momento, aunque entonces apenas sab¨ªa qui¨¦n era realmente. Mi hermano -que era menor que yo- llevaba a menudo una bandana y gritaba ¡°?W Pantani!¡±, por emulaci¨®n, como hacen los ni?os....
Los momentos en que oyes noticias que conmocionan al mundo los recuerdas todos.
Cuando cayeron las Torres Gemelas yo estaba en un columpio, en el jard¨ªn.
Cuando se conoci¨® la noticia de la muerte de Marco Pantani, yo estaba en el rellano de la casa de mi abuela, bajando las escaleras. A¨²n recuerdo ese momento, aunque entonces apenas sab¨ªa qui¨¦n era realmente. Mi hermano -que era menor que yo- llevaba a menudo una bandana y gritaba ¡°?W Pantani!¡±, por emulaci¨®n, como hacen los ni?os.
En 2004 yo era poco m¨¢s que una ni?a y no pod¨ªa saber que, a?os m¨¢s tarde, me enamorar¨ªa del ciclismo por un demarraje y abrir¨ªa un blog llamado E mi alzo sui pedali (¡®Y me levanto sobre los pedales¡¯) como la conmovedora canci¨®n que Stadio dedic¨® al Pirata, inspirada en las notas encontradas en su habitaci¨®n de hotel escritas en sus ¨²ltimas horas de vida.
Dicen que cuando Marco Pantani gan¨® el Tour de Francia, Cesenatico, su pueblo, fue el ombligo del mundo: millones de personas acudieron a lo largo de la costa para celebrar a una especie de dios nacional recibido en triunfo. Nosotros, que no pudimos ver a Marco en las carreteras, tenemos este ¨²nico, gran e ¨ªntimo pesar: no haber podido sentir nunca la magia de cuando miraba hacia atr¨¢s imperceptiblemente y se alejaba esprintando, con esa forma suya de atacar con las manos abajo sobre los pedales.
Hemos visto fotos, v¨ªdeos, pero ese instante nos lo hemos perdido.
No sabr¨ªa decir por qu¨¦ los j¨®venes -incluso los nacidos despu¨¦s del 14 de febrero de 2004- siguen viendo a Marco Pantani como un ¨ªdolo, probablemente tenga mucho que ver con el hecho de que parece no haberse ido nunca. Incluso tiene un club de fans que le espera a cada paso, anim¨¢ndole como si siguiera en el pelot¨®n y fuera a aparecer en cualquier momento, solo, como siempre. Escriben ¡°I tuoi Pirati¡± (Tus Piratas) en sus carreteras como si fuera a volver, como si marcharse fuera solo una broma suya, una pataccata como dicen en su Roma?a.
Cuando se sube al Monte Carpegna, en una pared est¨¢ escrito ¡°Solo se oye la respiraci¨®n¡± y cualquiera que haya estado podr¨ªa jurar que all¨ª los pinos susurran constantemente, en verano y en invierno, como si alguien realmente estuviera pedaleando en silencio, solo, por esa carretera.
Y cuando el cielo est¨¢ azul, azul sin una sola nube, piensas que as¨ª lo ve¨ªa Pantani cuando so?aba con las grandes carreras en aquel rinc¨®n perdido en las colinas, lejos de todo.
Iba tan r¨¢pido que quer¨ªan destruirle, pero ¨¦l, no s¨¦ c¨®mo, ha encontrado la manera de permanecer indestructible. Para siempre.
Miriam Terruzzi es escritora y fot¨®grafa.
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