Pantani, 15 a?os m¨¢s tarde, la nostalgia de un tiempo que no existi¨®
El escalador italiano, fallecido el 14 de febrero de 2004, encarna la figura del rebelde que necesitar¨ªa el pelot¨®n actual para salir del sopor
Cuando llega San Valent¨ªn, el ciclismo habla con amor de Marco Pantani, que muri¨® a los 34 a?os un 14 de febrero hace ya 15. Cuantos m¨¢s a?os pasan de su desaparici¨®n m¨¢s grande es la magnificaci¨®n de su figura, que ya ha adquirido el perfil brumoso de los mitos y convierte la nostalgia en melancol¨ªa por un tiempo inventado, una arcadia que nunca existi¨®.
Qu¨¦ diferente ser¨ªa el ciclismo, cu¨¢n mejor, si hubiera ahora m¨¢s Pantanis, lamentan los j¨®venes ciclistas, y repiten los aficionados a los que les empiezan a salir los dientes. Ay, se oye por los rincones del Tour Colombia, si hubiera Pantanis, ciclistas valientes guiados por el instinto, por el valor, por la necesidad de llegar solos, de trepar solitarios por las laderas de las monta?as, rebeldes, el pinganillo no habr¨ªa contagiado a todos la mediocridad, el miedo, el c¨¢lculo de los directores que, temerosos, con miedo de la vida, todo lo anestesian. ¡°Ay¡±, dice Stefano Zanini, un exciclista italiano, un espr¨ªnter de la era de Pantani, que dirige el Astana de Miguel ?ngel L¨®pez, el escalador de Pesca. ¡°Ay, si Miguel ?ngel en la pasada Vuelta no hubiera calculado tanto, si hubiera atacado de m¨¢s lejos, sin temor¡¡±.
Como Zanini, en el Tour Colombia hay m¨¢s exciclistas italianos nacidos en los a?os 70, hijos del ciclismo exagerado de EPO y locura que encumbr¨® a Pantani, y engendr¨® otros monstruos m¨¢s feos, manejando el volante de diferentes equipos. Est¨¢n Stefano Zanatta, Valerio Tebaldi, Davide Bramati, Marco Villa y Alessandro Spezialetti, y est¨¢ Giovanni Lombardi, que es el m¨¢nager de Sagan y Gaviria, el agente m¨¢s querido por los ciclistas que buscan un toque de distinci¨®n. Lo primero que hacen todos ellos cuando se les pregunta por el mito muerto es se?alarse los brazos, sudorosos en el clima h¨²medo de Rionegro, donde ha llovido y la tierra f¨¦rtil, ub¨¦rrima, como dir¨ªa el poeta, est¨¢ empapada, y hace calor, y dicen, mira, mira, solo o¨ªr el nombre de Pantani que se me pone la piel de gallina. Pero, superada la emoci¨®n s¨²bita, no saben qu¨¦ discurso articular cuando se les pregunta qu¨¦ creen que ser¨ªa Pantani ahora, un exciclista de casi 50 a?os, si no hubiera sucumbido a su vida desmedida y solitaria soportada por una cabeza tan sensible, una v¨ªctima. ¡°No s¨¦, no s¨¦ si ser¨ªa uno de nosotros¡±, resume Zanini mientras dirige la colocaci¨®n de un toldo que proteja a sus Astanas en la zona de salida. ¡°Supongo que ser¨ªa un inspirador para los j¨®venes, alguien cuyo carisma le har¨ªa destacar en todas partes, motivar a los j¨®venes para imitar su amor al ciclismo¡ Pero Pantani es grande porque ha muerto¡±.
En Italia, la prensa habla del personaje, que desborda su personalidad cicl¨ªstica, y cuentan la cantidad de obras de teatro, pel¨ªculas, libros, cuadros, artistas, que ha inspirado la vida y muerte por sobredosis de coca y antidepresivos del escalador de Cesenatico que gan¨® el Giro y el Tour de 1998, y que hab¨ªa sido borrado del gran ciclismo por exceso de hematocrito en el Giro del 99, que ya ten¨ªa ganado. Un mes despu¨¦s de aquello, en Francia, en el Tour, en su ausencia forzada, comenz¨® a nacer la leyenda de un ciclista que hab¨ªa superado un c¨¢ncer, Lance Armstrong.
Otros, que no quieren que se hable de ellos, prefieren decir que no tiene sentido mirar atr¨¢s, que Pantani, su estilo, no tendr¨ªa hueco en el ciclismo de ahora, tan moderno, o que quiz¨¢s podr¨ªa ir a las carreras como va Perico Delgado, que ha llegado al Tour Colombia y nada m¨¢s cruzar la valla del parque de salida se ve rodeado de la curiosidad de todos. Perico pregunta por los rivales colombianos que descubrieron el Tour con ¨¦l en 1983, con los ojos grandes abiertos en mirada de asombro y expectaci¨®n, pregunta por Patrocinio Jim¨¦nez, el ¨²nico de aquellos colombianos del 83 que est¨¢ en la carrera, y se saludan y se abrazan y se dicen lo mucho que se hicieron sufrir uno a otro en las monta?as. Y Perico, otro escalador que gan¨® el Tour y nunca vivi¨® una vida atormentada, recuerda su participaci¨®n en la Vuelta a Colombia del 85, cuando los directores de los equipos iban en moto y recuerda el ruido y las toses espasm¨®dicas de la moto asfixiada en las alturas de Boyac¨¢ de su director, Txomin Perurena, y c¨®mo ¨¦l sufri¨® en la altura. Y la melancol¨ªa por un pasado imaginado sigue invadi¨¦ndolo todo el d¨ªa de San Valent¨ªn.
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